Autor: Por Paula Escobar Chavarría
Sin guaguas Campeones
Sin guaguas Campeones, 88 Esa sería la tasa de hijos por mujer en Chile, una de las más bajas del mundo, según proyecciones de prediccionesinternacionales. La tasa de reemplazo, lo mínimo para que se mantenga la población, es de 2,1.
Chile tiene hoy la tasa de fecundidad más baja de Latinoamérica, 1,17 hijo por mujer (pero son estimaciones para 2021, según el censo de 2017, por eso el 0,88 eslo quese proyectaría para este año). El promedio de nacimientos mensuales del 2024 fue 11 mil, y hace una década era 20 mil. “Un descenso de 23% enunaño y de 51% desde 2015. Ningún país en el mundo ha tenido un declive tan rápido de la fertilidad”, dice la experta en la materia, Martina Yopo. Somos campeones mundiales de tener menos guaguas. Loinsólito es que en Chile este terremotosilencioso avanza sin que se lo enfrente ni mitigue. Nohay planes, no hay acciones, no hay proyectos para enfrentarlo seriamente, lo cual es paradójico, puestodoslos aspectos de lasociedad se verán afectados por esta tendencia demográfica.
Con mucha razón se ha destacado el acuerdo histórico en materia de pensiones, tras más de una década de tramitaciones, peroesta reforma, sin duda, será insuficiente cuando escasee la población joven: hará replantearse las políticas de jubilación de modo radical.
Además, impactará las políticas de salud y de educación: muchos colegios cerrarán por falta de estudiantes, además de quese haráimprescindible disponer de políticas de cuidados para los miles de adultos mayores que no cuenten con redes familiares de apoyo. El crecimientoeconómico, ciertamente, se verá afectado por la baja de población en edad activa. Y así, suma y sigue. Muchos países, conscientes de esta tendencia y sus severas implicancias, han tomado medidas; algunas resultan, otras no tanto, pero han puesto el tema en el centro de su agenda pública. China, Francia, Japón, por citar algunos ejemplos, están intentando revertir estas tendencias y mitigar sus consecuencias, dándoles suma urgencia. La OCDE -el club de países más prósperos, donde Chile está incluidoestá preocupada del tema, y esoqueelpromedio es de 1,58. ¿Y en Chile? Al parecer, tranquilos con el 0,88... O en estado de negación. Incluso, hay una disonancia completa, pues se atornilla al revés en hacer posible que más personas quieran tener hijos.
Tres ejemplos: que la ley de sala cuna universal aún no sea realidad en Chile, espe-cialmente porque una de las razones para no tener hijos (o más hijos) tiene que ver con el cuidado de los menores y el trabajo remunerado (Encuesta Bicentenario UC). “En Chile no están las condiciones sociales ni estructurales para tener y criar hijos”, ha concluido la académica Martina Yopo, algo que muchas mujeres saben por experiencia propia. Sin tener dónde dejarlos cuando trabajan fuera de la casa, muchas mujeres optan pornotenerhijos, o por tener menos hijos de los que quisieran, o por postergar la maternidad lo más posible. Esto implica nuevos desafíos en materia de fertilidad.
Justamente por aquello, resulta contraproducente el proyecto de ley presentado hace unos días por un grupo transversal de diputados -desde el FA a republicanos, que plantea la prohibición de la gestación subrogada, pero que también implica impedir la ovodonación y, según expertas y expertos, poneen riesgo los TRA (tratamientos de reproducción asistida), queestán al alza justamente por la postergación de la maternidad. (Bien por lassenadoras, todas ellas, que van aenmendarelrumbo con otro proyecto). Tan insólito como aquello es el proyecto de posnatal de un año (de otro grupo transversal de diputados), que haría aún más difícil para las mujeres encontrar trabajo, pues encarece-ría -y complejizaríael costo de tener una trabajadora mujer versus un trabajador hombre, haciendo aún más incompatible, en la realidad, tener hijos y trabajar remuneradamente para las mujeres.
Lo quese debería hacer, además de pararlos autogoles, es ver la magnitud del problema y salir del estupor, crear un grupo de tarea público-privado que, trasrevisarcon urgencia las políticas públicas comparadas que han funcionado en el mundo, proponga e implemente los cambios necesarios.
Evidentemente, dentro de aquello debe abordarse el fomento de la corresponsabilidad, la compatibilización del trabajo remunerado con el cuidado de niños y niñas (para hombres y mujeres), asícomo hacerse cargo de los desafíos para la salud pública en materia de fertilidad que muchas mujeres están enfrentando, dada la postergación de la edad para ser madres. Eso para partir. Esto no se trata de presionar a que las personas “deban” ser madreso padres, sino de hacerlo posible para quienes, queriendo ser padres y madres, no pueden hacerlo hoy.
Salir del 0,88 requiere darse cuenta del problema y elaborar una política de Estado, transversal y permanente, que ayude a cimentar, ni más ni menos, que el futuro de Chile, que son sus niños y niñas..