La columna de ...
La columna de. .. En un mundo cada vez más complejo y desafiante, a menudo nos encontramos debatiendo entre el conjunto de principios y valores éticos que guian tus decisiones y comportamientos y lo que se centra en la eficacia y la optimización. Priorizar la humanidad no es solo un ideal noble, sino una imperiosa necesidad para construir sociedades justas y sostenibles. El pragmatismo, si bien valioso para la implementación, debe ser una herramienta al servicio de nuestros valores fundamentales y no el motor principal de nuestras decisiones. Lo primero que imaginamos a favor de la primacía de la humanidad radica en que la ética es el cimiento inquebrantable de cualquier sociedad cohesionada. Cuando las decisiones se toman exclusivamente bajo el lente del pragmatismo, sin considerar el impacto humano, corremos el riesgo de deshumanizar las políticas y las relaciones.
Pensemos en la crisis migratoria: un enfoque puramente pragmático podría llevar a soluciones expeditivas que ignoran el sufrimiento de miles de personas, mientras que una perspectiva humanitaria buscaria proteger la dignidad y los derechos de cada individuo, incluso en las circunstancias más adversas. La empatía y la compasión no son debilidades, sino fortalezas que nos permiten construir puentes, fomentar la cooperación y evitar la fractura social. Luego, la priorización de la humanidad garantiza la sostenibilidad a largo plazo frente a los beneficios cortoplacistas. El pragmatismo desmedido a menudo se enfoca en resultados inmediatos, sin medir las consecuencias a futuro. Un ejemplo claro lo encontramos en las políticas medioambientales: la búsqueda de ganancias rápidas puede llevar a la explotación desmedida de recursos naturales, ignorando el impacto devastador en el planeta y en las generaciones futuras. Un enfoque que ponga a la humanidad en primer lugar reconoceria nuestra interacción con el entorno y la necesidad de protegerlo para asegurar la calidad de vida de todos, ahora y en el porvenir. Es una inversión en nuestro propio futuro. Otro argumento, poner la humanidad por delante es esencial para la construcción de confianza y legitimidad en cualquier sistema. Ya en la política, en la economía o en la justicia, las instituciones que demuestran una preocupación genuina por el bienestar de las personas son las que gozan de mayor credibilidad y apoyo. Cuando percibimos que las decisiones se toman pensando en nuestro bienestar y derechos, aumenta la participación civica y disminuye la polarización. Por el contrario, un pragmatismo ciego a las necesidades humanas puede generar desconfianza, resentimiento y, en última instancia, el deterioro de la cohesión social. La legitimidad no se impone; se gana con acciones que reflejan un compromiso con los valores humanos. En suma, si bien el pragmatismo es una herramienta útil para la ejecución eficiente, nunca debe sustituir a la humanidad como principio rector. La ética como cimiento, la sostenibilidad a largo plazo y la construcción de confianza son razones poderosas para que nuestras acciones y decisiones estén siempre inspiradas por una profunda consideración por el ser humano. Solo asi podremos construir un futuro donde la eficiencia no esté reñida con la equidad, y el progreso no signifique sacrificar nuestra esencia como personas. La humanidad, siempre, debe ser nuestra primera y última consideración.
P.S. (no se confundan, P.S. significa 'post scriptum', es decir, después de lo escritol: El título de la columna "Antes, humanidad; luego, pragmatismo", lo escribiré en otros idiomas, con la esperanza secreta de que sea leído, comprendido, transmitido y retransmitido a otros rincones. "Uneltu, chengey ta che; fey ula, pewfaluwi". "First, humanity; then, pragmatism". "D'abord, l'humanité; ensuite, le pragmatism", "Erst, Menschlichkeit; dann, Pragmatismus", "Primeiro, humanidade; depois, pragmatismo", "Prima, umanità; poi, pragmatismo". RAÚL CAAMAÑO MATAMALA, PROFESOR UNIVERSIDAD CATÓLICA DE TEMUCO.