Otro mundo: profesoras chilenas les hacen clases a niños nómades de Chad
Otro mundo: profesoras chilenas les hacen clases a niños nómades de Chad Bajo temperaturas de 47", viajan en moto a encontrarse con sus alumnos y enseñan con pizarras al aire libre Otro mundo: profesoras chilenas les hacen clases a niños nómades de Chad Académica de la UC ha llevado a alumnas de pedagogía para que trabajen un mes en el país africano.
OSCAR VALENZUELA OSCAR VALENZUELA unque Chad cuenta con reservas de petróleo y uranio, el Indice de Desarrollo Humano de la ONU coloca a este país centroafricano de 19 millones de habitantes entre las cinco naciones más pobres del mundo. La esperanza de vida llega a los 53 años, el promedio de hijos por mujer es de 5,5 y 60% de sus habitantes subsisten con apenas un dólar al día. A esa realidad fue la que llegó en 2020 Maili Ow, académica de la Facultad de Educación de la Pontificia Universidad Católica, para apoyar un proyecto de bibliotecas itinerantes de una misionera.
Estando allá conoció a la comunidad nómade Termel, conformada por unas 300 personas. "En los alrededores de la ciudad de Mongo, a unos 500 kilómetros de Yamena, la capital del país, viven estas comunidades nómades que transitan buscando agua y pastos para sus animales, que son cabras, oveJas y algunos dromedarios", describe. "Aunque no se encuentran muy lejos de la ciudad, a unos siete o diez kilómetros, viven sin electricidad ni agua potable para todos, en un estado de desarrollo muy distinto al nuestro", agrega. Como los niños Termel no tenían acceso a educación formal, la profesora lideró un proyecto para reabrir una antigua escuela itinerante llamada Tchoubouk. La idea, que fue apoyada por una beca de la Vicerrectoría de Asuntos Internacionales UC y el Banco Santander, incluye operativos sanitarios realizados por doctores del Hospital de Mongo.
Con una pizarra que instalan al aire libre, las clases se realizan entre las 7 y las 11:30 AM, antes de la hora de mayor calor (en verano la temperatura puede bordear los 477). Comenzaron en septiembre del año pasado con unos 70 niños entre 4 y 18 años, divididos en grupos de edad. Hoy trabajan con cerca de 30 alumnos.
En moto por los cerros "Partimos con el aprendizaje del francés -tienen dos lenguas oficiales, el francés y el árabe y también algunos elementos de matemática, operaciones básicas, pero como nunca han estado escolarizados, los niños han estado escolarizados, los niños han estado escolarizados, los niños A AA A AA A AA De izquierda a derecha: Isidora Fernández, Octavia Olmos, parvularia, y Maili Ow, en plena reunión de apoderados. apoderados. no tienen la práctica de llegar a la escuela, mantenerse o usar materiales educativos", comenta la académica. "Hay que enseñarles a tomar el lápiz, a manipular un cuaderno, ellos están acostumbrados a la cultura árabe y se escribe al revés de las lenguas nuestras. Hay que partir con las prácticas pedagógicas muy iniciales", señala. La profesora contó con el apoyo de estudiantes de Pedagogía UC que han viajado para realizar su práctica de un mes en este entorno desafiante.
Ella y las alumnas se quedan en las casas de los médicos, en la ciudad, y van todos los días hasta donde se mueve el clan. "No hay carretera, no hay camino, están metidos en los cerros, entonces para poder llegar la única forma es en moto", afirma Maili Ow. A pleno sol Isidora Fernández, de Pedagogía en Educación Básica, estuvo en Chad en octubre del 2023. "El trabajo fue durísimo, tanto física como mentalmente. Es un país musulmán, entonces teníamos que estar con la ropa tradicional musulmana, considerando que estábamos en el desierto a 370 de calor. Era potente", recuerda. "Los niños nos recibieron súper dispuestos, con los brazos muy abiertos. Les llevamos sus materiales -no conocían la plasticina y no les gustó la textura-, luego conseguimos una pizarra y armamos la salita en el desierto. Teníamos un nat, como le llaman allá a una alfombra de plástico, y un toldo para taparnos del sol. Ahí hacíamos la clase", cuenta. "Ellos hablaban árabe y muy poquito francés, entonces las clases las teníamos que hacer a señas, con dibujos. Tuvimos que aprender las palabras básicas como "siéntate, "escribe", 'a recreo" o "vayan para allá" en árabe", señala.
Aún conserva fotos de varios de sus alumnos, entre ellos uno en particular. "Había un niño que venía de otro clan, andaba como 10 kilómetros en bicicleta todos los días para poder llegar a las clases donde las estábamos haciendo.
El iba porque quería, nadie lo obligaba, a su papá no le interesaba", recuerda. ¿Volvería a Chad? "Mil veces", responde sin dudarlo. "Siento que hay mucho por hacer y que nosotros ahora tenemos las herramientas para capacitar a profesores y abrir más escuelas nómades.
En lo profesional, me dio herramientas para enfrentarme con un contexto súper distinto; el nivel de flexibilidad que yo tengo el nivel de flexibilidad que yo tengo ahora para poder hacer una clase, por ejemplo, es algo que es impagable". Una vida sencilla Bernardita Pérez, periodista que estudió como segunda carrera Pedagogía en Religión, pasó un mes allá, en enero de este año.
Antes tenía experiencia misionando dentro de Chile y en el extranjero. "Era un sueño ir a África", confiesa. "Los niños nómades y sus familias se mueven 50 kilómetros buscando comida y agua, y eso para mí fue muy impactante porque es una realidad que en Chile no se vive". Le tocó hacer clases y diversas actividades y talleres, entre ellos uno relacionado con cómo ven la muerte los niños de distintas culturas. "Lo que más atesoro de esta experiencia es que me enseñó que hay un valor muy grande en la sencillez de vida, que ojalá nosotros en Occidente pudiéramos copiar más. Llevar una vida más sencilla, pero también una vida más en diálogo con el otro", plantea. La meta ahora es que Tchoubouk se oficialice. "Ojalá que pueda insertarse al sistema educativo, que sea reconocida por el estado de Chad y los niños así puedan continuar su educación", sostiene Bernardita. Si quiere colaborar con la escuela puede escribir a mowO uc.cl. mowO uc.cl. mowO uc.cl..