Autor: Matías Concha P.
“El Hogar de Cristo me dio una familia y una razón para seguir”
“El Hogar de Cristo me dio una familia y una razón para seguir” LETICIA DICE QUE HA INCULCADO ASU HIJA LOS MISMOS VALORES principio no lo entendí, en la calle, pensé que era un abandono.
Pero hay que entender que en aquellos tiemLeticia revive esos mopos la pobreza era absolumentos con una mezcla ta; no teníamos ni para code gratitud y nostalgia. mer ni para vestirnos, no Para miles como ella, el teníamos nada. Recuerdo Hogar de Protección de que repetí tercero básico Niñas del Hogar de Cristo, porque no me mandaban ubicado en un sector rual colegio. O, si iba, volvía ral de la comuna de Floriy no había nadie en casa, da, a 33 kilómetros de asíes que me pasaebl adí a Concepción, fue más queuna institución. Fue una puerta hacia una vida digha y segura. “Nos daban educación, cuidados y, sobre todo, la convicción de que nosotros merecíamos ser queridos”, agrega.
Este espacio, rodeado de naturaleza, se convirtió en el refugio para muchas niñas que, como Leticia, encontraron en ese lu-gar la estabilidad que tanto necesitaban. -¿Cómo era la vida en el Hogar de Niñas? -Al principio me costó entender por qué el resto de mis primos no estaban internados, pero con el tiempo aprendí que fue lo más lindo que me podría haber pasado en la vida.
Hasta octavo básico estábamos en el campo. eticia Sepúlveda es un testimonio vivo del der transformador del Hogar de Cristo en la región del Biobío, obra social cuya acción empezó en 1963, cuando el jesuita belga Josse Van der Rest vio la urgente necesidad de iniciar un espacio que recibiera a personas en situación de calle. Así, junto a las hermanas Ursulinas de Chiguayante, levantóla primera hospedería de hombres en Concepción, que se ubicó originalmenteen calle Rengo. En 1969, con el apoyo del Arzobispado, se mudaron a Manuel Rodríguez 50, junto a la capilla El Carmen. Fue entonces cuando la hermana ursulina Juanita de Boeck asumió la dirección. Con su incansable trabajo, no solo consolidó la hospedería, sino que también abrió un centro asistencial para enfermos terminales y fundó hogares para niños y niñas en la región del Biobío. Leticia fue una de ellas. “Llegué al Hogar de Niñas a los 7 años, cuando aún se llamaba Villamávida -comenta Leticia, hoy de 51años de edad.
Estuve ahí hasta los 18, estudié y me formaron. ¿Y sabes qué? Doy gracias a Dios por el Hogar de Cristo, porque, aunque para muchos suene escandaloso, fue en ese hogar de menores donde encontré una verdadera familia”. -¿Por quéllegaste al Hogar de Cristo? -Mi mamá es una mujer discapacitada y analfabeta, que estaba obligada a trabajar como asesora del hogar, sin descanso. Por eso, mi tía se hizo car-go de mí y me internó enel Hogar de Cristo.
AlNos daban educación, cuidados y, sobre todo, la convicción de que nosotros merecíamos ser queridos”. La monjita que dirigía el Hogar de Cristo, la hermana Juanita de Boeck, que en ese tiempo lideraba el Hogar de Cristo y fue como una segunda mamá para mí, me recibió diciendo: “Bienvenidaa su casa, hija”. Juanita de Boeck, de las Ursulinas de Chiguayante, fue clave en cimentar el Hogar de Cristo en la región del Biobío.
A partir del 1 de marzo de 1969, asumió el cargo de directora del Hogar de Cristo en Concepción y con aportes financieros traídos desde Bélgica, además de la ayuda de los socios y de la comunidad penquista, logró promover e instalar la causa en Concepción. Así, de forma paulatina, se crearon cinco hogares de menores. La religiosa contaba que al llegar a Chile, en 1969, fue conociendo y valorando la fi-gura y el tremendo aportesocial del padre AlbertoHurtado. “Leí su vida y traté de conocer todo sobre él y desde entonces trato de seguir su ejemplo”, escribió antes de su muerte, en 2019. “La hermana Juanita no solo nos daba techo y comida, también nos enseñaba a ser autosuficientes. Recuerdo que los fines de semana nos traía frutas y cosas ricas, y esosA JUANITA DE BOECK, QUIEN ASUMIÓ EN 1969 LA DIRECCIÓN DEL HOGAR. siona, pero eso no importa. Lo que realmente vale son los valores que intento inculcarle, los mismos que aprendí en el Hogar deCristo: la constancia, la solidaridad y el esfuerzo. Ella es jugadora de hándbol y fue seleccionada regional en su categoría por el colegio, así de talentosa es.
Leticia comenta que cionaria pública en el Ser“hoy, la pobreza ha camvicio Nacional de Capacibiado: el abandono de los tación y Empleo (Sence). mayores, las catástrofes Para ella, cada paso damedioambientales y los does un homenajea quiejóvenes atrapados por el nes creyeron en su capacinarcotráfico son los grandad, y hoy busca transmides problemas sociales”, tiresos mismos valores de asegura.
“Yo abogo por perseverancia y humaniesos niños que no van ala dad a su hija. escuela, que están solos. -¿Tu hija sabe todo lo Sin el Hogar de Cristo, que has vivido? ¿ quién luchará por -No sé si ella lo dimenellos?”, concluye. 80 AÑOS DE APOYO La historia de Leticia refleja el impacto que el Hogar de Cristo hatenido en la región del Biobío. Comoella, miles de personas han encontrado apoyo, cuidado y oportunidades a través delos programas de la organización fundada por Alberto Hur-tado en 1944.
En 2023, la fundación atendió a cerca de 1.600personas al mes en la región, con el apoyo de 245 voluntarios, il personas involu445 estudiantesen práctica y más de 10 cradas en proyectos, seminarios y charlas. empezó en el Hogar de Cristo, donde encontró una segunda familia y aprendió a ver la vida desde el esfuerzo y la empatía.
Con su formación en Administración de Programas Sociales de la Universidad Católica y su título de Trabajadora Socialde la Universidad San Se-bastián, lleva 12 años desempeñándose como fun-ME JUANITADE BOECK FUE CLAVE PARA EL HOGAR DE CRISTO EN BIOBÍO. días eran todo un evento. los hogares de adultos maA veces llegaba con denyores y de niños.
Eso fue lo tistas, médicos o profesomás importante para mí, res, e incluso con maesporque mucha gente cretros de música, tejido, aryó en mí, fueron tantas las tesanía, guitarra o cerápersonas que me dieron mica”, relata Leticia. oportunidades. “La idea era que siempre estuviéramos aprendiendo algo nuevo, porLeticia trabajó durante 12 que a ella le importaba años en el mismo Hogar mucho que fuéramos aude Cristo que la vio cretosuficientes. Por ejemcer, entregando apoyo a plo, cada una de nosotras niños vulnerados en sus tenía un árbol y un almaderechos y a adultos macigo que debíamos cuidar, yores abandonados en zoregar y desmalezar. Tamnas rurales y periféricas bién subíamos el cerro pade Concepción. ra buscar y alimentar a los animales. Fue una infancia feliz”, destaca. -¿Hasta qué edad vivisteen el Hogar de Cristo? -Estuve hasta los 18 años, porque sentí que yaera momento de darles la oportunidad a otras niñas y cortar el cordón umbilical.
Como había estudiado en el liceo técnico y me formé como técnica en servicio social, me ofrecieron la oportunidad detrabajar con las asistentes sociales del Hogar de Cristo, para seguir apoyando enLa hermana Juanita también nos enseñaba a ser autosuficientes.
Los fines de semana nos traía frutas y cosas ricas, y esos días eran todo un evento”. Más adelante, asumió la responsabilidad de encargada social en Villa Giacaman, en Hualpén, un centro que acogía a 33 hombres y 23 mujeres, la mayoría de ellos postrados o con dificultades cognitivas. “Fue entonces cuando decidí estudiar Trabajo Social y obtener mi título. Estudiaba de noche y trabajaba de día, en una época donde no había becas ni subsidios. No fue fácil, arrendaba una pieza en un departamento y aprovechaba el poco tiempo que me quedaba para estudiar”, recuerda Leticia. -¿Retomaste el contactocontu mamá? -Por supuesto. Soy su principal cuidadora; me encargo de todo, desde sus remedios hasta su limpieza. Aunque no pudo criarme, me dio la vida y estoy agradecida por eso. No la juzgo, me pongo en su lugar. Era una mujer sola, conuna discapacidad que le impedía comunicarse o escuchar. Hoy yo también soy mamá, y sé que noes fácil estar sola. Por eso, intento inculcarle a mi hija lo mismo que aprendí en el Hogar de Cristo: ponerse en el lugar del otro. Hoy, además de ser mamá de Josefa, de 12 años, Leticia ha recorrido un largo camino, uno que.
Con 51 años, la historia de Leticia Sepúlveda es una de tantas que destacan el impacto de los 80 años que este octubre cumple el Hogar de Cristo, una obra social que sigue transformando vidas en Concepción y en todo Chile.
DE PERSEVERANCIA Y SOLIDARIDAD RECIBIDOS EN EL HOGAR, NIÑAS Y NIÑOS DEL HOGAR DE CRISTO DURANTE UN PASEO JUNTO Con 51 años, la historia de Leticia Sepúlveda es una de tantas que destacan el impacto de los 80 años que este octubre cumple el Hogar de Cristo, una obra social que sigue transformando vidas en Concepción y en todo Chile.
DE PERSEVERANCIA Y SOLIDARIDAD RECIBIDOS EN EL HOGAR, NIÑAS Y NIÑOS DEL HOGAR DE CRISTO DURANTE UN PASEO JUNTO “El Hogar de Cristo me dio una familia y una razón para seguir” LETICIA DICE QUE HA INCULCADO ASU HIJA LOS MISMOS VALORES principio no lo entendí, en la calle, pensé que era un abandono.
Pero hay que entender que en aquellos tiemLeticia revive esos mopos la pobreza era absolumentos con una mezcla ta; no teníamos ni para code gratitud y nostalgia. mer ni para vestirnos, no Para miles como ella, el teníamos nada. Recuerdo Hogar de Protección de que repetí tercero básico Niñas del Hogar de Cristo, porque no me mandaban ubicado en un sector rual colegio. O, si iba, volvía ral de la comuna de Floriy no había nadie en casa, da, a 33 kilómetros de asíes que me pasaebl adí a Concepción, fue más queuna institución. Fue una puerta hacia una vida digha y segura. “Nos daban educación, cuidados y, sobre todo, la convicción de que nosotros merecíamos ser queridos”, agrega.
Este espacio, rodeado de naturaleza, se convirtió en el refugio para muchas niñas que, como Leticia, encontraron en ese lu-gar la estabilidad que tanto necesitaban. -¿Cómo era la vida en el Hogar de Niñas? -Al principio me costó entender por qué el resto de mis primos no estaban internados, pero con el tiempo aprendí que fue lo más lindo que me podría haber pasado en la vida.
Hasta octavo básico estábamos en el campo. eticia Sepúlveda es un testimonio vivo del der transformador del Hogar de Cristo en la región del Biobío, obra social cuya acción empezó en 1963, cuando el jesuita belga Josse Van der Rest vio la urgente necesidad de iniciar un espacio que recibiera a personas en situación de calle. Así, junto a las hermanas Ursulinas de Chiguayante, levantóla primera hospedería de hombres en Concepción, que se ubicó originalmenteen calle Rengo. En 1969, con el apoyo del Arzobispado, se mudaron a Manuel Rodríguez 50, junto a la capilla El Carmen. Fue entonces cuando la hermana ursulina Juanita de Boeck asumió la dirección. Con su incansable trabajo, no solo consolidó la hospedería, sino que también abrió un centro asistencial para enfermos terminales y fundó hogares para niños y niñas en la región del Biobío. Leticia fue una de ellas. “Llegué al Hogar de Niñas a los 7 años, cuando aún se llamaba Villamávida -comenta Leticia, hoy de 51años de edad.
Estuve ahí hasta los 18, estudié y me formaron. ¿Y sabes qué? Doy gracias a Dios por el Hogar de Cristo, porque, aunque para muchos suene escandaloso, fue en ese hogar de menores donde encontré una verdadera familia”. -¿Por quéllegaste al Hogar de Cristo? -Mi mamá es una mujer discapacitada y analfabeta, que estaba obligada a trabajar como asesora del hogar, sin descanso. Por eso, mi tía se hizo car-go de mí y me internó enel Hogar de Cristo.
AlNos daban educación, cuidados y, sobre todo, la convicción de que nosotros merecíamos ser queridos”. La monjita que dirigía el Hogar de Cristo, la hermana Juanita de Boeck, que en ese tiempo lideraba el Hogar de Cristo y fue como una segunda mamá para mí, me recibió diciendo: “Bienvenidaa su casa, hija”. Juanita de Boeck, de las Ursulinas de Chiguayante, fue clave en cimentar el Hogar de Cristo en la región del Biobío.
A partir del 1 de marzo de 1969, asumió el cargo de directora del Hogar de Cristo en Concepción y con aportes financieros traídos desde Bélgica, además de la ayuda de los socios y de la comunidad penquista, logró promover e instalar la causa en Concepción. Así, de forma paulatina, se crearon cinco hogares de menores. La religiosa contaba que al llegar a Chile, en 1969, fue conociendo y valorando la fi-gura y el tremendo aportesocial del padre AlbertoHurtado. “Leí su vida y traté de conocer todo sobre él y desde entonces trato de seguir su ejemplo”, escribió antes de su muerte, en 2019. “La hermana Juanita no solo nos daba techo y comida, también nos enseñaba a ser autosuficientes. Recuerdo que los fines de semana nos traía frutas y cosas ricas, y esosA JUANITA DE BOECK, QUIEN ASUMIÓ EN 1969 LA DIRECCIÓN DEL HOGAR. siona, pero eso no importa. Lo que realmente vale son los valores que intento inculcarle, los mismos que aprendí en el Hogar deCristo: la constancia, la solidaridad y el esfuerzo. Ella es jugadora de hándbol y fue seleccionada regional en su categoría por el colegio, así de talentosa es.
Leticia comenta que cionaria pública en el Ser“hoy, la pobreza ha camvicio Nacional de Capacibiado: el abandono de los tación y Empleo (Sence). mayores, las catástrofes Para ella, cada paso damedioambientales y los does un homenajea quiejóvenes atrapados por el nes creyeron en su capacinarcotráfico son los grandad, y hoy busca transmides problemas sociales”, tiresos mismos valores de asegura.
“Yo abogo por perseverancia y humaniesos niños que no van ala dad a su hija. escuela, que están solos. -¿Tu hija sabe todo lo Sin el Hogar de Cristo, que has vivido? ¿ quién luchará por -No sé si ella lo dimenellos?”, concluye. 80 AÑOS DE APOYO La historia de Leticia refleja el impacto que el Hogar de Cristo hatenido en la región del Biobío. Comoella, miles de personas han encontrado apoyo, cuidado y oportunidades a través delos programas de la organización fundada por Alberto Hur-tado en 1944.
En 2023, la fundación atendió a cerca de 1.600personas al mes en la región, con el apoyo de 245 voluntarios, il personas involu445 estudiantesen práctica y más de 10 cradas en proyectos, seminarios y charlas. empezó en el Hogar de Cristo, donde encontró una segunda familia y aprendió a ver la vida desde el esfuerzo y la empatía.
Con su formación en Administración de Programas Sociales de la Universidad Católica y su título de Trabajadora Socialde la Universidad San Se-bastián, lleva 12 años desempeñándose como fun-ME JUANITADE BOECK FUE CLAVE PARA EL HOGAR DE CRISTO EN BIOBÍO. días eran todo un evento. los hogares de adultos maA veces llegaba con denyores y de niños.
Eso fue lo tistas, médicos o profesomás importante para mí, res, e incluso con maesporque mucha gente cretros de música, tejido, aryó en mí, fueron tantas las tesanía, guitarra o cerápersonas que me dieron mica”, relata Leticia. oportunidades. “La idea era que siempre estuviéramos aprendiendo algo nuevo, porLeticia trabajó durante 12 que a ella le importaba años en el mismo Hogar mucho que fuéramos aude Cristo que la vio cretosuficientes. Por ejemcer, entregando apoyo a plo, cada una de nosotras niños vulnerados en sus tenía un árbol y un almaderechos y a adultos macigo que debíamos cuidar, yores abandonados en zoregar y desmalezar. Tamnas rurales y periféricas bién subíamos el cerro pade Concepción. ra buscar y alimentar a los animales. Fue una infancia feliz”, destaca. -¿Hasta qué edad vivisteen el Hogar de Cristo? -Estuve hasta los 18 años, porque sentí que yaera momento de darles la oportunidad a otras niñas y cortar el cordón umbilical.
Como había estudiado en el liceo técnico y me formé como técnica en servicio social, me ofrecieron la oportunidad detrabajar con las asistentes sociales del Hogar de Cristo, para seguir apoyando enLa hermana Juanita también nos enseñaba a ser autosuficientes.
Los fines de semana nos traía frutas y cosas ricas, y esos días eran todo un evento”. Más adelante, asumió la responsabilidad de encargada social en Villa Giacaman, en Hualpén, un centro que acogía a 33 hombres y 23 mujeres, la mayoría de ellos postrados o con dificultades cognitivas. “Fue entonces cuando decidí estudiar Trabajo Social y obtener mi título. Estudiaba de noche y trabajaba de día, en una época donde no había becas ni subsidios. No fue fácil, arrendaba una pieza en un departamento y aprovechaba el poco tiempo que me quedaba para estudiar”, recuerda Leticia. -¿Retomaste el contactocontu mamá? -Por supuesto. Soy su principal cuidadora; me encargo de todo, desde sus remedios hasta su limpieza. Aunque no pudo criarme, me dio la vida y estoy agradecida por eso. No la juzgo, me pongo en su lugar. Era una mujer sola, conuna discapacidad que le impedía comunicarse o escuchar. Hoy yo también soy mamá, y sé que noes fácil estar sola. Por eso, intento inculcarle a mi hija lo mismo que aprendí en el Hogar de Cristo: ponerse en el lugar del otro. Hoy, además de ser mamá de Josefa, de 12 años, Leticia ha recorrido un largo camino, uno que.