EDITORIAL: El apagón que nos dejó a oscuras e incomunicados
EDITORIAL: El apagón que nos dejó a oscuras e incomunicados EDITORIAL El apagón que nos dejó a oscuras e incomunicados El apagón generalizado que afectó a gran parte de Chile este martes no sólo dejó a millones de personas sin electricidad, sino que también evidenció la fragilidad de nuestro sistema de comunicaciones. En el caso particular de Labranza, al menos en el sector urbano, el colapso fue total: sin electricidad, sin internet, sin señal de voz y ni siquiera SMS. Aquel prometido “respaldo de cuatro horas” para las antenas de telefonía quedó en letra muerta, dejando a la población incomunicada y vulnerable. Este episodio nos obliga a reflexionar sobre nuestra dependencia tecnológica y la necesidad de contar con infraestructuras más eficientes. Sin electricidad ni comunicación, retrocedimos décadas en el tiempo, recordándonos lo frágil que puede ser nuestra vida moderna ante una falla sistémica. La falta de preparación para situaciones de emergencia quedó al descubierto, dejando a familias enteras desprotegidasydesinformadas.
En Labranza, como en muchas otras localidades, el caos fue evidente: comercios cerrados, servicios básicos interrumpidos y una sensación de incertidumbre que nos hizo preguntarnos cómo es posible que, en pleno siglo XXI, un corte de energía pueda paralizar tanto a un país. Es urgente que las autoridades y las empresas involucradas revisen y fortalezcan los protocolos de emergencia, asegurando que situaciones como esta no se repitan. La electricidad volvió, pero las preguntas y las lecciones quedan pendientes. Este apagón no sólo nos dejó a oscuras e incomunicados, sino que también iluminó las grietas de un sistema que debe ser más robusto y confiable para enfrentar los desafíos del futuro. La próxima vez, no podemos permitir que la oscuridad y el silencio nos tomen por sorpresa. Además, esto debe servir como una llamada de atención para fomentar una mayor inversión en energías renovables y sistemas de respaldo autónomos. Durante el terremoto de 2010 ya había pasado algo parecido. La ciudadanía también tiene un rol que cumplir, preparándose con planes de contingencia y recursos básicos para enfrentar futuras emergencias..