Autor: Por Felipe Lorca. EVoting.
Democracia digital en las universidades
Democracia digital en las universidades H ay algo que está cambiando en las universidades chilenas, y no me refietida. Que los estudiantes, académicos y funcionarios tienen un lugar real en la toma de decisiones. Que la democracia no es una palabra decorativa en los estatutos, sino una práctica cotidiana. Lo interesante es que este giro no es solo normativo, aunque esté consagrado en la Ley Nº 21.091. También responde a una convicción más profunda: la de que una comunidad se fortalece cuando ro solo a los planes de estudio o a las formas de enseñar. Me refiero al modo en que las instituciones se piensan a si mismas.
Cada vez mas, la calidad académica deja de medirse únicamente por indicadores duros y empieza a incorporar una dimensión que hasta hace poco era tratada como algo ac cesorio: la participación. 592834 se le permite hablar, disentir Hoy, para acreditar una universidad en Chile, no basy decidir en conjunto.
La Comisión Nacional de Acreditata con mostrar resultados. ción ya no mira solo los logros Hay que demostrar que exisacadémicos, sino también la te vida institucional comparforma en que esos logros se con entusiasmo, otras con resistencia.
Las universidades que han apostado por abrir sus procesos internos -elecciones, claustros, consultasa formatos más transparentes y accesibles, no solo están cumpliendo con un requisito: están dando señales claras de que creen en lo que hacen. Que no temen al escrutinio interno. Que entienden la gobernanza como una construcción colectiva. No quiero sonar ingenuo. Hay desafios. Hay tensiones. Participar también cansa, incomoda, atrasa decisiones que podrían tomarse de forma más rápida. Pero en una época donde se exige tanto de las instituciones -credibilidad, impacto, responsabilidad-, no hay atajo mejor que hacer participe a la comunidad. construyen, quienes participan de ellos, como se consensuan las rutas. Desde nuestro lugar, hemos visto como esta transformacion se abre paso, a veces La tecnologia, por cierto, no es el centro de esta historia. Pero puede ser una aliada. Ayuda a ordenar, a facilitar, a dar garantias. Nos toca disefarla con la convicción de que está al servicio de algo más grande: una cultura universitaria donde todos y todas se sientan parte, incluso cuando no piensan igual. Ese, creo, es el nuevo rostro de la calidad. Uno que no se certifica solamente con papeles, sino también con decisiones compartidas.. C Columna