Una durísima quiebra ayudó a este contador a armar dos nuevas empresas
Una durísima quiebra ayudó a este contador a armar dos nuevas empresas "Me decían que me fuera de Chile y volviera en cinco años", recuerda académico de la UAI Una durísima quiebra ayudó a este contador a armar dos nuevas empresas WVVILHEM_ KRAUSE WVVILHEM_ KRAUSE WVVILHEM_ KRAUSE uando la empresa de Pablo Fuen05% quebró a mediados de 1996 fue también un colapso personal.
Con $32 millones en deudas, cheques protestados y ningún ingreso, amigos y asesores le sugirieron algo drástico: abandonar el país y dejar que el tiempo borrara su historial financiero. "Me decían que volviera en cinco años, cuando mis papeles estuvieran limpios", recuerda. Fuenzalida, magíster en sicología de las organizaciones y contador auditor de formación, había sido un emprendedor precoz: una fábrica de confecciones a los veinte, una imprenta poco después.
Era, admite, "muy bueno para vender, pero pésimo para ordenar las finanzas". Cuando el flujo de caja cesó se vio forzado a vender equipos, entregar su único auto en prenda y presentarse, uno por uno, ante acreedores y bancos con un plan de pago. Durante tres años llevó libros contables para terceros, impartió clases y aceptó encargos menores, mientras su pareja de entonces, Catalina, vendía detergentes puerta a puerta. Ese esfuerzo conjunto le permitió saldar cada peso. "No le quedé debiendo a nadie", asegura. Alrededor de 2001 su trayectoria dio un nuevo giro: el desarrollo del potencial humano dentro de las organizaciones. Según dice, percibió que podía fusionar su experiencia en estrategia empresarial con un enfoque en las dinámicas socioemocionales para acompañar a líderes y equipos.
Hoy Fuenzalida está al frente de Dinámicas Humanas y De Human Lab, consultoras que emplean a 35 personas y se enfocan en "desafíos organizacionales de crecimiento, transformaciones culturales y desarrollo de equipos de trabajo". Además es socio con su hermano en una empresa de turismo en la Patagonia, panelista de "Emprender es Clave", de Radio La Clave, y profesor de la Universidad Adolfo Ibáñez. ¿Qué lecciones que le dejó la quiebra? "La primera lección: el orden interno y el control de las finanzas, para dejar que la empresa crezca y no sacarle plata antes de tiempo.
La segunda son los valores: en los momentos más duros, igual actuar con principios; yo me podría haber ido, pero me sirvió mucho afrontar distintas conversaciones para hacerme cargo de mi responsabilidad si yo me había sobreendeudado. Y la tercera es la habilidad de vender; a mí me gusta decir que es encontrar aquello que realmente las organizaciones necesitan para poder ofrecérselo.
Yo sentía, más que vender, que lograba que me compraran, porque era capaz de identificar muy bien esas era capaz de identificar muy bien esas era capaz de identificar muy bien esas era capaz de identificar muy bien esas ¿ Colapsado? Hay técnicas para tomar aire, enfocarse y seguir adelante. uno se puede reinventar, necesidades". ¿Qué experiencias propias aplicó al reinventarse? "Lo primero fue tomar toda la experiencia de la quiebra, eso fue muy valioso. Identifiqué que tenía habilidades de consultoría estratégica y, al mismo tiempo, habilidades socioemocionales para acompañar a cargos importantes que son bastante solitarios.
Me dije: podemos llegar a dar un servicio para que las personas puedan desarrollar talento". ¿Qué consejos le da a quienes pasan por una quiebra? "Lo primero es que es algo muy duro, pero desde más abajo de cero es súper posible. En vez de quedarse pegado en lo que pasó, hay que aprender de esa historia para no volver a cometer los mismos errores. Eso es lo más relevante cuando alguien quiebra. Y lo segundo, volver al espacio de la creatividad y de la innovación para seguir desarrollando cosas". ¿Cómo se logra eso? "Con una tremenda gestión emocional. Si hay algo que hice bien fue gestionarme emocionalmente para salir de la frustración, de la culpa -tenía una culpa horrible-, volver a entusiasmarme y conectarme más con lo que me apasiona.
Así volví a sentir entusiasmo por desarrollar algo que fuera de cero". Uno suele asociar la gestión con temas empresariales, no tanto con las emociones. tanto con las emociones. tanto con las emociones. 2 ú Z E ú E) y) 3 o) Z z z "Antes era muy bueno para vender, pero pésimo para ordenar las finanzas" admite Pablo Fuenzalida. "Inteligencia emocional es la capacidad de poder transformar emociones que te pueden estar limitando -la culpa, el miedo, la tristeza crónica y transformarlas para conectarte con emociones más expansivas, como la alegría, el entusiasmo, el coraje. Eso para mí es gestión emocional.
Es decir, aprender a reconocer las emociones, a cambiarlas dentro de uno, porque pasan en nuestra fisiología y te disponen positivamente para hacer cosas". ¿Cómo concreta alguien, eficazmente, una gestión emocional? "Hay prácticas concretas: con dos minutos que respires de una manera calmada en automático vas a ir generando una emoción de calma. También es clave hacer ejercicio y eventualmente cambiar la postura.
Muchos estudios neurocientíficos nos muestran cómo las emociones, en el fondo, están vinculadas a ciertas posturas corporales". Se dice que muchos gerentes no tienen regulado el tema de las emociones, aunque sean muy eficaces en su trabajo. "Ciertos estudios muestran que, cuando alguien está subiendo en la escala dentro de una organización, la empatía es una emoción que empieza a quedar desconectada, porque se enfoca demasiado en la tarea.
Yo promuevo que, para equilibrarse, quienes ejercen cargos de liderazgo alto deben tener un desarrollo personal y, sobre todo, desde el mundo de las emociones: eso sirve para alcanzar resultados cuidando a los equipos sin violentar a las personas o ser desconsiderados". Abrazo de la mariposa En contextos laborales exigentes, gestionar las emociones marca la diferencia entre reaccionar por impulso o responder con claridad, advierte Marisol Sagredo, sicóloga y escritora ((Wpsicologamarisolsagredo): "Muchas veces se confunde gestión emocional con control, como si lo ideal fuera no sentir tanto o hacer como si nada pasara, y eso enferma". En entornos de oficina, liderazgo o atención al público, apunta, reprimir lo que se siente puede pasar factura: "Lo importante es aprender a convivir con lo que sentimos sin que eso nos domine, pero tampoco reprimiéndolo". Una práctica simple que recomienda es escribir cada noche cómo nos sentimos frente a reuniones, plazos o conflictos. "Cuando nos volvemos conscientes, también nos volvemos más libres", establece.
Para momentos críticos -una presentación, una llamada difícil, un conflicto de oficina-, Sagredo sugiere la técnica del abrazo de la mariposa. "Se entrelazan los pulgares sobre el pecho, se respira profundo y se golpea suavemente la zona como si una mariposa aleteara". Aunque parezca mínimo, dice, ese gesto ayuda a oxigenar mejor el cuerpo y a baJar la ansiedad. "Con los golpecitos y la respiración profunda se descontractura la zona pectoral y el diafragma recibe más oxígeno", explica. Aplicarlo durante la jornada puede ser clave para recuperar el foco y evitar desbordes. "No se trata de dejar de sentir. Se trata de aprender a sentir sin hacernos daño", cierra..