Editorial: El consumo de drogas en jóvenes
Editorial: El consumo de drogas en jóvenes H a habido un aumento muy importante del consumo juvenil a partir del año 2000, a la vez que el uso se realiza cada vez a más temprana edad, con compras que no sólo se efectúan en los barrios, sino también en diferentes locales e incluso cerca de establecimientos educacionales. Muchas veces, un medio familiar deteriorado y disfuncional hace que un sector de los jóvenes opte por refugiarse en la bebida y en las sustancias ilícitas. Las cifras de consumo de drogas en los adolescentes y niños chilenos son alarmantes. En los últimos años, más del 60% de los puntos interceptados por las policías debido a mini tráfico de drogas ha sido cercano a colegios.
Lamentablemente, el abuso del alcohol y las drogas conlleva en ocasiones la aparición de la violencia y el riesgo para los jóvenes de caer en alguna acción delictual con el fin de conseguir dinero y proseguir en el vicio. Se estima que el consumo y la adicción tienen que ver con la falta de comunicación de los padres y con falta de percepción de afecto de los niños.
La Sociedad de Psiquiatria y Neurología de la Infancia y Adolescencia de Chile ha advertido que la disminución de la percepción de riesgo, el alza en la potencia de la marihuana y los intentos de legalizarla han demostrado ser alicientes para el consumo.
Es por esto que han señalado que hay que considerar la evidencia científica, ya que no se trata de una discusión de libertades individuales, sino de las consecuencias que podrían tener en miles de ciudadanos, en especial adolescentes, las miradas poco científicas del problema que enfrentamos.
La Asamblea General de Naciones Unidas ha alentado a las personas, a las organizaciones sin fines de lucro, al sector privado y a los Estados miembros a comprometerse y realizar campañas, especialmente dedicadas a la juventud. Se estima que el consumo y la adicción tienen que ver con la falta de comunicación de los padres.. Las cifras de consumo de sustancias ilícitas en los adolescentes y niños chilenos son alarmantes. E Editorial