Autor: Padre Ricardo Gómez
Feliz Navidad en voz de Padre Ricardo
Feliz Navidad en voz de Padre Ricardo Marco López Aballay, EscritorContacto: edicionesdelfin@yahoo.es @edicionesdelfin marcolopezcultura@gmail.comnaci ó en Viña del Mar el 11 de marzo de 1962, sus estudios básicos los realizó en la Escuela N 80 de Viña del Mar y la Enseñanza Media en el Liceo Industrial de la misma ciudad. El año 1989 se tituló de Licenciado en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica de Chile. Fue ordenado sacerdote el día 8 de enero de 1994 en la Catedral de San Felipe, porMonseñor Camilo Vial Riso-patrón.
Entre los años 1998 al 2005 se desempeñó como Párroco de Rinconada de Silva, paralelo a ello ejerce como Asesor Diocesano de distintos movimientos, tales como el Cursillo de Cristiandad, Nazarenos, CEVAS (del cual es Asesor Nacional), es Consejero Espiritual para Chile de la Legión de las Pequeñas Almas y además pertenece a la Asociación Obra Misionera de la Transfiguración del Señor de la cual es Superior. Actualmente ejerce su ministerio en la parroquia de Petorca. Al padre Ricardo lo conozco desde el año 1987, cuando llegó a la Parroquia de Rinconada de Silva. En ese entonces me estaba preparando para mi Confirmación y varios jóvenes seminaristas llegaron a misionar en estos territorios. A Ricardo Gómez lo recuerdo delgado, de anteojos, con gestos amables, más bien tímido y muy carismático. Con los años hemos mantenido una especie de hermandad y amistad frente a la figura de Cristo, como un puente que nos une y mantiene en días de calma y de tormenta.
El año 2004 hice mi Cursillo de Cristiandad ydesde entonces es nuestro guía espiritual que nos mantiene unidos en la fe, la esperanza y el amor, lo que ha solidificado nuestra relación, que a estas alturas podría considerarlo un amigo. De las jornadas vividas con él, guardo intensos momentos de fe experimentados en variadas circunstancias y encuentros.
Una de las más especiales que rememoro es cuando nos llevaba en su camioneta a presenciar sus misas celebradas en una pequeña capilla en el sector de El Asiento, una vez finalizadas solíamos mirar el paisaje nocturno: el cielo estrellado y la ciudad de San Felipe nos parecía un planeta que emergía en medio de la oscuridad y el silencio. Una paz indescriptible llegaba a nuestros corazones de pequeños cursillistas. Ya de vuelta a nuestros hogares la comunicación giraba en torno al rezo colectivo del Santo Rosario y canciones a María. En ocasiones el padre Ricardo me parecía nuestro propio padre Pío, con todas sus virtudes, sus fortalezas y certeras enseñanzas. De él destaco su humildad, cercanía, empatía, lealtad, entrega y solidaridad con sus fieles. Hay algo de santo en él, aunque el tiempo se encargará de confirmar lo que mis palabras sostienen en esta sencilla -pero emotiva crónicaque ahora escribo. El domingo recién pasado, a raíz de una invitación que extendiera al Movimiento Cursillista de Aconcagua, nos encontramos con él en la parroquia Nuestra Señora de la Merced de Petorca. Dicha instancia consistió enun encuentro navideño, y una de las actividades contempló dar nuestro testimonio relacionado con la Navidad. Varios hermanos cursillistas reataron sus experiencias de niñas y niños. Rescato el testimonio del PadreRicardo: «Provengo de una familia no creyente y yo tampoco tenía fe. En la Navidad del año 80 tuve un pensamiento muy fuerte, dada mi condición de no creyente, pedí que dicha fiesta tuviera algún sentido para mí.
Después ingresé a la Universidad Católica en Santiago y en agosto del año 1981, encontrándome en el living de la casa de mis tíos, sentí la presencia de Jesucristo; no lo vi, pero sentí su presencia y me invitaba a hacerme católico. Al día siguiente, en la universidad, fue el gran día de mi conversión.
Después vino la Navidad del año 81 y estando en Viña del Mar, asistí a mi primera Misa del Gallo y fue realmente maravillosa, me llenó plenamente el corazón, porque ya poseía el don de la fe y tenía sentido celebrar el nacimiento de nuestro señor Jesucristo, el niño Dios.
Era tanta mi alegría, que cuando salí de misa comencé a saludar a cada persona que se topaba en mi camino, diciéndoles ¡ Feliz Navidad! De la misma manera en casa, abracé a mis hermanos y padres deseándoles una feliz Navidad. Todos me miraron como bicho raro». Existe un enorme abismo de diferencia entre celebrar la Navidad con fe y no tenerla. Doy gracias a Señor por darme el don de la fe, y gracias a él la mantengo hasta el día de hoy..