Venezuela, dramática Venezuela
Venezuela, dramática Venezuela Aquel día que la ministra del Interior Carolina Toha señalaba que “llegaremos hasta la Justicia Internacional Internacional para esclarecer el crimen de un oficial del Ejército venezolano en tierra chilena”, se daba inicio a una nueva etapa en la investigación del asesinato de un oficial venezolano que se encontraba con todos sus papeles en regla en nuestro país. En efecto. ya con bastante seguridad, la investigación investigación comenzaba a conocer más de este asesinato en que la totalidad de sus ejecutores eran venezolanos.
Pero había algo más, “las instrucciones de tal muerte fueron programadas desde el Gobierno en Caracas de la mano del mismísimo y siniestro Diosdado Cabello, el mismo que. un par de años antes, estaba envuelto en una seguidilla de tráfico de cocaína a los Estados Unidos escudándose en su cargo de presidente del Parlamento venezolano”. Ahora, en el Ministerio del Interior, con bastante más armas estatales en sus manos, ponía en marcha el crimen organizado para dar muerte al teniente Ojeda en Chile. Toda esta información y más detallada aun, estaba en manos del Gobierno chileno. El rumor de Palacio, incluso llegaba más lejos al sindicar al ex subsecretario Monsalve como el que dio la dirección particular de Ojeda para que los sicarios venezolanos lo asesinaran. El mismo rumor señala que tal información, pudo haberla dado el ex subsecretario, sin informarse adecuadamente de quien era el receptor de ella. La declaración de la ministra Tohá provocó el inmediato cierre de relaciones diplomáticas por parte del Gobierno venezolano. Poco importaba que en este país habitaban una cifra cercana a los 800 000 venezolanos. Menos importaron los asuntos sociales que la embajada debía considerar para apoyar en este país a sus connacionales. Lo que sí se sabe es que cuando el embajador de Venezuela en Chile se informa que debe irse, lo hace apresuradamente. Se retira de la embajada levantando la voz, “fascistas de mierda”, grita por la ventana abierta del auto. Al llegar a Caracas, lo condecoran.
Hasta ese momento momento nadie sabía de la razón de tal condecoración de este personaje bastante inútil que. aprovechando su presencia en Chile, dedicó su presencia a apoyar al Partido Comunista y el antiguo Mir, sin importar para nada el acontecer nacional, ahora con estos 800 mil venezolanos en esta tierra. Sin embargo, había algo más. El embajador venezolano. Enrique Méndez, surgía entre los implicados del asesinato del teniente Ojeda.
Un detenido. autor directo del asesinato ya señalado, señalado, y responsable posterior a esconder bajo tierra el cuerpo del oficial venezolano, declaraba que “toda la organización del asesinato, en su parte ejecutiva, se llevó a cabo en la embajada de Venezuela en Chile, con la presencia del Embajador Méndez”. Esta información, todavía a nivel de rumores, hasta que el fiscal no la declare formalmente, hizo que el embajador “arrancara” prontamente de Chile y su gobierno, en vista del éxito obten ido en este asesinato, lo condecorara con honores.
Más que mal el referido Enrique Méndez había sido un general ascendido en tiempos de Chávez, amigo desde la juventud y colaborador colaborador importante en la instalación de la doctrina marxista en dicho gobierno y continuado por el actual gobierno de Maduro y Diosdado Cabello. ¿Fanta es la locura en Venezuela? Sí, así es. Recuerdo Recuerdo mis días en Caracas como observador internacional. internacional. Vestía una ropa apropiada para ingresar a los recintos de votación. Una chaqueta de color claro, con los anuncios correspondientes de observador internacional. internacional. La gente. con temor se acercaba a conversar conmigo. “Saquen a esos ladrones, asesinos y narcos que nos gobiernan.. , no nos dejen solos”, era la frase permanente en los lugares de votación. Pobre Venezuela, la veo con lástima, también con horror. El mundo se detuvo en ese país. Las libertades plenas y absolutas no existen. La dictadura es real. ¿Cuánto queda para que se termine? Venezuela, dramática Venezuela Mario Ríos Saníander.