COLUMNAS DE OPINIÓN: Víctimas fuera del mapa
COLUMNAS DE OPINIÓN: Víctimas fuera del mapa C reer que la delincuencia es la única forma de violencia es un error que nos entrampa.
Tal reducción empobrece el conocimiento público y el Estado se condiciona a responder usando un mapa mal trazado cuya escala deja fuera otras formas de violencia que alteran y dañan nuestras vidas cotidianas, como la violencia en la escuela, en la familia, la violencia de género y discursiva. El Estado conoce estas violencias, pero el problema es de énfasis: la violencia delictual domina el debate y se vuelve una puntada tensa en el complejo y fino tejido de la sociedad.
El problema fundamental es que el Estado aborda primero lo que puede castigar, probablemente porque su rendimiento es más visible y cuantificable, pero al hacerlo descuida lo que necesita reparar: las agresiones que ocurren entre las personas, entre sus ciudadanos, en el entramado de la vida social. Las consecuencias del fuerte énfasis en la violencia delictual son graves.
Se despliega un Estado que a veces reacciona, que rara vez previene, que no atiende las causas profundas de sus problemas, y que, al centrarse solo en la delincuencia, origina otro problema, una nueva desigualdad: una jerarquía entre víctimas. Sin duda es preciso tener un tratamiento específico para distintas víctimas, porque hay diferentes historias y daños, pero en esa distinción, todas las víctimas tienen que ser consideradas de igual manera. Y cuando el Estado y el discurso público miran la violencia en ese mapa bordado a la rápida, entonces emerge un tratamiento desigual de las víctimas que, en rigor, revictimiza. La actitud y rapidez con que atendemos a quienes sufren diferentes formas de violencia hace una diferencia en la superación del daño y quiebra patrones de conducta asociadas a emociones mal gestionadas. Por ejemplo, si un niño sufre violencia en su casa, y asistimos a tiempo y de buena manera esa herida, es posible prevenir que él se convierta en un adulto maltratador. Aun cuando no se pueda evitar toda forma de violencia, el Estado tiene la responsabilidad de intervenir para no revictimizar, perpetuar, reproducir, ni aumentar la violencia que acontece en espacios de interacción cotidiana.
Si queremos responder adecuadamente a la violencia, necesitamos ampliar la escala del mapa donde ella ocurre y entender que la seguridad no es solo control policial, que la prevención no es solo disuasión, y que la reparación no puede ser selectiva. Con un Estado que no borda pacientemente su futuro, no es solo una puntada la que se tensa, puede llegar a ser un hilo que se corta. Y si se corta, el tejido se nos deshace.
Víctimas fuera del mapa Nicole Gardella Directora de Incidencia Pública y Cátedras Escuela de Gobierno UAI "Si queremos responder adecuadamente a la violencia, necesitamos ampliar la escala del mapa donde ella ocurre y entender que la seguridad no es solo control policial"..