Autor: COORDENADAS
LAS RUTAS FLUVIALES DE La Araucanía
LAS RUTAS FLUVIALES DE La Araucanía ESTRELLA. El humedal de Monkul se formó tras el megaterremoto de 1960. Ahí existe una comunidad mapuche muy bien organizada para el turismo. Hasta 1960, el humedal de Monkul no existía. O, más bien, no era igual a cómo se ve ahora.
Ese año, el megaterremoto y maremoto de Valdivia como se le conoce, aunque en rigor afectó decenas de otros lugares aledaños, como este rincón en la costa de La Araucanía, donde desemboca el río Imperial cambió la geografía de esta parte de Chile de una forma increíble: miles de hectáreas de campos y terrenos antes cultivables quedaron cubiertos bajo el agua, formando lo que es hoy: un inmenso humedal con meandros de río que se pierden hacia el horizonte, conformando uno de los paisajes más particulares y asombrosos de Chile.
“Hay lugares que no solo se ven, también se sienten”, dice Lidia Beltrán, una de las mujeres que lideran la comunidad mapuche Mateo Nahuelpán, que tiene a su cargo parte de este sitio y que lleva años haciendo un enorme trabajo de conservación y puesta en valor de sus atractivos naturales: ellos fueron claves en la denominación de este lugar como sitio Ramsar en 2020 (por su gran biodiversidad, donde se han registrado más de 130 especies de aves, además de especies únicas de flora y fauna) y ahora luchan por la protección de las dunas que están justo a la entrada, cruzando el estero Monkul, hoy dicen ellos amenazadas por la ganadería descontrolada y el cambio de uso de suelos.
Lidia Beltrán es, también, guía turística de Monkul (conduce navegaciones en bote por el humedal, que parten desde el muelle de la comunidad, donde hay dos cálidas cabañas frente al río y servicio de gastronomía en una ruca mapuche, en un proyecto llamado Ekos del Monkul), y esta tarde, justamente arriba de las dunas, nos da la bienvenida a su propio paraíso, a ese lugar que también “se siente” y al cual es menester pedir permiso a los antepasados que aquí se establecieron antes de visitarlo.
El humedal de Monkul es una de las estrellas de Carahue Navegable, un circuito turístico a lo largo del gran río Imperial que comenzó a desarrollarse hace unos años en esta ciudad ubicada 56 kilómetros al oeste de Temuco, y que busca posicionar a la costa de La Araucanía comúnmente eclipsada por los innegables atractivos de las zonas lacustre (Pucón/Villarrica) y andina (Malalcahuello/Conguillío) como un destino alternativo de naturaleza, desconexión y auténtica ruralidad. Y que ahora, además, tiene un proyecto similar, ubicado un poco más al sur, esta vez en torno al río Toltén, que también comienza a dar sus primeros pasos.
“Aquí tenemos un diamante en bruto que no hemos sabido explotar”, explica Mauricio San Martín, kayakista y fundador de Peuco Expediciones, que realiza navegaciones por el río Imperial y ade-EN CARAHUE Monkul: Actividades con @tour_monkul, cel. +569 8916 9775; alojamiento con @ekosdelmonkul, cel. +569 5585 6410. Isla Doña Inés: Eventos y gastronomía, cel. +569 9321 7617; @islado-naines. Peuco Expediciones: Kayak ynavegación, cel. +569 4266 8731;@peucoexpediciones. Café Molls: Gastronomía en Nehuentúe, cel. +569 8665 7417; @ca-ferestaurant_molls. Lodge Puerto Koupo: Alojamientofrente a Monkul, cel. +569 67238951; LodgePuertoKoupo. cl.Viña Wuampuhue: Visitas y salade ventas, cel. +569 6117 3881;@wuampuhue_vinacarahue. Más información en CarahueNavegable. cl.EN TOLTÉNCabañas Peumayén: Alojamientoy avistamiento de aves, cel. +5698390 6540; @peumayen_tolten. Restaurante Leufucó: Cel. +5699069 4833; @leufuco_restaurant. Ruka Lafquén Mapu: Camping, gastronomía y navegaciones, cel. +569 7309 7064; @ruka_lafquen-_mapu. Salón del Puerto: Pinturas de JoséAntonio Peña Abarca, cel. +569 9277 2590. Pesca Aventura MahuidancheToltén: Cel. +569 4863 3817; @pes-ca_aventura_oficial. Más información en ToltenNavegable. cl.como protagonistas. TEXTO Y FOTOS: Sebastián Montalva Wainer. más lleva tres años organizando el Peuco Fest, un encuentro de kayak que ha ganado reconocimiento en la zona, cuya última versión se realizó hace un par de semanas.
Con Mauricio San Martín hablamos una mañana en la isla Doña Inés, otro de los hitos de este circuito, que hoy funciona como centro de eventos y se arrienda completa para pasar el día, para grupos y familias: hay restaurante, cervezas y licores artesanales, piscina, juegos infantiles y una granja con animales, entre otros atractivos. “Tenemos un río gigante que no se ve en todas partes, avifauna que no está en todos lados.
Creo que todavía no le hemos dado el valor que tiene, pero con esto de la ruta fluvial hemos recuperado bastante: ha vuelto el interés de la gente hacia el río, se están limpiando las orillas, construyendo casas que miran hacia el río, muelles Hemos avanzado, pero es un trabajo largo”. El lugar que fue (y lo que puede ser)La historia dice que, alguna vez, hacia mediados del siglo XX, Carahue fue uno de los puertos comerciales más importantes de Chile.
El río Imperial era surcado por cientos de barcos a vapor que llegaban de distintos lugares para transportar maderas y víveres y, además, había un ferrocarril que conectaba esta ciudad con Temuco y el resto del país. Pero podría decirse que esto comenzó a decaer el 19 de enero de 1948. Ese día ocurrió una de las mayores tragedias de la navegación en Chile: el vapor “Cautín”, que viajaba desde Carahue a Puerto Saavedra, se volcó debido a la fuerte corriente.
Aunque las cifras varían, se dice que hubo 300 muertos, muchos de los cuales se habían lanzado al agua, pero como era de noche y el barco estaba virado, confundieron la vía de escape: en vez de nadar hacia la costa, lo hicieron hacia el interior del río. Desde ese momento, el río Imperial fue alejando a quienes antes lo navegaban con cierta confianza. Y unos años más tarde, la construcción del puente Eduardo Frei Montalva y nuevas carreteras terminaron por relegarlo como vía de conexión hacia la costa: ahora sería más fácil y seguro transportarse en auto.
No fue sino hasta la primera década de 2000, cuando algunos habitantes comen-zaron a pensar nuevamente en el río, pero esta vez por su evidente potencial turístico: son muy pocas las ciudades de Chile que cuentan con un río (y un paisaje verde y campestre) de estas características. Sin embargo, por tratarse de una zona empobrecida, los recursos aquí nunca han sobrado.
Y para solucionar eso, la labor de la Iglesia Católica que siempre ha tenido una marcada presencia en esta zona fue muy importante: a través del Departamento de Acción Social (DAS) de la Diócesis de Temuco, comenzaron a organizar a los distintos emprendedores y conseguir recursos (el principal proviene de CMPC). Con el tiempo, en este trabajo se fueron sumando las municipalidades y consultoras especializadas en el desarrollo de nuevos destinos, como Turístiko (TKO), que ha diseñado toda la señalética de la ruta (desde modernos paneles y folletos informativos hasta el mobiliario de la Estación Fluvial de Carahue, desde donde parten los recorridos) y ha hecho distintas capacitaciones para los emprendedores. La Estación Fluvial funciona también como oficina de información turística: allí, uno puede conocer cada uno de los lugares para visitar, revisar mapas y preguntar por itinerarios.
Y, con todo eso clarito, es posible llegar (idealmente navegando, para experimentar el paisaje y el viento del río Imperial) hasta localidades como Nehuentúe, “la capital del choro maltón”, donde hay varias cocinerías frente al mar y restaurantes como el Café Molls, donde sirven estos mariscos en olla con un caldo con mer-kén que levanta hasta los muertos; además de foodtrucks como el de la señora María Quintana, que hace un mes tiene una máquina de café de grano, un avance más para ella: por algo a su carrito, donde además vende empanadas, lo lla-mó El Progreso de María.
También, con estas indicaciones se puede llegar a uno de los alojamientos más sofisticados de la ruta, el lodge Puerto Koupo, frente a Monkul, o a la Viña Wuampuhue, el emprendimiento de la señora Isolina Huenulao, que está produciendo el que se considera el vino más austral de Chile hecho por una comunidad mapuche: un espumante con cepas pinot noir que ella misma cultiva en su campo y que le ha dado buenos resultados: en 2021 y 2022 recibió Medalla de Oro en los premios CatadOr.
Por estos días, la señora Isolina termina la construcción de una sala de degustación que se sumará a sus cabañas campestres cerca de los viñedos, que ella levantó pensando en una de las mayores promesas de esta ruta fluvial: ofrecer alternativas diferentes, simples y quitadas de bulla, para desconectarse en medio de la naturaleza.
La próxima rutaSi a la ruta fluvial de Carahue todavía le falta trabajo por hacer, como explicaba el kayakista Mauricio San Martín, el proyecto Toltén Navegable un circuito que también agrupa pequeños emprendimientos en torno al río Toltén y sus afluentes, los ríos Boroa, Boldo y Mahuidanche es aún más incipiente: recién lleva dos años funcionando como tal.
ARERREHAILATANEl modelo aquí ha sido prácticamente el mismo que el de Carahue: impulsado por el DAS de la Diócesis de Temuco, la Municipalidad de Toltén y la CMPC, la ruta hoy cuenta con unos 29 pequeños empresarios que ofrecen desde alojamientos en cabañas y gastronomía costera, hasta experiencias de turismo cultural mapuche, avistamiento de aves y excursiones de pesca deportiva.
“La idea aquí también ha sido aprovechar el río que se estaba perdiendo y cuidar la gran cantidad de humedales que hay en Toltén”, dijo Juan Pablo Basly, vicario de la Diócesis de Temuco, durante el lanzamiento de esta ruta, que se realizó la semana pasada en elcamping Ruka Lafquén Mapu, de Ma-ría Ñancucheo, que ofrece gastronomía mapuche y navegaciones por el Toltén. “Con el DAS asumimos la tarea de acompañar a estos pequeños emprendedores para que puedan surgir y tener mayores recursos. Esto responde a nuestra tarea evangelizadora”, agregó el vicario. Tal como en Carahue, Toltén también evidencia las huellas del terremoto de 1960. De hecho, el pueblo original, Toltén Viejo, prácticamente desapareció (solo quedan algunas ruinas en la plaza y un puñado de pobladores que siguieron viviendo allí), y entonces se creó la actual ciudad, Nueva Toltén.
“Yo tenía 7 años cuando fue el terremoto y todavía recuerdo cómo se movía el piso en forma de ondas y la desesperación por llegar a un cerro donde nos refugiamos con mi familia, bajo los laureles: allí estuvimos 15 días”, cuenta la señora Práxedes Zapata, nacida en Toltén y dueña de las Cabañas Peumayén, la mejor alternativa para quedarse en esta zona: están a orillas del río Boroa, tienen botes y kayaks para navegar y observar a especies emblemáticas de esta zona, como el sietecolores, y además han ido restaurando su campo con árboles nativos.
Junto con la pesca de salmón chinook, el avistamiento de aves es uno de los mayores atractivos turísticos de Toltén: aquí también se han registrado más de 140 especies, tanto de humedales como pelágicas, razón que está atrayendo a destacados avistadores chilenos como Pío Marshall, quien ha estado varias veces en estas mismas cabañas. En Toltén todo parece estar por hacerse: lo que más se ve son gigantescas extensiones de campos y fundos flanqueados hacia el fondo por la cordillera del Mahuidanche, donde están las plantaciones forestales. Varios de esos campos contienen humedales que se formaron tras el maremoto del 60 y que cada cierto tiempo se inundan con las lluvias: en Toltén todo es increíblemente plano.
En Toltén hay algunas cabañas y campings, hay una pequeña galería de arte llamada Salón del Puerto, donde el pintor José Antonio Peña Abarca exhibe sus obras basadas en paisajes y fauna de la región, y algunos restaurantes de pescados y mariscos en un sector conocido como La Barra.
El emprendimiento gastronómico más sofisticado, ubicado junto a la carretera, se llama Leufucó: es el proyecto de Rodrigo Quidel y su esposa, Nancy Curihuinca, quienes después de trabajar por años en la industria salmonera decidieron volver a su tierra natal y abrir un lugar pionero para la zona: hoy tienen pastas caseras, pizzas y cervezas artesanales e incluso una pequeña cava de vinos de autor. “Nosotros partimos con un quiosco”, cuenta Quidel una noche en su restaurante, orgulloso de lo que han logrado hasta ahora. Sin embargo, él mismo sabe lo mucho que falta por hacer. “Yo creo que la gran mayoría de los emprendedores de Toltén estamos preparados: hay gente que está ofreciendo pesca, avistamiento de aves. Hay una infinidad de recursos por mostrar. Pero todavía nos falta que alguien crea en nosotros y que existan políticas para diversificar nuestra región, para que la gente venga a la costa, pase unos días aquí y se vaya contenta”. D. Eclipsada por la famosa oferta de las zonas lacustre y andina, la costa de La Araucanía ha permanecido lejos de los grandes destinos turísticos del sur de Chile. Sin embargo, hoy busca reconocimiento a través de dos rutas fluviales por los ríos Imperial y Toltén, que agrupa pequeños emprendimientos rurales y una oferta de naturaleza que tiene a las aves POSTALES. A orillas del río Imperial, Carahue fue uno de los puertos más importantes de Chile hasta mediados del siglo XX. Al lado, el río Boldo, uno de los afluentes del Toltén, donde se pueden observar aves emblemáticas c POSTALES. A orillas del río Imperial, Carahue fue uno de los puertos más importantes de Chile hasta mediados del siglo XX. Al lado, el río Boldo, uno de los afluentes del Toltén, donde se pueden observar aves emblemáticas c NEHUENTÚE. La llamada “capital del choro maltón” tiene varios restaurantes frente al mar y dos foodtrucks que se han desarrollado gracias a ESCALAS. De izquierda a derecha: la Estación Fluvial de Carahue, punto de información esencial para la ruta. La lancha Rayenko, capitaneada por Mauricio San Martín, antes de zarpar a la isla Doña Inés. El taller y galería del pintor José Antonio Peña en Toltén. María Ñancucheo en su Ruka Lafquén Mapu, Toltén. En Monkul se han registrado más de 130 especies de aves. Estas rutas han si ESCALAS. De izquierda a derecha: la Estación Fluvial de Carahue, punto de información esencial para la ruta. La lancha Rayenko, capitaneada por Mauricio San Martín, antes de zarpar a la isla Doña Inés. El taller y galería del pintor José Antonio Peña en Toltén. María Ñancucheo en su Ruka Lafquén Mapu, Toltén. En Monkul se han registrado más de 130 especies de aves. Estas rutas han si ESCALAS. De izquierda a derecha: la Estación Fluvial de Carahue, punto de información esencial para la ruta. La lancha Rayenko, capitaneada por Mauricio San Martín, antes de zarpar a la isla Doña Inés. El taller y galería del pintor José Antonio Peña en Toltén. María Ñancucheo en su Ruka Lafquén Mapu, Toltén. En Monkul se han registrado más de 130 especies de aves. Estas rutas han si ESCALAS. De izquierda a derecha: la Estación Fluvial de Carahue, punto de información esencial para la ruta. La lancha Rayenko, capitaneada por Mauricio San Martín, antes de zarpar a la isla Doña Inés. El taller y galería del pintor José Antonio Peña en Toltén. María Ñancucheo en su Ruka Lafquén Mapu, Toltén. En Monkul se han registrado más de 130 especies de aves. Estas rutas han si ESCALAS. De izquierda a derecha: la Estación Fluvial de Carahue, punto de información esencial para la ruta. La lancha Rayenko, capitaneada por Mauricio San Martín, antes de zarpar a la isla Doña Inés. El taller y galería del pintor José Antonio Peña en Toltén. María Ñancucheo en su Ruka Lafquén Mapu, Toltén. En Monkul se han registrado más de 130 especies de aves. Estas rutas han si