LEO CAPRILE: “SIENTO QUE ME DIERON UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD”
Leo Caprile:pieza y además fumaba mucho: en la mañana me despertaba y me tomaba un café con un cigarrito, y mientras cocinaba, fumaba”, dice sobre el estilo de vida que llevaba. Hace cuatro meses sufrió un accidente cerebrovascular isquémico, cuyos síntomas él supo advertir a tiempo y pedirle a sus amigos que lo llevaran a Urgencia.
Pasado el susto, asegura, resintió el golpe porque le vino una fuerte depresión y tuvo que hacer cambios radicales en su estilo de vida: dejar el azúcar, la sal, el alcohol, el cigarro y mucha de la comida que consumía. “Realmente estuve a punto de morir. Pero aquí estoy, sin ninguna secuela. Tuve mucha suerte”, dice.
POR ESTELA CABEZAS FOTO CARLA PINILLALeo Caprile, 64 años, con más de 40 años en el mundo de las comunicaciones, rostro y voz conocida en la TV y la radio, entra a un café de Ñuñoa en una fría mañana de fines de agosto.
Apoya su mano derecha en un bastón que le ayuda a caminar; en la otra, trae la correa con la que sostiene a su perro Negroni, un chihuaha bien negrito que es su regalón y gran compañía. Oye, pero esto (el bastón) no tiene nada que ver con el ACV que me dio en abril. Es por el dolor de una rodilla se apura en decir.
De hecho, esa es la razón por la que este viernes está en Santiago y no en su parcela en Curacaví, donde vive de manera permanente desde la pandemia: tiene una sesión más de kinesiología para tratarse esa rodilla maltratada por años de fútbol. Se sienta, toma a Negroni en brazos, se acomoda uno de los chales que abrigan las piernas de todos los comensales, pide un café cortado, y dice: Sí, realmente estuve a punto de morir. Pero aquí estoy, sin ninguna secuela. Tuve mucha suerte. Siento que me dieron una segunda oportunidad. Todo sucedió en la madrugada del sábado 20 de abril pasado. Según cuenta, ese viernes había venido a Santiago a animar una fiesta de Colo Colo, en Gran Avenida. A la vuelta, a eso de las 1 de la madrugada, pasó a ver a unos amigos. Estaban conversando cuando de repente comenzó a sentir su cuerpo raro. Me vino esta tontera del brazo, se me caía. Después me vino el hormigueo de la cara. Entonces, me voy a parar y me caigo porque el pie no existía. Cuenta que se dio cuenta muy rápido de lo que le estaba pasando. Reconocí los síntomas, porque los conocía. Mi abuelo murió de trombosis y mi mamá y mi papá tuvieron un ACV. Con mi abuelo no se dieron cuenta de lo que era y lo acostaron. Es muy clásico eso, se sentía mal y lo llevaron a descansar, pero si tú no lo atiendes altiro, esa trombosis puede ser mortal.
Si tú te vas a acostar porque dices “ay, estoy medio curadito o tengo sueño o esto se me va a pasar”, porque no hay dolor, el ataque continúa mientras tú duermes y luego despiertas hemipléjico, que es lo que le pasó a mi abuelo. Y ahí es más complejo, porque tienes que aprender a caminar de nuevo. En estos casos hay una ventana de cuatro horas para atenderte, por lo que mientras más rápido vayas a urgencia, mejor. El ACV es la segunda causa de muerte en Chile y es la primera causa de enfermedad que deja secuelas graves. Leo Caprile dice que si esa noche se hubiera ido manejando a su casa en Curacaví, probablemente habría perdido el control del auto. Y hoy estaría muerto. Ese día tuve muchas posibilidades de morir. Pero no sucedió. Mientras sus amigos hablaban de llamar a otros amigos que lo pudiera ir a ver, él les dijo que lo llevaran a urgencias. Y les tuvo que insistir mucho. Ellos no se dieron cuenta de lo que me estaba pasando, yo sí, y les dije qué hacer. Yo estaba en pánico pero supe altiro que si meempanicaba no íbamos a llegar a ninguna parte agrega. Entre las dos personas con las que estaba tuvieron que cargarlo, porque él era peso muerto. Lo metieron al auto y lo llevaron a urgencias de la Clínica Santa María. Ese día la suerte estaba de mi lado, llegamos en ocho minutos y a los 10 yo ya estaba en una camilla. Al otro día, cuenta, ya podía hacer todo: apretar la mano, levantar los pies, sonreír parejo. Tuve un accidente cerebrovascular isquémico. Me da pánico cuando me acuerdo, porque a mí me sacaban a caminar y daba una vuelta y vi ¡ cada caso! Eso fue tremendo.
Después, ya afuera, me vino una crisis de tipo emocional, con depre y todo, yo diría que fue una o dos semanas después de haber salido cuando me empecé a dar cuenta de lo que me pudo haber pasado. O sea, yo perfectamente podría estar muerto, perfectamente podría estar en terapia, podría haber desaparecido del mapa; esa cuestión me dejó en shock. Entonces vino la depre, el psiquiatra, las pastillas. Además, tuvo que dejar el azúcar, la sal, el alcohol, el cigarro y mucha de la comida que consumía. No es que tuviera una mala vida, sino más bien que era una vida desordenada.
Comía lo que quería, tengo en mi casa un barrestaurante privado, entonces primero me tomaba una mentita, una manzanillita con pisco para el frío; luego me hacía un santuchito o un bife al que por supuesto le ponía mantequilla, y así todos los días. Además, soy cocinero, entonces cocinaba a mi pinta y comía distinto al almuerzo y distinto en la noche.
Me daba frío, la casa es helada, prendía la chimenea, me iba para mi apartamentito con tele, me acostaba, decía “ay me dio hambre, hoy me quedó charquicán, ya, me lo como” y no iba a comer seco, entonces su roncola tamaño familiar para no levantarme a buscar de nuevo. De hecho, tengo un frigobar en la pieza y además fumaba mucho: en la mañana me despertaba y me tomaba un café con un cigarrito, y mientras cocinaba, fumaba.
Cuenta que, además, dejaba el cenicero en el velador, por lo que dormía con el humo y los restos: “le estaba echando monóxido de carbono a mi cuerpo todo el tiempo”. Yo roncaba como animal, con apnea. Entonces, entre el ronquido y la apnea, me restaba más o menos seis minutos de oxígeno por noche. Hoy duermo con un aparato que me permite respirar mejor. Muchas veces el doctor le dijo que tenía que cambiar de estilo de vida, pero nunca quiso. Era lo que se conoce como un paciente porfiado, dice. Además, trabajaba mucho. Estaba preocupado de que todo en su vida funcionara, especialmente en el trabajo y con la familia. Pero tuvo que cambiar. El doctor me dijo lo siguiente: “tienes un hijo profesional, tu exesposa es profesional y trabaja, tienes un hijo en segundo de ingeniería, lo pagan a medias.
Ya, se acabó, tienes que vivir tu vida”. Y así era, yo antes estaba todo el día corriendo de allá para acá, siempre preocupado de que no faltara nada y de que todo estuviera impecable y sobre todo mis hijos. Pero ya no, si la tarea está hecha. Y ha tratado de cambiar ciertas intensidades de vida. Por ejemplo, hoy dice que si tiene una discusión, va lo más suave posible, y que ha aprendido incluso a no tenerlas, a dejar pasar las cosas. Pero no todo ha sido fácil, cuenta. Tras el ACV ha tenido que acostumbrarse a que no todo en su cuerpo funcione tan bien. Por ejemplo, empecé a darme cuenta de que tenía serios problemas con la memoria corta, que no retenía. Un día estaba escribiendo un ensayo y me fui a dormir.
Y cuando volví a ver lo que había escrito fue heavy, porque no me acordaba haber escrito lo que estaba ahí, además no era lo que yo pensaba, no estaba de acuerdo con nada de lo que decía ahí, entonces fue terrible. Poco a poco he ido recuperando la memoria. Eso sí que da pánico, no digo miedo, digo pánico. Pero sé que es una consecuencia de lo que me pasó y es temporal. Hay que tener paciencia. Hoy, Leo Caprile está preocupado de su parcela, que es su negocio: la arrienda para eventos para 100,200 personas, que produce él mismo y con su animación incluida. Estoy ahí encima: sirvo mesas, le recomiendo el vino. Y tengo un convenio con otro centro donde hacemos hasta para 1.500 personas. Ahí pongo todo lo que yo soy: la simpatía, el trato cordial, la conversa simpática, la empatía, el interés por lo que hacen. A eso he estado dedicado últimamente. Y a otras cosas menores, “Yo perfectamente podría estar muerto, podría estar en terapia, podría haber desaparecido del mapa, y esa cuestión me dejó en shock. Ahí ya vino la depre, el psiquiatra, las pastillas”. porque yo de la tele y de la radio ya me retiré. Sobre su ACV dice que no cree que haya sido producto de un estrés por el tema económico. No, lo económico nunca me importó mucho. Primero, porque no tengo deudas con nadie, y porque yo puedo usar un traje, comer un plato siempre, no soy esa bestia ambiciosa.
Se queda en silencio y luego dice: Cuando te dicen “quiero ser el número uno, quiero tener plata, quiero casarme en Miami”... Hay muchos que se van a Miami ahí a vivir la pobreza, solo por decir que viven en Miami. ¿Se refiere a gente de la tele, los conductores que conocemos?Sí, gente conocida que allá lavan platos, se ponen a trabajar en un almacén. ¿Por qué no lo hacen acá? Porque pagaban dividendos de dos millones de pesos y ahora no te los paga nadie. Yo creo que la verdadera valentía se demuestra quedándose en el lugar que te corresponde. Esa gente seguramente busca reinventarse. ¿Cuántas veces se ha tenido que reinventar usted?Pocas veces. Alguna vez tuve una cosa gastronómica formal, un restaurante, y no me gustó. ¿Por qué?Porque no es divertido: te roban, te mienten, y tú tienes que estar esperando que llegue gente. Entonces tienes que invertir en publicidad, estar preocupado del stock, ir a comprar. Es enervante, porque al final del día en la caja hay veinte lucas y tienes que pagar cuarenta. Entonces, no. Lo del emprendedor no va con usted, entonces. No, lo del comerciante formal no me funciona. Entonces yo te diría que la plata para mí no fue tema, porque ahorré, supe comprar, no le debo nada a nadie.
Y menos mal que con el paso del tiempo uno necesita cada vez menos y uno se achica; si yo tenía una casa con cinco habitaciones, cinco baños, ahora estoy perfecto con una de dos habitaciones, porque el hijo más grande vive solo, el otro tiene su vida. Los hermanos vienen de vez en cuando.
También he pensado que tengo derecho a cumplir algunos sueños, cosas que me hagan feliz, porque me quedarán cuánto, ¿20 años? Entonces, por ejemplo, a mí no me gusta el frío y he decidido que quiero vivir en primavera y verano toda la vida, por lo que, como soy de origen italiano, ahora estoy pensando que allá, en los pueblitos que se están quedando vacíos, hay unas casas muy baratas, por lo que me podría comprar una y vivir seis meses allá y seis meses acá. ¿A lo Don Francisco?No, jamás. A lo Leo Caprile. Entonces, si tú me preguntas en qué estoy, yo estoy luchando por ese sueño. Estoy ordenando las cosas para eso, reorganizándome. Quiero dejar a mis hijos bien instalados, que es lo que me corresponde. Están bien, pero quiero dejarlos mejor todavía. A mí nadie me dejó nada. Yo ya les dejé una carrera, vivienda, con mi exseñora en realidad. Son personas hechas, sanas, inteligentes, amorosas, humanistas, como yo quiero que sean. Personas de calidad. ¿No ha pensado en volver a la TV?Te juro que voy a la tele si me pagan bien. Y a cosas que valgan la pena. Yo no puedo ir a un programa a ser el loco, a cantar, a bailar. Hay patudos que tienen tres, cuatro programas, y te invitan a uno que tienen en el cable y gratis.
Yo voy, y tengo que ponerme bonito y tengo que manejar y tengo que llegar a la hora, pero ¿ por qué si tú ganas plata con eso, yo no? No poh, ándate a la cresta. Yo jamás voy a renunciar a comunicar. Me invitan a eventos, claro, sí. Pero la tele todos sabemos a quién pertenece. Todos sabemos a quién tienen que defender porque viven de sus auspiciadores.
Yo me pregunto de repente si yo fuera rostro de informativo y le hago publicidad al neumático marca Yuppie; y ese neumático viene fallado y la gente se empieza a morir... Doy las noticias. ¿Dónde queda mi ética?¿ Usted cree que debería desaparecer TVN?No, para nada, no, todo lo contrario, es una herramienta fundamental en la televisión nuestra. TVN tiene que reinventarse y empezar a producir la cosa propia, la cosa identitaria, donde tú veas reflejado quién es Chile hoy. Hay piezas de televisión que son hermosísimas, que tú encuentras en el Megadoc, en 13C, contenidos cálidos de verdad, familiares, culturales. Y de lo bueno que hay, por ejemplo, el nuevo “Señor de la Querencia” es extraordinaria.
Pero la situación es dramática, pasas por un canal como La Red, puros infomerciales, y de repente un programa que se hizo famoso porque el animador le puso el gorro a la señora con la animadora, después lo veía hablando política, los mismos gallos; cambié de canal, obvio. Y en TV+ algo han hecho. Pero uno entra a la tele y eso es lo que encuentra. Entiendo que no entraría jamás a un reality, incluso si le ofrecieran muchos millones. Por ahí podría pasar¿ Hay un precio, entonces?Podría ser, ¿no?, pero tú sabes que eso no va a ocurrir. Yo no soy elemento de interés, ya pasó mi cuarto de hora. Y estoy feliz de que así sea. ¿Y cuándo pasó su cuarto de hora?Cuando yo quise.
Después del programa de cocina y luego que vino el estallido, la pandemia y el encierro. ¿Y por qué quiso?Por lo que te decía hace un rato, yo no puedo decir: este producto te hace mal, no lo comas. ¿Tuvo alguna reflexión en ese sentido con el estallido?En alguna medida, sí. Había que tomar una postura y yo la tengo A mí me han ofrecido municipalidades, no te digo cuántas veces. Al principio me llamó mucho la atención, pero después no. ¿Usted votó por Gabriel Boric?Sí. Soy votante independiente con tendencia a la izquierda. Estoy con la mayoría y creo que a la mayoría se le niegan muchas cosas. Y la política es manejada por sensaciones y esas sensaciones las crean los medios de comunicación. ¿Es crítico con los medios de comunicación?Muy crítico.
Yo siempre que daba una entrevista quedaba con la espina atravesada y pensaba “¿ por qué lado me van a traicionar?”. Porque siempre sacaban la cuña más desafortunada, sobre todo en espectáculos, un área que en algunos medios aparecía como entretención. O sea, mi vida, mi trabajo, mi profesión no está para entretener a nadie. Lo hice bien, lo hice mal, voy por el camino correcto, incorrecto. Pero no soy payaso de nadie. No soy un entretenedor profesional. Hago cosas para entretener, pero también hago cosas para informar y educar, porque uno también es un profesor. Y eso ha pasado con el chileno también, hay una reducción del vocabulario tremendo. Si tú vas a ver los noticieros, las cuñas las dan los peruanos, los venezolanos, el chileno no habla, no dirige la palabra, no le interesa. El chileno se abandonó a sí mismo.
Porque el tipo no se ve en la tele, no se ve reconocido en el barrio donde vive porque vive apiñado, y a su abuelo no le alcanza la pensión para comprar los remedios y comer. Entonces está frustrado, está herido y por eso quiere romperlo todo. No es que yo lo justifique, pero las cosas pasan por algo.
Ese es el mundo del que yo me alejé al venirme a Curacaví. ¿Sí?Claro, ese es el caos en que yo estaba metido y me alejé porque, ¿qué hago con un portonazo? ¿ Le entrego el auto? ¿ Me pongo a pelear? No, porque se llevan el auto, me quitan los perros, me quitan la vida. Entonces, ahora, de la casa a la parcela, portón cerrado. Así estoy yo ahora: más seguro, más protegido, en mi mundo.. “Tengo un frigobar en la