Cartas: Desempleo y salud mental en Chile: Cuando la política pública se queda corta
Cartas: Desempleo y salud mental en Chile: Cuando la política pública se queda corta SAMUEL ERICES Trabajador Social y académico, Universidad Central estima y un sentimiento de exclusión social que las cifras oficiales no alcanzan a reflejar. La discusión pública en Chile parece olvidar que el desempleo no se resuelve únicamente sumando puestos de trabajo, especialmente si estos son inestables, mal remunerados o sin proyección. Las consecuencias emocionales de la falta de empleo son un problema de salud pública y deberían ser tratadas como tal.
Mientras las políticas laborales sigan enfocadas en maquillar estadisticas y no en devolver certezas y dignidad a las personas, el desempleo seguirá siendo mucho más que una cifra: será una herida abierta en nuestra sociedad, una deuda pendiente que ningún indicador económico puede ocultar. Chile inicia el 2025 con una tasa de desempleo de 8,9 %, según datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) para el trimestre abril-junio.
Esta cifra, que suele presentarse como un simple indicador macroeconomico, esconde problematicas sociales profundas: la pérdida del empleo no solo significa menos ingresos, sino también un deterioro sostenido de la salud mental y del bienestar emocional personal y familiar de las personas Los estudios evidencian que uno de cada siete chilenos presenta sintomas moderados o severos de depresión, siendo la incertidumbre economica uno de los principales detonantes de ello.
En relación con las politicas públicas, continúan abordando el desempleo como un problema meramente estadístico, apostando por subsidios temporales o potenciando empleos precarios, dejando fuera el diseño de estrategias integrales que consideren la estabilidad laboral y el apoyo psicosocial, como elementos clave para la recuperación del bienestar.
Los grupos más afectados son las mujeres jefas de hogar, obligadas a conciliar cuidados no remunerados con la búsqueda de oportunidades laborales; jóvenes que se enfrentan a un mercado saturado y poco estable; personas mayores, que siguen siendo diseriminadas en los procesos de selección; y las personas con discapacidad, que a pesar de contar con normativas inclusivas, continuan marginadas del sistema laboral. En todos estos casos, el desempleo prolongado implica ansiedad, pérdida de auto-.