Editorial: Líneas de transmisión eléctrica
Editorial: Líneas de transmisión eléctrica Es ampliamente sabido que Ñuble se está quedando sin energía, debido a la lentitud de un sistema que ha sido incapaz de responder a tiempo a las necesidades reales de la región. Las obras de ampliación de las líneas de transmisión eléctrica CharrúaChillán y MonterricoCocharcas, decretadas como necesarias desde 2019, siguen sin materializarse. Y ahora, todo apunta a un nuevo retraso: lo que se anunció para junio podría comenzar, con suerte, el segundo semestre. El costo de esta postergación no es simbólico. Se traduce en una región estancada, donde más de 400 proyectos productivos siguen esperando una conexión que les permita despegar. Viviendas, industrias, emprendimientos agrícolas, centros comerciales y turísticos, todos atrapados por un cuello de botella técnico-político que ha paralizado inversiones que podrían cambiar el rostro de la región más pobre del país. Las razones del retraso son múltiples, y en algunos casos inaceptables. Los valores de inversión desactualizados, por ejemplo, desincentivaron seis licitaciones consecutivas y significaron un retraso de 5 años. Los números hablan solos: para CharrúaChillán, el valor referencial era de US$ 6,3 millones, cuando el mercado estimaba más de US$ 20 millones.
Recién en la sexta licitación se ajustó a una cifra más realista: entre US$ 48,7 y US$ 51,1 millones. ¿Por qué se tardó tanto en reconocer lo evidente? Porque se combinaron propietaria de ambas líneas, haya asumido directamente la ejecución de los trabajos, aprovechando los mecanismos de la nueva ley. Pero aún hay demasiados condicionantes en el camino. Como explicó el seremi de Energía, Dennis Rivas, la aprobación del valor de inversión por parte de la CNE es clave. Si no se aprueba, habrá que licitar nuevamente, y eso significa volver a empezar, otra vez. Aquí es donde el Estado debe actuar con mayor claridad y voluntad. No basta con anunciar leyes y reformas.
Se requiere gestión eficaz, decisiones con sentido territorial y conciencia del impacto que el retraso tiene sobre la calidad de vida de las personas. ¿Cuántas veces más vamos a seguir declarando desiertas licitaciones? ¿ Cuántos veranos más tendremos que vivir con el temor de un apagón? Ñuble necesita más que promesas: necesita obras en ejecución, inversiones activadas y un sistema eléctrico que acompañe su crecimiento. Cada mes de espera es una oportunidad perdida. Cada año sin obras es un año más de pobreza estructural. Lo que está en juego no es solo la eficiencia del sistema eléctrico, sino el futuro de la región. No podemos hablar de reactivación, de inversiones o de crecimiento sostenible si no aseguramos, primero, algo tan básico como la energía para hacerlos realidad. Ñuble ha sido paciente. Ahora le toca al país responder con la misma urgencia que exige una región que quiere crecer, producir, innovar y mejorar la vida de sus habitantes. No es pedir demasiado, es pedir lo justo. negativamente la burocracia, con decisiones tardías y la descoordinación entre organismos. Esta vez parece ser positivo que CGE Transmisión, EDITORIAL. Es positivo que CGE Transmisión, propietaria de las líneas Charrúa–Chillán y Monterrico– Cocharcas, haya asumido directamente la ejecución de los trabajos, aprovechando los mecanismos de la nueva ley. Pero aún hay demasiados condicionales en el camino. Como explicó el seremi de Energía, Dennis Rivas, la aprobación del valor de inversión por parte de la CNE es clave. Si no se aprueba, habrá que licitar nuevamente, y eso significa volver a empezar, otra vez. EDITORIAL