Autor: Cynthia Rimsky
Cynthia Rimsky...
Cynthia Rimsky... VIENE DE E 1comedia romántica de vanguardia”. A Rimsky le gusta esa idea y advierte que no puede contar exactamente toda la trama de su novela: “Una artista y un plomero se hacen grandes peguntas sobre el amor y el arte en un pueblito que está en la fiesta del pastelito. Trasladé a la trama zonas de claridad y confusión hasta llegar a preguntarme sobre lo que pasa con la duda y la confusión en esta época de tanta certeza y afirmación. Pero si me pides que diga de qué se trata Clara y difusa, soy un desastre”, cuenta.
Bárbaro, genial, divinoNacida en 1962, periodista de la Universidad de Chile, militante del MAPU y del grupo socialista Coordinadora Nacional de Regionales en los 80, residente en Argentina desde 2012, la vida de Rimsky ha estado marcada por el viaje, y los viajes marcan su literatura.
En 1985 fue a Nicaragua a ver en vivo y en directo la Revolución Sandinista y treinta años después usó ese material para la novela “La revolución a dedo”; mientras que en su primer libro, “Poste restante”, la narradora viaja a Ucrania a buscar los restos de su familia. “Ramal” (2013), otro de sus libros más celebrados, está organizado en torno al ramal del tren Talca-Constitución, que Rimsky recorrió profusamente.
Sus últimas novelas, “El futuro es un lugar extraño” y “Yomurí” ambas galardonadas con el Premio Mejores Obras Literarias del Consejo Nacional del Libro tienen una deriva humorística rocambolesca, pese a que sus tramas parecieran tan graves: la primera sigue a una exmilitante de izquierda que en los 90 intenta recordar sus años en la resistencia en los 80, y en la segunda, el reencuentro de una hija y un padre se topa con los activistas por una causa muy parecida a la mapuche. Al recibir el Premio Herralde, contó que el humor se estaba volviendo un método de trabajo en su escritura. ¿Cómo llegó a ese tono?“Vengo de la dictadura de Pinochet, esa fue mi formación. Yo tenía 17 años y estaba militando, a un nivel pequeño, no fui una heroína ni nada por el estilo. Todo eso era muy épico, yo creía en la revolución, y después de que todo eso se vino abajo la única posibilidad fue la ironía.
Creo que, en la medida en que fui adentrándome en ese tema en las novelas El futuro es un lugar extraño, La revolución a dedo y Yomurí, fui trabajando una mirada que califico como distanciada, irónica y cariñosa. Lo que no quería era hacer cosas memorísticas, como recuperar la memoria de esos años, eso no me interesa. Me interesa mirarlo a partir de personajes sin poder, de personajes que no tuvieran ninguna relevancia; entonces, mezclé esa cosa mínima con lo distanciado y llegué hasta un tono irónico. Creo que hace bien reírse de eso, dudar de lo que nos han contado, relativizarlo. Es sano”. De hecho, la novela “El futuro es un lugar extraño” tiene a una protagonista que ha olvidado sus años como militante en la resistencia a la dictadura. “Era difícil cómo contar la posdictadura, y claro que tengo una montón de anécdotas increíbles, pero no quería hacer un libro de anécdotas.
Ahí se me ocurrió que el problema no eran las anécdotas, sino que lo que yo quería saber era imposible: cuando caminé a ese punto entre dos calles, que no me acuerdo cuáles son, y del otro lado venía otra persona, y que yo venía con el corazón palpitando, porque era mi primer punto militante, y resulta que era un compañero de escuela. Y los dos nos dijimos por el apodo político. Lo que a mí me interesaba era contar qué es lo que estaba pensando en esa cuadra, qué sentía físicamente, si me dolía algo, qué había comido y eso es irrecuperable. Por eso pensé, es alguien que olvida, porque eso no se recupera.
Casi todas sus novelas y libros tienen en el centro de su trama un desplazamiento de los personajes y usted misma ha sido una viajera. ¿Qué ha significado para usted el viaje en términos literarios?“La distancia me viene bien. Si no, me angustio. Me permite poder estar, poder escribir, poder vivir. Ahí surge la mirada, que es muy importante en mis libros.
Y la mirada se logra con la distancia y cuando hay un trayecto”. Cuando me habla de la mirada, ¿alude a una característica de sus libros en que la trama siempre parece escurridiza y casi todo se juega en modo de escritura?“Yo creo que tiene que ver con la manera que tengo de escribir, que es que nunca tengo claro nada. Empiezo a escribir y se me van ocurriendo cosas, no tengo idea dónde voy. Ese es un primer movimiento, no saber dónde voy ni de qué se va a tratar la novela.
Últimamente, a partir de Yomurí, ese movimiento que podría ser un defecto, incluso angustiante, lo convertí en una virtud: cada vez que siento en que me aproximo a que sé de lo que voy a escribir, hago una digresión, tuerzo el camino y me voy a algo nuevo.
Por eso no se puede decir de qué se tratan mis libros, porque siempre vanEL FUTURO ES UN LUGAR EXTRAÑOCynthia RimskyLiteratura Random House, 180 páginas, $14.000 NOVELARAMALCynthia RimskyFCE, 161 páginas, $6.900NOVELAYOMURÍCynthia RimskyLiteratura Random House, 264 páginas, $17.000 NOVELALiteratura Random House, 116 páginas, $14.000 NOVELACynthia Rimsky enmoto por los caminos de Azcuénaga, un pueblo ubicado a poco más de una hora de Buenos Aires, donde vive la escritora.
Cynthia Rimskycompartió el Premio Herralde con la española Xita Rubert, que lo recibió por la novela “Los hechos de Key Biscayne”. EFEÚRUBMARAAÍRAMEs interesante cómo una escritura relegada siempre a que es difícil o confusa, o compleja, hoy una editorial que tiene un prestigio diga: no. Eso me parece que es muy valioso para escritores que vienen después de mí, más jóvenes”. En Chile el criollismo pesa, Sigue tu deseo. Para mí ha de fútbol y ve lo que pasa. nunca. Pesa mucho. En vuelve y vuelve, no se va Argentina hay un desenfado.
Si quieres escribir sobre la pelota de fútbol, escribe sobre la pelota influido mucho lo argentino, por ejemplo, en la idea de la extrañeza, en escribir más naturalmente”. Me interesa mirar los 80 a que no tuvieran ninguna partir de personajes sin poder, relevancia; entonces, mezclé esa cosa mínima con lo distanciado y llegué hasta un tono irónico. Creo que hace bien reírse de eso, dudar de lo que nos han contado, relativizarlo. Es sano”. derivando.
Me dijeron que si Yomurí hubiera sido solo la historia de la hija y un padre, habría sido un best seller, que para qué me metí en la otra historia, pero no quería que fuera la historia de una relación padre e hija, no me interesa eso. Me interesa el mundo, no me interesa tanta intimidad, ni las cosas familiares.
Y a partir de ahí, escucho en la radio algo, veo una imagen, y derivo nomás, así, cara de palo”. Pero en “Yomurí” hay varios temas, y el título alude a un pueblo del sur de Chile que podría estar en al zona de La Araucanía, donde el conflicto mapuche está en llamas. ¿Era un plan ironizar y quitarles la épica a las militancias ante esa causa?“Eso se me ocurrió en el camino. Soyincapaz de ver lo que escribo. No trabajo así, sino que a partir de ciertas imágenes.
Cuando estaba súper cruenta la represión contra los mapuches, y todo los bienpensantes estaban haciendo declaraciones en favor de los mapuches, de repente dije: Pucha, pero Temuco está a 800 kilómetros, ¿por qué la gente no va para allá?. Me puse a ver videos de las recuperaciones de terrenos y uno espera encontrarse con una guerra, y es todo medio a cámara lenta, medio desordenado. Y ahí me acordé de Raúl Ruiz, que habla de los actos discontinuos. Voy trabajando así. No en el realismo”. Además de Ruiz, ¿qué otras filiaciones encuentra en la literatura chilena?“Voy sacando de todas partes. Para Yomurí trabajé con Miltín, de Juan Emar, y Setenta muertos en una escalera, de Carlos Droguett, que es potentísima. Siempre tengo muy presente el libro de Guadalupe Santa Cruz Quebradas. La cordilleras den andas, y ese tema de descubrir la poética de las voces. Y otros, como María Moreno, César Aira, Pablo Katchadjian. Esos son autores argentinos. ¿Qué tan importante ha sido para usted encontrarse con la literatura argentina? ¿ Cuánto ha influido en su escritura el vivir en Argentina?“Muy importante. En Chile, el criollismo pesa, vuelve y vuelve, no se va nunca. Pesa mucho. En Argentina hay un desenfado. Si quieres escribir sobre la pelota de fútbol, escribe sobre la pelota de fútbol y ve lo que pasa. Sigue tu deseo. Para mí ha influido mucho lo argentino, por ejemplo, en la idea de la extrañeza, en escribir más naturalmente. También en la idea de trabajar de forma más relajada. El medio chileno es mucho más engrifado. Acá me siento más distendida, siento que puedo escribir de cualquier cosa y no pasa nada. Se arma una discusión, pero no hay rencilla, nadie me da vuelta la cara en la calle para no hablarme más. También pensaba que no es Argentina, sino irte de tu país. Cuando uno se va, se te abre la mirada, se establece una distancia.
En Chile, tienes unas maneras de hablar, unos recovecos, una cosas medias ladinas, es muy surrealista, no siempre dice lo que dice, tiene cosas súper interesantes, que yo trato de que estén en todas mis novelas. Pero cuando uno está muy cerca, duele.
Es unpaís muy injusto, las clases sociales están muy marcadas, todo cambia para que nada cambie, todo es muy conservador”. ¿Qué tan importante fue para usted el viaje a Nicaragua en los 80? ¿ La decepcionó políticamente?“Fue raro, bien angustioso. Fui en un momento súper idealista a conocer la Revolución Sandinista, que además era como la revolución. No era la Revolución Cubana, la soviética, era una local, como una tercera vía. Y llegué allá y no encontré nada de lo que yo esperaba. Hubiera sido mucho más simple que la revolución me desengañara, porque no había nada allá, pero me di cuenta de que por qué iba a encontrar algo que yo solo había imaginado. Era una locura. Fue muy conflictivo. Por otra parte, pensaba que estaba mirando como una pequeña burguesa, qué derecho tenía yo de exigirle que sea como lo soñé. Por eso me demoré como 30 años en escribirlo.
Pero no tiene que ver con la decepción: dejé de creer en esa parte mía que anteponía los ideales a la realidad y se me apareció justamente la idea contraria: que lo real era maravilloso, mucho más maravilloso que la ideología y mis expectativas”. ¿Qué significa haber escrito contra el mercado, como dijo hace unos minutos?“Yo no he tenido un deseo explícito por hacerlo, siempre he escrito como me ha salido. A mí me ha sido muy difícil publicar. La mayoría de mis libros me los han rechazado en editoriales, porque dicen que no son vendibles. Hasta que llegué a Penguin.
Incluso las editoriales alternativas me rechazan los libros”. Habló de los escritores que vienen después de usted, ¿cómo ve el panorama narrativo chileno más joven?“Cuando me vine a Argentina, hubo tres palabras que me impresionaron: bárbaro, genial y divino. Me di cuenta de que en Chile nunca había usado esas palabras. Que todo es crítica, todo es negativo. Y empecé a usar esas palabras, bárbaro, genial, divino. Y como que me cambió el espíritu. Sería bueno que nos elogiáramos, no por las puras, sino destacar las cosas buenas, hacer una cosa más cariñosa, más amable. Hay una cuestión de grupos cerrados, de miradas recelosas, y creo que eso entorpece una riqueza de escritura y de autores que hay en Chile”.. LA REVOLUCIÓN A DEDO