Editorial: Gestión de residuos: el atraso de Chillán
Editorial: Gestión de residuos: el atraso de Chillán Chillán ha perdido tiempo valioso en modernizar el manejo de la basura, pensando en el crecimiento que está registrando la ciudad y las nuevas tendencias mundiales en esta materia. La comuna produce más de 70 mil toneladas de basura al año y apenas 500 son recicladas.
Un balance alarmante, sobre todo si se considera que estamos hablando de la capital regional, en pleno siglo XXI en que el reciclaje, la economía circular y la sostenibilidad dejaron de ser conceptos futuristas para convertirse en desafíos actuales. El rezago no es solo numérico. Es también político, institucional y cultural.
Mientras la ciudad crece -con proyecciones que apuntan a 220 mil habitantes dentro de una década-, la generación de residuos aumenta en proporciones aún mayores, superando ya los promedios regionales y nacionales en términos de basura per cápita. La tendencia es clara y, si no se toman decisiones ahora, la situación pronto será insostenible. La raíz del problema es multifactorial. Por un lado, la planificación urbana no ha estado a la altura de los podemos desaprovechar. Esta empresa, líder en el reciclaje de plásticos en el país, ha adquirido la planta de Comercializadora La Unión, instalando capacidades tecnológicas de punta para el procesamiento de plásticos.
No solo se trata de una inversión significativa -más de $3.300 millones, parcialmente financiados con un CréSin embargo, la infraestructura no es suficiente si no dito Verde de Corfosino de una oportunidad concreta para instalar a Chillán en el mapa de la innovación y economía circular. La planta permitirá procesar 8.500 toneladas de residuos plásticos al año y reducirá 21 mil toneladas de CO. Además, beneficiará a una red de recicladores de base, gestores y empresas que llevan años empujando este carro, muchas veces desde la informalidad y el olvido. se cambia el modelo desde el origen. Más del 60% de los residuos domiciliarios en Chillán son materia orgánica, un recurso subutilizado que podría transformarse en compost, reducir el volumen de basura y, de paso, abrir espacios para emprendimientos locales. Pero para eso, se requiere algo que hoy escasea: voluntad. Voluntad para impulsar una reingeniería del sistema de recolección y tratamiento de residuos. Voluntad para diseñar planes educativos e informativos serios y continuos. Y voluntad ciudadana para dejar atrás la indiferencia y asumir que cada kilo de basura mal gestionado es un retroceso colectivo. Chillán no puede seguir perdiendo tiempo. La modernización de la gestión de residuos es mucho más que un tema ambiental: es una cuestión de desarrollo urbano, salud pública y sustentabilidad social. desafíos ambientales contemporáneos. Las políticas locales han sido reactivas, más centradas en administrar la basura que en reducirla o darle una segunda vida. Por otro, la ciudadanía aún no asume un rol activo en el proceso. No hay una cultura del reciclaje instalada, y eso es responsabilidad compartida: del Estado, que no educa ni facilita; del mercado, que no incentiva; y de todos nosotros, que no exigimos ni actuamos. Pero también hay señales alentadoras. La reciente llegada de Inproplas a Chillán marca un hito que no. Pocas cosas describen mejor el estado real de una ciudad que la forma en que gestiona sus residuos. Y en ese sentido, Chillán muestra una fotografía preocupante: más de 70 mil toneladas de basura al año y menos de 500 toneladas recicladas.
Un balance alarmante, sobre todo si se considera que estamos hablando de la capital regional de Ñuble, en pleno siglo XXI, en una época en que el reciclaje, la economía circular y la sostenibilidad dejaron de ser conceptos futuristas para convertirse en un desafío actual. EDITORIAL