“En Chile necesitas tener mucho porque la ciudad te entrega muy poco”
“En Chile necesitas tener mucho porque la ciudad te entrega muy poco” La decana de la Facultad de Arquitectura de la U. San Sebastián, Loreto Lyon. A Loreto Lyon no le gustan las ciudades que privatizan la vida cotidiana y hacen de la desigualdad una condición de supervivencia.
Decana de Arquitectura en la Universidad San Sebastián y exdirectora del Colegio de Arquitectos, participó recientemente en la Bienal de Venecia como parte de la muestra «4x4 = 16 South American Women in Architecture». Su presentación estuvo centrada en la arquitectura pública chilena, una vocación que comenzó a tomar forma durante sus estudios de magíster en Inglaterra, entre 2009 y 2012, cuando descubrió el valor de las ciudades que ofrecen generosidad a sus habitantes. "Viviendo en Londres me di cuenta de que la ciudad te entrega mucho y que tú necesitas muy poco", recuerda. "En cambio, en Chile ocurre lo contrario: necesitas tener mucho porque la ciudad te entrega muy poco". Desde entonces, ha impulsado concursos públicos, promovido la reflexión gremial y sostenido una crítica a los sistemas de licitación que privilegian el precio por sobre la calidad del diseño. "Si no construimos con calidad, no construimos patrimonio para el futuro", plantea. "Una buena ciudad empieza por una buena vereda" --¿ Piensas que tu presencia en la Bienal de Venecia reconoce a una generación de mujeres que ha trabajado a la sombra de arquitectos más reconocidos por el mainstream como Alejandro Aravena, Mathias Klotz o Smiljan Radic? --No estamos a la sombra. Uno de mis mentores fue Smiljan Radic; a Mathias Klotz lo estimo y también a Alejandro Aravena. Ellos han sido un ejemplo de cómo hacer bien la arquitectura.
Sin embargo, ellos se desarrollaron en otro contexto: el de las casas en el paisaje, sobre todo Mathias (Klotz) y las primeras obras de Smiljan (Radic). Mi generación, la de quienes tenemos entre 40 y 50, tuvo la oportunidad de estudiar fuera y eso nos marcó. Yo soy hija de Becas Chile y estudié en Londres. Ahí entendí cuánto puede entregarte una ciudad: parques, cultura, infraestructura pública.
Cuando vino el estallido social me impresionó que el Estado no se diera cuenta de que, así como en el caso del COVID la solución la tenían los doctores, en el estallido social quienes debíamos actuar éramos los arquitectos. El estallido social fue una enfermedad de la ciudad; de desigualdad, de falta de equipamiento y de ausencia de espacios públicos de calidad. Puedes construir un hospital gigante, pero si no tienes veredas, accesos, ni sombra, sigue siendo un elefante blanco.
Una buena ciudad empieza por una buena vereda. --El crítico de arte Guillermo Machuca me dijo que "Chile nunca fue un país abierto a la visualidad, excepto en la arquitectura". ¿Crees que la arquitectura chilena tiene actualmente un estatus superior al de las artes visuales? --Justo Pastor Mellado dice lo mismo: que la arquitectura chilena ha alcanzado un reconocimiento internacional que no tiene, por ejemplo, las artes plásticas, sobre todo en los últimos años. Claro, hubo figuras en los años 60 o 70, cuando hubo un movimiento fuerte, pero después las artes visuales se durmieron un poco en los laureles. También creo que la arquitectura chilena ha logrado posicionarse. De hecho, acabo de dar una conferencia para Perú (online). Soy parte del jurado de la Holcim Foundation, la misma institución que le encargó el pabellón para la Bienal de Venecia a Alejandro Aravena. Hay hartos arquitectos chilenos que son muy reconocidos internacionalmente.
Obviamente que Radic y Aravena están en otro nivel. --¿ Por qué piensas que tantos arquitectos han terminado dirigiendo museos? ¿ Tiene que ver con que saben moverse bien en el poder? --No sé si con el poder, pero sí creo que los arquitectos tenemos pensamiento crítico. Somos humanistas porque nuestro rol fundamental es mejorar la vida de las personas. Al abarcar tantas disciplinas como las ciencias, las humanidades y las artes, sabemos coordinar distintas áreas. Loreto Lyon: "En Chile necesitas tener mucho porque la ciudad te entrega muy poco" La arquitecta --que hace poco participó en la Bienal de Venecia-dice que "hoy la seguridad se ha vuelto calidad de ciudad. Y eso es poder llegar hasta un Metro o una micro de forma segura". F O T OGR AFÍA : CL A UDIO COR TÉ S V Daniel Rozas. “En Chile necesitas tener mucho porque la ciudad te entrega muy poco” Somos coordinadores de proyectos y logramos articular tanto a ingenieros como a humanistas. Por eso creo que la mente de un arquitecto es muy completa. --La Facultad de Arquitectura de la U.
San Sebastián publicó un estudio donde se señala que la seguridad del barrio aparece como el factor más determinante (81%) a la hora de elegir un barrio dónde vivir, incluso antes que el precio de las viviendas o la conectividad. ¿Cómo analizas este cambio de prioridades? --Una ciudad segura es lo que busca todo el mundo, pero la seguridad no es poner más rejas.
Cuando la gente dice que busca un barrio seguro es porque quiere vivir en un entorno abierto, en el que pueda caminar, con buenas veredas, buena iluminación, acceso a espacios verdes, y que no haya gente durmiendo en la calle. Hoy en día la seguridad se ha vuelto calidad de ciudad. Y eso es poder llegar hasta un Metro o una micro de forma segura. Y eso quiere decir que tenemos que mejorar nuestra ciudad y darle equidad, si no, vamos a concentrar el valor del suelo en ciertas áreas. Tenemos que igualar esas condiciones para todos.
Las prioridades de vivir en entornos mejores tienen que ver con el estallido social. --La gente, las empresas, los bancos y los negocios huyen del centro de Santiago porque lo consideran un lugar peligroso. ¿Por qué es importante recuperar el centro histórico? ¿ Hay una responsabilidad social al abandonarlo? --Yo creo que sí, hay una responsabilidad social gigante, porque el centro de Santiago es nuestra identidad, nuestro pasado, nuestro patrimonio, es donde está nuestro Gobierno. Los chilenos estamos tan acostumbrados a los terremotos que tenemos la costumbre de pasar la aplanadora y empezar de nuevo. Por eso abandonamos los lugares. Si no hay una historia sobre la cual construirnos, nos tenemos que estar reinventando todo el tiempo. Recuperar el centro no puede ser una tarea solo del municipio; debe ser una política de Estado. Necesitamos incentivos al arriendo tanto habitacional como de oficina, pero evitando la hiperdensificación. Hay que densificar bien. Hay que incentivar el arriendo y restaurar calles, fachadas y veredas.
También hay que hacerse cargo de las personas en situación de calle que se han tomado el espacio público. "La calidad no se puede medir con un checklist" --¿ Qué opinas de las idea de crear viviendas sociales en el barrio alto? --Es una buena política. No podemos seguir segregándonos. Necesitamos mezclarnos más. Eso ayuda al desarrollo de una sociedad. Si miramos otras sociedades, esa integración ha permitido que quienes tienen menos recursos puedan surgir con mayor facilidad y acceder al trabajo sin tener que recorrer largas distancias. Eso sí, hay que pensar bien cómo se implementa. Por eso, la integración social debe ser una política de Estado o municipal. Que los municipios, por ejemplo, cuenten con viviendas destinadas a arriendo con subsidio, integradas a la ciudad. La idea es que no se note dónde está la vivienda social y dónde la de mejor estándar.
Ojalá, en un mismo edificio, haya departamentos destinados a arriendo subsidiado junto a otros que no lo estén. --¿ Qué opinas de las reacciones que ha generado la Línea 7 del Metro? Yo he escuchado a personas en Vitacura decir que tienen miedo por la llegada del Metro a la comuna. --¡ Qué tontera más grande! Creo que es al revés. Uno de los grandes problemas que hoy tenemos en la ciudad son los vehículos privados. Tenemos que empezar a vivir la ciudad con más transporte público, porque es la única manera de descongestionarla. Si miramos a países más desarrollados, donde conviven distintos grupos sociales, incluso en barrios acomodados, están incentivando el transporte público y desincentivando el uso del auto.
En muchas ciudades de Europa, se han eliminado calles para recuperar antiguos canales, se han creado más espacios para peatones, para bicicletas. --¿ La remodelación del eje Alameda-Providencia va en la dirección correcta hacia una ciudad más integrada y caminable? --El proyecto completo de AlamedaProvidencia era súper grande, y hoy lamentablemente solo se está ejecutando la parte de Plaza Italia. Pero me parece bien. Plaza Italia ya había sufrido mucho.
Tiene, además, una carga simbólica, así que me parece importante empezar de nuevo, con una remodelación que la haga más fluida en términos de tráfico, y que le dé continuidad al Parque Forestal y al Parque Providencia. La idea es generar un eje verde entorno al Mapocho. En ese sentido, esta intervención es una muy buena noticia. Aunque me encantaría que se hiciera la Alameda completa; hoy solo se están haciendo pequeñas remodelaciones en el bandejón central, que no abordan el problema urbano de fondo. Y ese problema tiene que ver con la conectividad, con priorizar el transporte público, pero también con hacerlo bien. La calidad no se puede medir con un checklist. La calidad la evalúa un equipo, un comité con personas que tengan el reconocimiento y la trayectoria para estar ahí.
Gente como un premio nacional, como el director de un museo; es decir, personas que realmente sepan de calidad en arquitectura. --En tus charlas te gusta hablar de los espacios públicos como escenarios para lo imprevisto. ¿Cómo se defiende lo abierto, lo compartido cuando la crisis de seguridad empuja hacia al encierro, a vivir atrincherados? --Lo que más lamento del estallido social es que, como sociedad, volvimos a encerrarnos. Nos costó más de diez años, después de una dictadura militar, volver a abrirnos, a generar espacios públicos, a abrir los primeros pisos. Nosotros diseñamos el proyecto de la estación de Metro Plaza de Armas con ese espíritu: un espacio abierto, con vidrios transparentes. Pero duró solo dos semanas. Después pusieron rejas, latones, y todo volvió a cerrarse. Ahora, el estallido también trajo temas importantes que antes no estaban, como la seguridad o la ciudad. Hoy al menos esas palabras están presentes en las políticas públicas, incluso en tiempos de elecciones. Antes no estaban ni en la Convención.
Y me alegra que los arquitectos hayamos recuperado cierta voz en los medios, en el debate público. --El Plan de Emergencia Habitacional del Gobierno prometió construir 260 mil viviendas en cuatro años, pero dice poco sobre entorno o servicios. ¿Por qué seguimos midiendo el éxito solo por cuántas casas se levantan y no por cómo se vive en ellas? --No se trata solo de construir viviendas, sino de construir barrios. Cuando hablamos de barrio, hablamos de veredas, plazas, colegios, conectividad, espacios públicos. Esa es la verdadera ciudad, la ciudad de los "15 minutos" de la que tanto se habla. Me preocupa que el Ministerio de Vivienda y Urbanismo se enfoque más en la vivienda que en lo urbano, porque vivir en comunidad es esencial. Por eso critico que todavía se subsidie la unidad de vivienda, como si todo lo demás fuera accesorio. Hoy existen algunos incentivos para el espacio público, pero siguen siendo parches. No existe subsidio para viviendas de uso mixto, que tengan un primer piso comercial. Eso podría beneficiar a toda la comunidad: que los vecinos arrienden esos espacios, trabajen ahí, compartan gastos comunes. El mundo privado ya está construyendo viviendas del mismo tamaño que la vivienda social, pero con muchos más servicios: gimnasios, jardines, espacios comerciales. La diferencia está en el estándar de vida que ofrecen. El subsidio no debe ir solo a una vivienda, sino al barrio completo.
No podemos seguir midiendo el éxito por la cantidad de viviendas construidas, sino por la calidad de los barrios que logramos crear. --¿ Qué le dirías a un arquitecto joven que mide su reputación por la cantidad de metros cuadrados construidos? --Muchos creemos que la arquitectura, más que cantidad, es calidad. Y eso tratamos de enseñarles a los estudiantes: mostrarles lo que significa habitar un buen espacio. Por eso me importa tanto seguir en este campus de Los Leones. Este edificio, que antes fue un colegio (Santiago College) y ahora es una universidad, ha resistido el paso de los años, los cambios en el barrio, pero sigue siendo un pequeño oasis. Aquí, más que enseñar con maquetas o en una sala, enseñamos con la experiencia directa del espacio. Y esa vivencia es algo que muchos alumnos no han tenido en sus vidas. Por eso también los sacamos a la ciudad: para que conozcan espacios bien diseñados, para que vivan lo que es un buen edificio. Porque así se forma una sensibilidad real por la arquitectura. Puedes construir un hospital gigante, pero si no tienes veredas, accesos, ni sombra, sigue siendo un elefante blanco". La seguridad no es poner más rejas. Cuando la gente dice que busca un barrio seguro es porque quiere vivir en un entorno abierto, en el que pueda caminar"..