“Es un libro que pretende mostrar la manera en que Medina se escribió a sí mismo”
Mario Rodríguez Órdenes “Epistolario... ” reúne más de 700 cartas de José Toribio Medina.
“Cada carta se trataba de un mundo, que puede aprovecharse desde la historia política, de las relaciones internacionales, entre otras posibilidades”, precisa la historiadora Macarena Ríos Llaneza osé Toribio Medina Zavala (1852 - 1933) es uno de los principales intelectuales chilenos del siglo XIX y principios del XX. Multifacético, fue bibliófilo, investigador, coleccionista e investigador. Además, en 1873, se tituló de abogado en la Universidad de Chile. Su fecundo trabajo es uno de los pilares de la historiografía chilena. Fue reconocido como un destacado americanista, hispanista y bibliófilo. La historiadora Macarena Ríos Llaneza acaba de publicar un libro extraordinario: “Epistolario / José Toribio Medina. Estudio introductorio, transcripción y notas” (Instituto de Historia de la PUC, Centro de Investigaciones Barros Arana, 2024), que reúne las cartas que Medina envió desde la adolescencia hasta poco antes de su muerte. Macarena, ¿cómo surge la titánica tarea de escribir Epistolario? “En principio, la intención fue hacer un catálogo de las cartas enviadas y recibidas por J.T. Medina. Esto permitió comprender el valor de la correspondencia, porque entregaba información biográfica sobre el remitente y sus destinatarios. Además, en estos escritos se identificaban distintos nombres, instituciones, títulos de libros, documentos, entre otros, que permitían vislumbrar el valor del género epistolar para comprender distintas dimensiones de una época. En definitiva, cada carta se trataba de un mundo, que puede aprovecharse desde la historia política, intelectual, de las relaciones internacionales, de género, entre otras posibilidades.
También, el paso del catálogo a libro estuvo dado por la convicción de que se trata de fuentes indispensables para conocer los diversos usos que tuvo la correspondencia: un instrumento para construir los mundos intelectuales, extender influencias, organizar y financiar proyectos de investigación, etcétera”. ¿ Comparte que es un libro al estilo Medina? “Es un libro que pretende mostrar la manera en que Medina se escribió a sí mismo, a la vez que las sociabilidades y prácticas en las que se sostuvo su trabajo. La reunión y transcripción exigió un largo periodo de investigación, en el que también colaboraron personas e instituciones que tenían cartas del erudito.
Por otra parte, en su correspondencia, Medina se refiere al carácter acumulativo y revisionista de las investigaciones históricas, pues constantemente se van encontrando nuevos documentos y las obras no terminan cuando se publican”. Macarena Ríos está cursando su doctorado en historia en el prestigioso Colegio de México.
La publicación del epistolario coincide con la celebración del centenario de la donación de la biblioteca de Medina a la Biblioteca Nacional. ¿Qué importancia ha tenido esta sala en la historiografía chilena? “La colección Medina ha sido fundamental no solo para la historiografía chilena, lo que se refleja en la variedad de investigadores extranjeros que consultan ese acervo, pues acá se encuentran documentos de interés continental.
El erudito formó una colección de proyección mundial en un momento en que la investigación se realizaba en condiciones de precariedad, no solo por la falta de financiamiento, sino porque era difícil el acceso a las fuentes y la conservación de estas. Medina manifiesta su interés por que la documentación que reúne no quede únicamente para provecho de él, hay una idea de lo común.
Además, él profundiza una noción sobre el sentido del pasado para una sociedad como la chilena, pues refuerza que estos materiales sirven para comprender los cambios que se experimentan, constituyen evidencias indispensables en un país acostumbrado a opiniones preconcebidas y recalca la responsabilidad que tenemos con las futuras generaciones de conservar estas fuentes, porque si no las exponemos a la falsificación de la historia, Cuando Feliú Cruz fue conservador de la Sala, promovió la formación del Seminario de Investigaciones Históricas del Instituto Pedagógico. Él recalcó la importancia de formar historiadores que contribuyeran, desde Chile, a la producción de conocimiento histórico y que se interesaran por temas americanos.
Es decir, la Sala no solo ha sido un acervo documental, sino también un espacio de formación de conocimiento, participación y discusión”. Guillermo Feliú Cruz fue discípulo de Medina y difusor de su obra. ¿Cuál considera su aporte fundamental? “El aportó en distintas aristas. En primer lugar, a pedido de Medina, fue nombrado Conservador de la Sala Medina, cargo al que luego se le sumó el de la Sala Barros Arana. Emprendió la catalogación de las bibliotecas y archivos de ambos estudiosos, facilitando el aprovechamiento de estos materiales para los investigadores. Además, propulsó la formación del Fondo Bibliográfico José Toribio Medina para reeditar las obras del bibliógrafo y de otros autores.
SIGUE EN LA PÁGINA 12 b4 VIENE DE LA PÁGINA 10 En su trayectoria confluyen un interés por promover la memoria de Medina, fomentar la circulación de su obra e incluso cuidar lo que se sabía de él. Pero Feliú fue mucho más que el de Medina y su colección. Profundizó los estudios bibliográficos en Chile, lo que se materializó en publicaciones que abordan autores específicos y diversas áreas.
Además de ocuparse de los estudios sobre Medina, amplió sus intereses a distintos historiadores, como Diego Barros Arana y Francisco Antonio Encina, investigando sobre sus trayectorias, conceptos de historia y disputas en torno a sus obras.
También, contribuyó a la formación de diversos historiadores, y fue reconocido como un verdadero maestro por estudiosos como Julio Heisse y Julio César Jobett”. El oficio Macarena Ríos Llaneza (Santiago, 1990) es licenciada en historia por la Universidad Católica de Chile (2011). En el año 2017 obtuvo una magíster en historia por la misma Universidad. Está cursando su doctorado en historia, en el prestigioso Colegio de México.
Actualmente reside en Santiago y es investigadora del Centro de Investigaciones Barros Arana de la Biblioteca Nacional de Chile. ¿ Cómo escribía Medina? “Estas cartas constatan que Medina escribía varias cosas -sobre temas muy diferentesal mismo tiempo. También, que realizaba a la vez la escritura y la investigación sobre su objeto de estudio.
En estas cartas se constata, además, las constantes revisiones de sus textos, cuidando que no tuvieran erratas, tarea que, como también lo manifiesta esta correspondencia, le parecía imposible a pesar de sus esfuerzos”. ¿ Cómo era su metodología para trabajar la documentación? “Lo que se desprende de estas cartas es que Medina construía su propio archivo, una especie de fichero en el que ordenaba y catalogaba la información para poder consultarla. En estos escritos vemos una obsesión por la revisión de los originales y la comparación de distintas ediciones, aspectos que han sido destacados en sus publicaciones. La correspondencia fue también un instrumento clave para trabajar la documentación, pues a través de las cartas pedía datos y solicitaba copias.
Estas comunicaciones y, en definitiva, la cooperación intelectual entre investigadores, archiveros, copistas, entre otros actores, fue fundamental para paliar el problema de la distancia de los centros documentales, que fue un verdadero obstáculo para los historiadores que investigaban desde América en el siglo XIX”. Mercedes Ibáñez, esposa de Medina, ¿qué papel jugó? “Mercedes Ibáñez, según atestigua Feliú Cruz, fue una mujer que recorrió todos los grados de la educación que entonces era posible en la época y que desde joven tuvo un lugar protagónico en los salones. En 1886 ella se casó con Medina y su trabajo fue fundamental en las investigaciones de José Toribio. En esta correspondencia las alusiones a ella son de índole más personal, a excepción de una ocasión, en que se refirió a las conversaciones de Ibáñez con un cliente de la imprenta. De hecho, es en las cartas recibidas por el bibliógrafo donde los remitentes aluden al trabajo que realizaban ambos. Esto puede tener que ver con la misma concepción que Medina tenía sobre el oficio de bibliógrafo en países como Chile y que lo asociaba a un quehacer masculino. Es en la materialidad de la correspondencia en donde vemos las huellas de Ibáñez.
La comparación de las letras de las cartas nos permitió comprobar que varias fueron escritas por Mercedes y esas comunicaciones se refieren no solo a asuntos personales, sino también aspectos relacionados con los trabajos que desarrollaba Medina. Incluso, luego de que Medina murió, Ibáñez reclamó la colección, diciendo que esta era parte de la sociedad conyugal y se le debió pagar para que renunciara a los derechos sobre el acervo.
Todas estas pistas permiten avanzar en la participación de las mujeres en la construcción del conocimiento histórico, bibliográfico, entre otros, y también incentivar la reflexión sobre los indicios que hay que seguir para estudiar el quehacer de ellas, comúnmente invisibilizado”. De la lectura del epistolario, ¿se puede inferir la preocupación que existía en la época por el libro y la cultura, y lo que pensaba Medina? “Las cartas reflejan la tensión existente entre un interés, desde el Estado, por promover y financiar los trabajos de investigación de Medina y la manera en que se materializaban esas ideas. Esto se expresó en las quejas constante de Medina por ayudas que se comprometen, pero que no llegan, proyectos que quedan a medio camino, entre otras cosas. A pesar de que él contaba con una red muy consolidada, pues se carteaba directamente, por ejemplo, con el presidente Domingo Santa María o con Domingo Amunátegui Solar.
Esta tensión se manifestó también en la organización de la Sala Medina, pues si bien el gobierno recibió la donación, Medina se lamenta en sus cartas sobre lo que llama la odisea” porque se concretaran las condiciones.
Hay una continuidad en esta correspondencia que la constituye la urgencia con la que Medina llama a las autoridades a atender a problemas como el estudio del pasado, la precariedad de la investigación, el peligro que corría la documentación por la mala conservación.
Por otra parte, este epistolario muestra cómo se fue configurando el mercado del libro, lo difícil que era entonces editarlos e imprimirlos, la escasez de un público lector, pero aún más de lectores interesados en los temas que Medina estudiaba”. Sus últimos años ¿ Cómo era Medina en lo familiar? “En estas cartas se ve una relación estrecha con su padre y su madre. Según él, fue una regla escribirles dos veces por semana. A su padre le comenta detalladamente sobre política, sus relaciones sociales, sus intereses literarios y otras actividades.
A su madre se dirige para conversar sobre asuntos más domésticos y, cuando su padre muere —tema que generó una gran angustia en José Toribio como también revela este epistolario-, comienza a integrar otros temas, como la situación económica y sus actividades de investigación.
En la correspondencia familiar se releva la importancia que para Medina tuvo su vocación -la literaria, constantemente combatida por su padrey, también, su subjetividad: la culpa que le ocasionaba la separación con su familia, las dificultades que tenía para sociabilizar, incluso se identifica con Robinson Crusoe”. ¿ Qué explica que haya sido un hombre de pocas relaciones? “En las cartas que dirigió a su padre, Medina se presenta como un individuo que desconfiaba de las relaciones, que no le gustaba deber favores y que se refería constantemente a la intención de no separarse de sus padres.
Esto comienza a cambiar con sus viajes documentales, con su decisión de dedicarse a la investigación, con la muerte de su padre y, especialmente, con su estadía en Buenos Aires como consecuencia de la guerra civil de 1891.
Hay un cambio de tono en las cartas que muestran más confianza en sí mismo y, también, una ampliación de los destinatarios”. Los viajes fueron muy importantes en su vida personal e intelectual. ¿Qué propósito tenían? “Estas experiencias fueron claves porque le permitieron acceder a un panorama cultural absolutamente distinto al que se experimentaba en Chile, pues no existía el nivel de escasez documental, había instituciones dedicadas a la conservación de archivos y bibliotecas, distintas colecciones particulares para estudiar, etc. Esto es un factor común con la correspondencia de otros histoEPISTOLARIO riadores de la época, como Benjamín Vicuña Mackenna y Diego Barros Arana.
Los viajes fueron, entonces, una experiencia fundamental para su formación intelectual”. En relación a la cultura, de la lectura del epistolario, ¿qué problemas persisten en la actualidad? “Este epistolario refleja una distancia entre lo que se dice que importa la cultura y lo que efectivamente se hace, situación que se repite constantemente en el debate público actual.
Medina se queja de la falta de preocupación por la investigación, de la inercia que existía para cuidar el resguardo de los documentos, de la indiferencia respecto a nuestro pasado, de la incapacidad de entender el valor de los estudios históricos y de las fuentes, de la falta de financiamiento, de proyectos que se aprueban y caen en el abandono, entre otros aspectos.
Todas estas quejas, como dije antes, no solo se relacionaban con la institucionalidad política, sino también con el valor que la comunidad le asignaba, y ese problema también resulta contingente hoy”. ¿ Cómo fueron sus últimos años? “Medina compró una casa en La Cartuja, en San Francisco de Mostazal, el año 1904. Desde entonces, pasaba tiempo entre ese lugar y Santiago. Sus últimos años los pasó investigando sobre diversos temas, entre ellos, la publicación de las cartas de Pedro de Valdivia, para lo cual viajó a España con el objetivo de reunir y fotografiar esa correspondencia. También, se preocupó por la organización de la Sala Medina, de la catalogación de su colección y participó en el orden de la biblioteca de Diego Barros Arana, que llegó en 1929 a la Nacional. En las cartas de sus últimos años se refleja la conciencia de un investigador consumado, con la satisfacción de haber abierto camino a otros investigadores y que tiene mucho afán por continuar trabajando”. Q)