Autor: POR ALFONSO SALINAS M.
COLUMNAS DE OPINIÓN: Vanguardias combativas y progreso
COLUMNAS DE OPINIÓN: Vanguardias combativas y progreso POR ALFONSO SALINAS M. uchas veces la vida parece una mala caricatura. El guión aquí essimple. Por un lado están los malos, inescrupulosos, avaros, explotadores, burdos, sucios. Por el otro, los puros, paladines del bien y la justicia, generosos, llenos devirtudes, inmaculados. Como en los cuentos bíblicos, el bien y el mal libran una batalla apocalíptica para salvaral planeta. Quienseatreve a levantar una duda o matiz cae de inmediato en el lote equivocado, el de los malos. Reducir la complejidad del mundo a esa lógica maniquea resultaasfixiante. Es absurdo y odioso tener que presentarse con credenciales morales para poder opinar. Hoy existe una tensión profunda, tanto polí ca como filosófica, en torno a estas cuestiones. Vivimos un cambio de época; donde algunos depositan sus esperanzas enla inteligencia artificial y la tecnología, otros buscan una vuelta aloprimitivo, y muchos ya no esperan nada. En medio de tanta incertidumbre, me inquieta la actitud de quienesse proclaman como portadores de la verdad, adoptando un tono inquisidor hacia quienes se desvían, aunquesea levemente, de su doctrina. Detrásde esa actitud hay una tesis trásde esa actitud hay una tesis trásde esa actitud hay una tesis trásde esa actitud hay una tesis poderosa. El progreso, se dice, hasido posible gracias a vanguardias que desafiaron el ordenestablecido. Sinla lucha de grupos avanzados, no habría habido abolición de la esclavitud, ni derechos laborales, ni igualdad para las mujeres. Es una visión que también recogen las ideas marxistas, donde el conflicto impulsa la historia. Enesa lógica, sin la primera línea nohabríaexistido el proceso constituyente, así como sin el FPMR no habría caído la dictadura. Sinactivistasambientales, el mundo ya estaría arrasado. Eslalucha de esos gruposlo que explicael progresosocial. Incluso, reconociendo el valor, la valentía y los sacrificios de muchos de esos movimientos, cabe preguntarsesila historia no responde también a dinámicas más complejas. La tensión entre izquierda y derecha, entre Estado y mercado, entre lo público y lo privado, parece repetirse sin tregua. Comosi fueran equipos rivales más que esfuerzos complementarios por el bienestar común. Elego yla ansiedad de poder nublan todo. Prima Maquiavelo. Desaparece Platón. Así, amparados en laconvicción de estar en lo correcto, los maximalismos terminan siendo un obstáculo antes que una fuerza que mueve la línea. Lo que pasó con la Constituciónes unejemploclaro, pero también loque ha ocurridoen la mayoría de las revoluciones, donde un gruporeemplaza a otro sin que necesariamente eso signifi que unavance. Piénsese en Cuba, enla URSS, enChina. Esa exageración pendular tambiénseobservaenotrosámbitos. En la discusión sobre género, por ejemplo, venimos de siglos de intolerancia brutal hacia la homosexualidad y otras disidencias sexuales.
Esa represión generó un movimiento de sión generó un movimiento de sión generó un movimiento de apertura y reparación muy necesario, pero hoy, enalgunosespacios, esa legítima búsqueda de respeto se ha transformado en una expectativa de hiperaceptación. La complejidad del lenguaje, los códigos y lasidentidades pueden resultar inabarcables. Lo que comenzó como una lucha por la libertad termina, aveces, como un marcorestrictivo. Quien no domina esa gramática sofisticada, aunque tenga buena voluntad, puede serrápidamentejuzgado. Esahí donde necesitamos una mirada más humilde, más capaz deintegrar que de vigilar. En los temas ambientales pasa algo parecido. Nadie puede negar el daño que hemos causado. Pero avanzar exige integrar visiones y no quedar atrapados en una lógica de cancelación cruzada. Pasamos de unaera de desarrolladores que arrasaban sin asco con tesoros arqueológicos a una burocracia paralizante que detiene proyectos necesarios por hallazgos de dudoso valor. Hemos perdido el viejo criterio del 80/20. Nosenfrascamos en elcinco por ciento de los casos más conflictivos y dejamos sin resolver el ochenta por ciento deloimportante. En la transición energética, el argumento también es sutil. Venimos de un sistema domi nado por combustibles fósiles y aspiramos a uno cien por ciento renovable. Pero el camino más sensato sería ir saliendo gradualmente de los mássucios -como el carbón y el diéselmientras se recurre, de forma transitoria, a opciones menos contaminantes. Sin embargo, al tratar todas por igual, el maximalismo choca contra la realidad. Y eso, en lugar de ayudar, impide avances razonables. Una visión menos obtusa admitiría que no hay certezas eternas. La flexibilidad no es eternas. La flexibilidad no es eternas. La flexibilidad no es traición. Es madurez. Tal vez conviene pensar desde otro lugar. Más suave. Más ambiguo. Como el movimiento del agua, queno embiste, pero moldea. Unalógica que noseafirma en el choque, sino en la tensión que equilibra opuestos. Donde louno noniegalootro, lo hospeda. Una formadeavanzarsin forzar. Como. enel Tao, donde todoesy noes al mismo tiempo. Lo que parece débil, sostiene. Lo que calla, enseña. Lo que cede, transforma. Frente a todo esto, cabe imaginarotra forma deestaren elmundo. Más pacífica. Más humilde. Más dialogante. Una forma menos heroica, pero más eficaz. La beligerancia cierra puertas. Como en una discu1 de pareja, cuando sealzala vozy selanza la descalificación, elefecto suele serelcontrarioal buscado. Se descalifica el argumento y también quien lo sostiene. Sospecho que el agotamiento con la política tiene mucho que ver con esto. La gente está cansada de refriegas y quieresoluciones. Frentea problemas complejos, una mirada más abierta, menos obcecada, tiene muchas más probabilidades de avanzar. Quizás es menos heroica, pero es másefectiva. Y quizá también más humana. Vale la pena intentarlo. 0 na. Vale la pena intentarlo. 0 na. Vale la pena intentarlo. 0 na. Vale la pena intentarlo. 0.