La receta del abuelo
La receta del abuelo Renato SeguRa IngenIería ComerCIal USm E l abuelo siempre afirmaba que "el diablo sabe más por viejo que por diablo". Fue así como concibió su receta para enfrentar los desafíos en el desarrollo económico del país. Su receta era sencilla, pero implicaba un cambio sustancial al modelo imperante. "El Estado debe participar de la producción de bienes y servicios en la economía", afirmaba con ahínco.
A renglón seguido, recalcaba: "el desarrollo económico del país debe considerar la demanda interna". Hoy día el rol del Estado es de carácter subsidiario, es decir, interviene en la economía solo para corregir las fallas e imperfecciones del mercado.
También tiene un rol preponderante en materia de justicia social, esto es, entregar una batería de subsidios a toda aquella población que por algún motivo queda relegada de la prosperidad económica que produce la economía de mercado. Involucrar al Estado en la producción de bienes y servicios, implica desviar recursos que hoy el presupuesto de la nación no tiene considerado. Significa, industrializar la economía basado principalmente en la sustitución de importaciones.
La decisión de cierre de la siderúrgica de Huachipato en la vecina Región del Biobío, reactivó La receta del abuelo incentivaría a que el capital chileno fluya a economías más desarrolladas, donde el tamaño del mercado y el mayor poder adquisitivo haría posible diluir los costos fijos, disminuyendo los costos medios de producción. Frente a esta realidad, suena extraño que hoy se levanten voces que busquen rescatar la receta del abuelo. Más que buscar el saber en los años de experiencia del personaje, parece una diablura de las nuevas generaciones. la discusión del rol del Estado en la economía.
Desde el punto de vista social, ¿no hubiese sido mejor que CORFO adquiriera la empresa para mantener continuidad en la operación y, con ello, resguardar los miles de empleos directos e indirectos relacionados? Supongamos por un momento que el Estado de Chile adquiere Huachipato. Tendría que incrementar su presupuesto en un millón de dólares diarios (pérdidas que enfrenta la empresa en la actualidad), lo que equivale a dejar de construir 25 mil viviendas sociales por día. Revertir dicha pérdida, requiere inversiones que en orden de magnitud equivale a construir dos nuevos hospitales de alta complejidad como el Hospital Regional de Ñuble (pronto a su inauguración). Pero no es todo.
Enfrentar la competencia del acero proveniente de China sustituir las importaciones como lo señala la receta del abuelo pondría en riesgo las exportaciones a dicho gigante asiático que rondan los 4 mil millones de dólares americanos (equivalente a más de cuatro embalses tipo La Nueva Punilla). Pero aún queda por analizar lo que significa aumentar el precio de sustitución del acero. Los mayores precios afectarían gravemente la competitividad en las industrias de la minería y construcción, principales industrias demandantes de acero. Al final, la presión inflacionaria afectaría directamente el bolsillo de las personas que se quiere beneficiar. Si a este costo alternativo de producir acero, le adicionamos el costo de producir internamente otros bienes para abastecer la demanda interna, definitivamente sería un golpe mayor al poder adquisitivo de los hogares. Por tanto, la receta del abuelo genera razonables dudas que pueda ser implementada en el mundo actual, sin sacrificar el progreso del país y su gente. En mi modesta opinión, el estímulo con el que se busca reactivar la economía, parece ser un remedio con consecuencias peores que la enfermedad.
En efecto, la receta del abuelo incentivaría a que el capital chileno fluya a economías más desarrolladas, donde el tamaño del mercado y el mayor poder adquisitivo haría posible diluir los costos fijos, disminuyendo los costos medios de producción. Frente a esta realidad, suena extraño que hoy se levanten voces que busquen rescatar la receta del abuelo. Más que buscar el saber en los años de experiencia del personaje parece una diablura de las nuevas generaciones..