Autor: JOAQUÍN AGUILERA R.
Revisión de la canasta básica aumentaría el porcentaje de población en pobreza
El grupo (Comisión) acordó incorporar criterios de alimentación saludable en la canasta básica de referencia que se usa para medir la pobreza por ingresos. El experto cree que el indicador subirá con el nuevo esquema.
La vara con que se mide la pobreza por ingresos en Chile podría reflejar un aumento relevante del indicador tras la revisión que está trabajando un grupo de expertos convocados por el Gobierno en diciembre del año pasado.
La Comisión Asesora Presidencial para actualizar la medición de la pobreza en Chile está en la recta final de su trabajo, que culmina el 1 de diciembre, en base al cual se entregarán una serie de recomendaciones —no vinculantes— a La Moneda. Las sugerencias se orientan a revisar la metodología para determinar la pobreza por ingresos, la pobreza multidimensional y nuevas propuestas a incorporar en este ámbito. Aunque los especialistas siEl grupo de expertos que convocó La Moneda terminará su trabajo el 11 de diciembre, para luego elaborar las conclusiones que entregará para actualizar la medición de pobreza en Chile. Economista Osvaldo Larrañaga lidera Comisión Asesora presidencial para actualizar metodología: guen afinando su propuesta, ya cuentan con acuerdos parciales y algunas conclusiones generales.
Uno de estos aspectos dice relación con la canasta básica de productos que se utilizan como referencia para determinar el nivel mínimo de ingresos que define la pobreza, donde uno de los consensos fue incorporar criterios de alimentación saludable a la medición, con la asesoría de un grupo de expertos de la Universidad de Chile, que podrían significar cambios relevantes tanto en su composición como su costo.
Los datos de noviembre de 2022, incorporados en la última encuesta Casen, consideraron una canasta básica de $63.587 que puso la línea de la pobreza por adulto en $216.849, estimando que un total del 6,5% de la población percibe ingresos equivalentes por debajo de ese nivel.
Quien lidera al grupo de especialistas es el economista Osvaldo Larrañaga, académico de la Escuela de Gobierno UC y especialista en temáticas de desigualdad, que ya en agosto pasado adelantó, durante un seminario en el CEP, el curso que está tomando el trabajo de la comisión: “El 2014, la nea de la pobreza que salió de esa medición fue un 40% más alta que la existente a la fecha para un mismo año.
Yo creo que si bien aún no lo hemos hecho cuantitativamente, es probable que así suceda”. Consultado por “El Mercurio” acerca de esas proyecciones, el especialista detalló que dicen relación con la evolución de la canasta de consumo a partir del aumento en los ingresos de la población, sus hábitos y preferencias. “Por lo general, se hace más cara, y este fue un factor que hizo aumentar la lnea de pobreza, y el porcentaje de personas en situación de pobreza, cuando se actualizó la medición en 2014.
Es muy probable que esto vuelva a ocurrir, pero la magnitud final del cambio va a depender también de otras modificaciones que se realicen a la metodología”. Canasta “de calidad” La asesoría de la Universidad de Chile está a cargo del Grupo Transdisciplinario para la Obesidad de Poblaciones, que realizó su primera presentación ante la comisión asesora en marzo de este año.
En ese entonces, una revisión preliminar de lo que significaría cambiar hacia una “canasta de alimentos de calidad” ya mencionaba que, a partir de su mayor costo, la población que se considera en situación de pobreza podría aumentar desde 6,5% hasta un máximo de 15%, en caso de que se acogiera íntegramente la recomendación.
Con todo, el propio Larrañaga precisa que “este trabajo está en curso y no hay una propuesta definitiva aún en la materia (... ). En todo caso, la comisión asesora y entrega recomendaciones, pero la decisión final corresponde al Gobierno”. La directora de la Escuela de Salud Pública de esta casa de estudios, la doctora Lorena Rodríguez, también precisa a “El Mercurio” que dicha estimación se hizo en base a datos del valor de la canasta de alimentos en 2012, que se ajustó para una simulación en base a la última Casen, pero en ningún caso es una proyección precisa. “Hay que ver cuánto hoy día está gastando la gente en alimentación, y luego hay que transformarla en una canasta saludable para ver cuánto realmente aumenta. No me atrevería a afirmar que va a cambiar en esa proporción”, explica.
Según detalla la doctora, el sentido de esta recomendación apunta a detectar qué productos de la canasta pueden ser reemplazados por alternativas más saludables, “manteniendo la metodología con la cual se construye la canasta básica de alimentos en base a la Encuesta de Presupuestos Familiares”. En materia de costos, precisa, más allá de eventuales aumentos en algunas series de alimentos, plantea que este instrumento no representa una recomendación para la población, sino que más bien sirve como insumo para políticas públicas.