El legado de Vicuña Mackenna
El legado de Vicuña Mackenna Santiago, en el primer Centenario de la República, si bien relativamente pequeña, debe haber sentido el entusiasmo de semejarse a una gran capital mundial. Por_ Sebastián Gray IJa IJa victoria del Pacífico, una generación antes, le había dado al país un ímpetu nacionalista, prestigio internacional y prosperidad: los territorios anexados aseguraban riqueza y dominio en la región.
Tenía buenas razones Chile para mirar confiado el futuro; la posición estratégica de Valparaíso en las rutas marítimas internacionales (previo a la apertura del Canal de Panamá, en 1914) la había convertido en una de las ciudades más modernas del mundo, puerta de entrada al país de la cultura, la ciencia, la tecnología, las noticias y modas del momento, todo lo cual llegaba al instante a Santiago por medio del ferrocarril, parte de una extensa red que terminaría de conectar al país, desde Iquique hasta Puerto Montt y sus respectivos ramales, en 1913.
Importantes adelantos urbanos Estos se habían materializado en las décadas precedentes; primero primero en Valparaíso, inmediatamente después en Santiago: pavimentación, pavimentación, alumbrado a gas y luego eléctrico, transporte público, redes de agua y alcantarillado, telégrafo, teléfono. Gracias a la red ferroviaria, las comunicaciones se habían perfeccionado, facilitando facilitando el desarrollo de nuevos poblados a lo largo del territorio y permitiendo una administración pública más eficiente. En Santiago, los avances más significativos habían sido liderados por Benjamín Vicuña Mackenna en su paso por la Intendencia, hacia 1875.
Ilustrado en sus viajes fiera de Chile, había logrado transformar lo que hasta entonces era un pueblo somnoliento de calles austeras, de muros encalados bajo anchos tejados, un río agreste, arrabales miserables, ningún parque, y una serie de cerros y peñones desérticos que enmarcaban la ciudad.
En esa ciudad colonial, los únicos elementos arquitectónicos sobresalientes eran las torres de las numerosas iglesias con sus conventos, la enorme silueta del Palacio de La Moneda por encima del horizonte y un fabuloso Puente de Calicanto, “mucho puente para tan poca ciudad”, como escribiera un asombrado cronista.
Una generación más tarde, gracias a sus iniciativas y a las de otros prohombres, la ciudad lucía increíblemente distinta (aunque Vicuña Vicuña Mackenna no alcanzaría a verla, pues murió en Valparaíso a los 55 años, en 1886): surgían los primeros esbozos de una planificación planificación moderna, dotándola de límites artificiales con la circunvalación circunvalación del ferrocarril y sus 7 estaciones, 3 de ellas monumentales; monumentales; abundante espacio público (la Quinta Normal de Agricultura, el Parque Cousiño antiguo Campo de Marte y la canalización del río Mapocho, creando un amplio relleno con nuevos frentes urbanizado en ambas riberas, incluyendo el Parque Forestal y la explanada de los mercados), infraestructura y servicios (el Teatro Municipal, el Mercado Central, el Museo de Bellas Artes, las estaciones del ferrocarril, hospitales y liceos, además de provisión de agua potable y alcantarillado), una arquitectura palaciega y elementos singulares que 1e darían identidad a la nueva ciudad, expresada simbólicamente en la espectacular transformación del Cerro Santa Lucía, antes una roca árida, ahora un paseo frondoso frondoso y romántico. Todo esto y más, le debemos a Benjamín Vicuña Mackenna, politico, historiador y urbanista visionario. L:. j[ = Presidente Colegio de Arquitectos de Chile (201 3-201 5). Director Centro de Estudios Espacio Público. Director Fundación Iguales. Curador de la XVllI Bienal de Arquitectura, 2012. Curador del Pabellón de Chile en las Bienales de Venecia 2002,2004 y 2010. “\\CMPÁS Y ESCUADRA_ El legado de Vicuña Mackenna.