Autor: JORGE CORREA SUTIL
Año electoral, año de definiciones
Año electoral, año de definiciones Unidos. Lo de Gaza y Cisjordania raya en lo grotesco.
Estados Unidos abandona la función de líder mundial del ideario liberal que caracterizó buena parte de su política exterior a partir de la Segunda Guerra Mundial y se encierra en sí mismo y en lo que satisfaga su renovado espíritu nacionalista. En vez de alianzas con las democracias europeas, EE.UU. alienta en esos países las candidaturas autoritarias de derecha. Europa está debilitada para ejercer la influencia que alguna vez tuvo su ideario democrático. Si quiere jugar algún rol, el Viejo Continente probablemente deberá gastar mucho más en defensa y disminuir el estado de bienestar que, bien o mal, ha buscado en los últimos decenios.
La derecha, que nunca ha abandonado del todo las tentaciones autoritarias, se verá espe-cialmente impactada por este fenómeno internacional, que, en aras de lograr resultados convenientes para el propio interés, legitima lo que hace poco la opinión pública mundial condenaba. Matthei deberá decidir cuánto toma del discurso autoritario de Kast, y particularmente del de Kaiser, si quiere asegurar su triunfo y la posterior adhesión de quienes apoyen a esos candidatos. Chile Vamos verá desafiado su discurso de adhesión a la democracia liberal y el cuidado de las formas que, salvo episodios, ha guiado su actuar desde el inicio de la transición hasta la fecha. El Partido Comunista parece tener candidato, considerando el poder e influencia de Jadue sobre su militancia. Su discurso radicalizará la apelación a la movilización social y a la legitimidad de la violencia. Surgirá entonces un di-lema no menor para el Frente Amplio. El discurso de estas dos fuerzas no resultaba antagónico hace cuatro años.
La paradoja es que el gran legado de Boric no serán las profundas transformaciones y una nueva Constitución, que constituían el corazón de su programa, sino haber asegurado la estabilidad de las instituciones que padecieron crisis que no parecían fáciles de sortear y ante las que probablemente otra conducción política pudo haber sucumbido. ¿Podrá rec o n o c e r s e en ese espejo el Frente Amplio o ins i s t i r á e n e l discurso ado-lescente y ensoñado que mantenía hasta llegar al Gobierno? ¿ Se sentirá cómodo volviendo a entenderse con los antiguos concertacionistas a quienes tanto criticaron, pero con quienes su gobierno se asoció sin grandes fricciones para devolver al país la estabilidad política? El socialismo democrático, si quiere tener alguna opción, deberá explicar cómo es que prometerá crecimiento económico y eficiencia estatal. Formular esta promesa no será tarea fácil, pues se tensiona con parte importante de su praxis y la de sus nuevos socios. Por cierto, el Frente Amplio y el socialismo democrático pueden eludir estas n e c e s a r i a s definiciones si Bacheletes la candidata. Su triunfo, sin embargo, es improbable. Recurrir a ella implicaría ahondar en la crisis de indefinición en que se haya sumida la centroizquierda desde que abjuró del ideario de la Concertación, sin nunca llegar a reemplazarlo. Por cierto, todos los actores políticos repetirán la consabida monserga de que lo importante no es el candidato, sino la elaboración de un programa. No se trata de programas, esos mamotretos que solo revisan los opositores en busca de errores, sino de las ideas fuerza y de la manera en que esas ideas toleran determinadas coaliciones. El año político será de definiciones. Quienes eludan tomarlas pensando que basta con exhibir su pasado y trayectoria pueden llevarse una amarga sorpresa electoral. nEL PANORAMA INTERNACIONAL Y LA REALIDAD CHILENA EXIGIRÁN DEFINICIONES A LAS FUERZAS POLÍTICAS. QUIENES LAS ELUDAN PUEDEN LLEVARSE UNA AMARGA SORPRESA ELECTORAL. N ÓNIPOMarzo inaugura un año político que puede ser trascendente.
En el proceso electoral que se aproxima y que lo teñirá de punta a rabo, las diversas fuerzas políticas se verán obligadas a hacer giros respecto de lo que acostumbran si quieren ofrecerse atractivamente a una ciudadanía que ya no muestra la fidelidad partidaria que marcó los años de la transición. Si bien no se barajará todo el naipe, las cuestiones programáticas y las políticas de alianzas no parecen estar ya definidas, sino por configurarse. No cabe desdeñar la influencia que tendrá el giro mundial hacia regímenes autoritarios.
Trump, Putin, Modi, Netanyahu y Xi expandirán sus estilos, su influencia y sus territorios sin escrúpulo alguno, como prueba la nueva posición de Estados Unidos frente a Ucrania y su pretensión sobre Groenlandia y el Canal de Panamá; es posible que la débil autonomía de Taiwán esté en peligro de ser transada por alguna concesión de China hacia Estados.