Investigación y obra tras regreso de icónica locomotora de La Covico
Investigación y obra tras regreso de icónica locomotora de La Covico La máquina, fabricada en 1907, necesitó de 4 meses de reparaciones para quedar como nueva, considerando los robos sufridos en el proceso, que retrasaron todo. La icónica locomotora, que volvió a instalarse en la población Covico de Coquimbo para conmemorar y enaltecer el rol que cumplió la actividad ferroviaria en la comuna puerto, regresó con un cambio de look desconcertante. Tras el trabajo de restauración, se encuentran dos profesores de arte y dos ayudantes, también ligados a rubros creativos. El trabajo realizado por ellos no estuvo exento de problemas, los que se debieron sortear para lograr que el símbolo fuera instalado en donde se espera la inauguración del plan Plaza Memorial Ferroviaria. Manos tras la obraFueron precisamente dos hermanos coquimbanos quienes, además de haber disfrutado de su exhibición hace varias décadas, trabajaron para devolver la máquina a su antigua gloria.
Se trata de Javier Gómez Loyola, quien, además de estudiar arte, se especializó en restauración en la Universidad de Chile, y su hermano Santiago Gómez Loyola, profesor de arte que cuenta con gran experiencia en el trabajo de diferentes materiales, además de la ayuda de su hija, Paula Gómez, estudiante de arquitectura, y Felipe Colina, egresado de Arte. «Mientras nosotros hici-co fue arduo, no fue el único, ya que, dentro del plan que presentaron los hermanos y que logró adjudicarse la licitación de la obra, se incluía un proceso de documentación, el que aseguró una verdadera restauración, siendo lo más fiel posible al producto original.
Fue en ese proceso que se descubrieron detalles asombrosos, por ejemplo, que la máquina tiene en verdad más de 100 años de antigüedad. «Su fabricación fue en EE.UU., por una fábrica llamada HK Porter y data de 1907. Al revisar en la parte de abajo, dónde están los pistones, se ve el número de serie, el 3858, de donde viene la denominación vaporina 3858 que le dieron los vecinos», asegura Santiago.
A su vez, Javier Gómez explica que la máquina llegó desde Carrizal Bajo, como regalo para el grupo vecinal de fundadores de la población Covico. «Cuando la dieron de baja, se la donaron a los hijos de la Covico, que eran los fundadores de la población ferroviaria, por el año 1971.
Después de que privatizaron Ferrocarriles del Estado, fue adueñada por Ferronor, quienes la retiraron hace años, para ahora entregarla a la municipalidad en comodato por 10 años». mos el trabajo especializado, el detalle y la obra fina, los niños nos ayudaron con el lado más salvaje; arenar la locomotora para sacar la primera capa de suciedad y óxido, hidrolavar, algunas capas de pintura con neutralizador de óxido y luego pinturas de poliuretano para resistir la intemperie», explica Santiago Gómez. Según dice, el trabajo no fue menor, ya que al recibirla máquina, esta tenía un aspecto demacrado. «Era prácticamente un pedazo de fierro todo oxidado, no tenía foco, campana ni la tapa delantera.
Lo primero fue limpiar y luego crear las piezas que ya no existían». Trabajos de soldadura, creación de piezas, electrónica, e incluso impresión 3D, fueron algunas de las labores que realizaron los hermanos Gómez Loyola y sus ayudantes para dar el gran acabado que hoy se puede apreciar.
Esclareciendo la historiaSi bien el trabajo prácti-VÍCTIMAS DE ROBOA la hora de consultar a los hermanos sobre lo más difícil del proceso, coinciden en que el principal problema fueron los robos vividos en el lugar utilizado para la restauración, el que tampoco era el más idóneo. «El lugar no podía ser más agreste, estábamos en un peladero monstruoso», refiriéndose al terreno de maestranza de Ferronor, ubicado entre la población Covico y Villa Magisterio. Según comentan los hermanos, sufrieron robos en varias ocasiones.
En primera instancia se encontraban con la situación al llegar a trabajar, luego se enteraban por aviso de los vecinos del sector, hasta que lograron te-ner apoyo de guardias. «Muchas veces llegábamos en la mañana y faltaban unos tornillos grandes de bronce u otras piezas.
Un golpe súper duro que nos atrasó, fue que nos robaran, por ejemplo, el soporte de la campana, que tuvimos que construir», comentó Javier, asegurando que estos lamentables sucesos se tradujeron en un atraso de casi un mes en la restauración. Aun así, gracias a la gestión comunicativa del seremi de Vivienda, José Manuel Peralta, con Carabineros, se logró crear un ambiente más seguro gracias a la acción de la policía ante avisos de robo..