Educar tras las rejas: el liceo penitenciario que transforma la vida de reclusos en Arica
Educar tras las rejas: el liceo penitenciario que transforma la vida de reclusos en Arica D aniela (el nombre fue cambiado para resguardar su identidad) creció en un entorno donde la delincuencia era la norma. Hija de un padre presidiario y una madre fallecida, terminó presa en el Centro Penitenciario Femenino de Arica. Eso cambió su vida de una forma que no imaginó: entre los altos muros de la cárcel encontró esperanza. Pese a que ya había egresado de 4 medio, se inscribió en el liceo técnico-profesional de adultos Pukara, que opera dentro del recinto. En un principio, lo hizo para optar por los beneficios que se otorgan a quienes estudian; pero, poco a poco, algo en ella empezó a cambiar. "Los profesores son de una calidad humana gigante. Siempre nos inculcaban la importancia de estudiar, de saber, de cambiar nuestras vidas. Dentro de uno siempre está la tentación de volver a lo mismo, pero el liceo me dio herramientas. Los profesores me contenían, me abrazaban. Era como un oasis en medio del encierro", relata. Con ese apoyo, logró el título técnico en electricidad que imparte el establecimiento e incluso rindió la PSU, aunque Gend a r m e r í a n o l e permitió salir a estudiar. Aún así, no se rindió: "Cuando salí, lo hice con una mano adelante y otra atrás. Decidí que no aguantaría más maltratos ni pobreza. Entré a estudiar (Construcción Civil), hoy tengo una carrera, vivo en un condominio bonito, soy jefa en mi área y soy reconocida en mi sector. Todo sin una gota de delincuencia". "La educación sí cambia vidas, pero hay que dar oportunidades reales después", dice con firmeza.
Un mejor mañana Su historia es solo una de las que se escriben cada año en este colegio penitenciario particular subvencionado, creado en 2004 por la Fundación Educacional Coresol del Norte, que hoy forma a 477 reclusos hombres y mujeres, todos del Complejo Penitenciario de Arica. El año pasado, Emilia Valenzuela, su directora hace 17 años, recibió el Premio LED al liderazgo educativo por su trabajo en inclusión y equidad. Con un equipo comprometido, el liceo ofrece cuatro especialidades técnicas: vestuario y confección textil, productos de la madera, electricidad y servicios de alimentación colectiva. El lema del colegio, creado por los propios estudiantes, es "Un mejor mañana". "Hay gente que piensa que estamos perdiendo el tiempo. Pero nosotros, que estamos adentro, vemos que no es así. En ellos se ha instalado el discurso de transmitir el valor de la educación. Puede que no rompamos el círculo con ellos, pero sí con sus hijos", dice la directora.
Sobre cómo logran reencantar a este grupo, que suele haber desertado del sistema escolar hace años, y que no ven en la educación ningún sentido, la jefa de UTP, Anita Álvarez, dice: "Los estudiantes abandonaron sus estudios porque algo no los motivó. Nosotros trabajamos con didácticas que les hagan `enganchar' y conectar con los aprendizajes. Partimos de la base que ellos no tienen vacíos: traen saberes previos y experiencias. La clave es que encuentren lo que no hallaron afuera. Y lo único que necesitamos es tiempo y espacio". "No todos, pero muchos se encuentran en el camino consigo mismos, se descubren, mejoran su autoestima, se dan cuenta de que pueden avanzar", añade la directora. Sandra Anativia, profesora de Lenguaje hace 17 años en el liceo, admite que cuando llegó se sentía "desencantada con la educación, pero redescubrí su sentido. El aula es su espacio de libertad. Pierden muchos derechos acá, pero aquí pueden opinar, debatir y sentirse valorados. Hasta lloran en clases". También pide entregar un mensaje a sus colegas de colegios tradicionales: "No aparten a los `niños problema' sin conocer sus historias. Muchos terminan aquí porque nadie los buscó. Una vez un joven me dijo: `Nunca me habían dicho que podía ser algo más que un delincuente'". "Uno siempre carga una herida. Pero cuando te dan una oportunidad, hay que agarrarla. A mí nadie me regaló nada: solo el liceo me tendió la mano. Por eso, cuando pude, me aferré a estudiar", coincide la exalumna y hoy constructora civil.
El colegio particular subvencionado Pukara atiende a 477 personas privadas de libertad Educar tras las rejas: el liceo penitenciario que transforma la vida de reclusos en Arica MARÍA FLORENCIA POLANCO El año pasado, 2.080 personas se inscribieron para dar la PAES dentro de un recinto penitenciario, y 1.204 la rindieron. De ellos, 39 eran del liceo Pukara de Arica. GENDARMERÍA El equipo docente del establecimiento trabaja fuertemente los vínculos por la carga emocional que significa trabajar en contextos de encierro. CEDIDA `` Uno siempre carga una herida. Pero cuando te dan una oportunidad, hay que agarrarla. A mí nadie me regaló nada: solo el liceo me tendió la mano. Por eso, cuando pude, me aferré a estudiar.
Al segundo año ya tenía trabajo".. ............................................................... EXALUMNA DEL LICEO PENITENCIARIO PUKARA, ARICA Optar a educación superior Según cifras de Gendarmería, hay 85 establecimientos en contexto de encierro en el país, en los que 10.592 personas privadas de libertad están nivelando sus estudios (1.237 mujeres y 9.355 hombres). A su vez, el año pasado se inscribieron 2.080 personas para dar la PAES al interior de los recintos penitenciarios, de los cuales 1.204 la rindieron.
Sobre las opciones que los reclusos tienen para optar a la educación superior, desde Gendarmería señalan que "existe la posibilidad vía online, según la normativa vigente, además hay convenio de colaboración con casas de estudios que tienen sedes dentro de los recintos penales, a las que pueden acceder siempre y cuando cumplan con los requerimientos establecidos en cada convenio de colaboración". No obstante, no todos los estudiantes obtienen ese permiso.
En esa línea, dicen que si una persona privada de libertad obtiene un puntaje que le permita inscribirse en una universidad del Consejo de Rectores, "este caso debe ser evaluado por el consejo técnico para ver si hay posibilidades de algún permiso de salida, dependiendo de la conducta, término de condena y otros factores establecidos". "La educación posee un rol fundamental en el desarrollo de los procesos cognitivos, es decir, entender ciertas cuestiones para distinguir el bien del mal y generar cambios sustantivos en los comportamientos internos", señala Pablo Gaete, subdirector de Reinserción Social de la institución. n Los profesores trabajan desde la contención y el reconocimiento de saberes previos, generando un espacio donde los estudiantes pueden reencontrarse con el aprendizaje y proyectar un futuro distinto. La directora del establecimiento fue premiada por su liderazgo educativo..