Debilidad del crecimiento tendencial
A presidenta del Banco Central, Rosanna Costa, afirmó ayer que “los motores que hay que encender” para elevar las perspectivas del PIB a mediano plazo son la productividad, el capital y el trabajo, con medidas en educación, incremento de la inversión y reformas microeconómicas.
En el reciente Informe de Política Monetaria (IPo M), el instituto emisor ajustó la proyección de crecimiento en la década 2025-2034 a 1,8%; a fines del año pasado, había estimado un PIB de tendencia de 1,9%. En el horizonte inmediato, el Banco Central redujo el techo del crecimiento de 2024, la inversión y la demanda interna; la buena noticia es que la convergencia al rango meta de la inflación se adelantaría y, por tanto, se podría acelerar la normali ción de la tasa de política monetaria.
En su presentación ante el Senado, Costa advirtió que una expansión anual de 1,8% “no permite satisfacer nuestras necesidades y aspiraciones” y precisó que hoy “nos encontramos cara a cara con el límite a nuestra capacidad de crecer”. Junto con subrayar que no existen soluciones “fáciles ni rápi das”, indicó que aumentar el PIB exige políticas públicas “bien diseñadas”, esfuerzo y creatividad delos sectores público y privado, “Una economía que casi no se expande no tiene la capacidad de mejorar las condiciones materiales de las personas”. Instituciones sólidas, mejorar la educación, favorecer la inversión, la competencia y aprovechar las ventajas de la tecnología y de las transiciones energética y de movilidad. Las razones que explican el estancamiento, fenómeno que antecede al actual Gobierno y que desde luego implica un desafío para la siguiente administración, han sido objeto de un intenso debate.
El examen del problema ha considerado variables como las reformas del segundo mandato de la Presidenta Bachelet; las crisis consecutivas del estallido social y la pandemia; las vacilaciones ideológicas del actual oficialismo a la hora de relevar el crecimiento, las incertidumbres asociadas a la etapa constituyente, la pérdida de dinamismo y la falta de innovación y riesgo del empresariado, la espiral de regulaciones estatales, el sistemático declive de la productividad y hasta causas internacionales.
Algunos economistas han sugerido quela expansión de los primeros 15 años de democracia no respondió exactamente a una auténtica modernización de nuestra economía, sino al impulso virtuoso de la apertura de China y la globalización; hace un año, la presidenta del Banco Central postuló que todas las variables de mediano plazo que impulsaron el crecimiento paulatinamente se habían agotado.
Distintos expertos han subrayado cómo la disfuncionalidad de la política determina a la economía; en este contexto, el exministro Ignacio Briones indicó ayer que no es factible modificar la proyección de crecimiento tendencial de 1,8% “si no cambiamos las reglas del sistema político”, mientras el académico Óscar Landerretche ha planteado que se necesitan “liderazgos políticos del calibre delos 90” y un pacto tripartito por el crecimiento entre Estado, empresariado y sindicatos.
Para el gerente de estudios de Gemines, Alejandro Fernández, el obstáculo central es “el desacuerdo profundo respecto de cuál es el camino correcto que seguir”. Ciertamente, una economía que casi nose expande no tiene la capacidad de mejorar las condiciones materiales de las personas, favoreciendo el malestar y la frustración hacia las instituciones. La mirada del Banco Central invita a la acción de la autoridad, la política y el sector privado a favor del crecimiento.