Columnas de Opinión: Chile: El sueño latinoamericano que comenzamos a perder
Columnas de Opinión: Chile: El sueño latinoamericano que comenzamos a perder César Cifuentes Expresidente regional PRI D urante años, Chile fue reconocido como un ejemplo para América Latina. No por ser perfecto, sino por ser coherente. Por combinar crecimiento económico sostenido con estabilidad politica. Por ofrecer reglas del juego claras que generaban confianza, inversión y desarrollo. Por construir una clase media fuerte, reducir la pobreza, y posicionarse como un pais serio, responsable, con vocación de futuro. Mientras buena parte del continente oscilaba entre populismos, autoritarismos, crisis inflacionarias y corrupción desenfrenada, Chile avanzaba. Con esfuerzo. Con trabajo. Con un pacto social tácito que premiaba el mérito y entendia que, para mejorar las condiciones de vida, primero hay que generar riqueza antes de repartirla. Eramos, sin duda, el "sueño americano" de América Latina. Pero ese sueño, que tanto costó construir, comenzó a resquebrajarse. Y no por falta de recursos, ni por catástrofes externas. Sino por decisiones políticas que, en vez de corregir con inteligencia, actuaron desde la rabia y el resentimiento. La señal más clara de ese quiebre fue la reforma tributaria impulsada durante el segundo gobierno de Michelle Bachelet. La eliminación del FUT -una herramienta que habia incentivado la reinversión de utilidadesno solo fue un error técnico, fue un simbolo del cambio de paradigma. Esa reforma no se hizo pensando en mejorar la eficiencia del sistema ni en atraer inversión. Se hizo con la lógica de castigar al que produce. De poner barreras al emprendimiento. De dificultar el crecimiento bajo el pretexto de "corregir desigualdades" sin atacar sus causas reales. Fue una reforma pensada más para dejar tranquilos a sectores ideologizados, marcados por las heridas del pasado, que para proyectar un pais moderno y competitivo. Se instaló una narrativa de revancha. Una lectura del Chile actual con las categorías del 73. Como si el país no hubiese cambiado. Como si el progreso de millones de chilenos fuera invisible. Como si crecer fuera sinónimo de abuso. Así, lentamente, se comenzó a destruir la confianza, y con ella, las bases que nos hicieron destacarnos en la región. Desde entonces, todo ha sido cuesta abajo. La inversión comenzó a frenarse. El crecimien to se volvió mediocre. Las reformas, en lugar de dar certezas, multiplicaron la burocracia. La clase media se sintió desprotegida. Y la politica se convirtió en un campo de batalla, más interesado en ajustes ideológicos que en soluciones reales. Luego vinieron el estallido social, el proceso constituyente fallido, el avance del populismo, y la inseguridad que hoy golpea a las calles, a las empresas y a los hogares. Pero esos fueron sintomas. La enfermedad venia de antes. De haber abandonado el camino que nos saco de la pobreza, que permitió movilidad social, y que, con todos sus defectos, dio dignidad a millones. Hoy, Chile ya no es el pais admirado por su seriedad. La OCDE, los inversionistas, los propios chilenos, lo ven con distancia y escepticismo. Jóvenes profesionales se van. Empresarios no invierten. Y lo más grave: la gente ya no cree que su esfuerzo valga la pena. Pero aún hay tiempo. No se trata de volver al pasado ni de romantizar los años dorados. Se trata de reconstruir con sentido común, con visión de largo plazo y con valentia politica. De volver a creer en el crecimiento como camino hacia el bienestar. En la inversión como motor de oportunidades. En la educación y la productividad como instrumentos reales de equidad. Y si, también en el orden, en el respeto a las reglas, en la defensa del mérito y del trabajo bien hecho. Chile necesita liderazgos que se atrevan a decir la verdad, aunque duela. Que entiendan que la justicia social no se logra estancando la economía, sino potenciándola. Que no gobiernen para vengar el pasado, sino para construir el futuro. Fuimos el sueño de América Latina. Podemos volver a serlo. Pero para eso, hay que dejar atrás el resentimiento, recuperar la confianza y atreverse a crecer otra vez..