Autor: Jaime González Colville, Academia Chilena de la Historia
El desconocido maulino precursor del submarino
El desconocido maulino precursor del submarino Jaime González Colville, Academia Chilena de la Historia Domingo Urzúa Cruzat El desconocido maulino precursor del submarino "Mi invento no es una colección de teorías más o menos aceptables, sino una serie de hechos comprobables en la experiencia diaria", decía Cruzat al defender su proyecto A fines del siglo pasado, cuando el submarino surgió como una opción de navegación, aunque de difícil comprensión para los poderes navales públicos, un maulino de origen curicano, Domingo Urzúa Cruzat, dio una ardua batalla para lograr construir esta nave diseñada por su ingenio.
Recorrió Chile, viajó por Europa, se reunió con ingenieros navales, observó otros proyectos del Viejo Mundo, ocupó páginas de la prensa nacionales y extranjeras, pero su lucha resultó estéril y nunca se sabrá si, de haber logrado su objetivo, habría dado un significativo avance a este tipo de navegación que ya tenía un lugar en los pensamientos bélicos de entonces.
Nacido en Curicó hacia 1862, perteneció a una familia de numerosos hermanos, que destacaron especialmente en la docencia: Deyanira, Leonor, Genoveva y Susana fundaron un liceo en su ciudad natal y abrieron otro plantel en Santiago; Blas fue minero y Domingo, ya nombrado, se dedicó a la ingeniería ejerciendo como profesor de ciencias naturales de un liceo del sur, luego se vino a la capital donde fue cronista del excomulgado diario "La Ley". Dotado de gran agudeza mental, logró patentar una serie de inventos útiles en la agricultura y el trabajo de maderas y metales; sin embargo, desde muy joven atesoró con incansable afán un sueño superior: diseñar y construir un submarino. Su primer atisbo hay que buscarlo en las páginas del Diario Oficial, cuando el 24 de septiembre de 1896 solicita un privilegio exclusivo al Ministerio de Industrias y Obras Públicas para fabricar un submarino. En su presentación, Urzúa dice haber resuelto los problemas de "habitabilidad, inmersión y emersión, estabilidad, permanencia entre dos aguas, propulsor, dirección, rectificación de la dirección y visibilidad". No eran menores sus adelantos. Sin embargo, a la solicitud de "privilegio exclusivo" que pedía Urzúa, surgieron tres "oposiciones" que pretendían similar invención. Se vino, desde luego, una discusión en todos los tonos.
La comisión del Ministerio encargada de resolver sobre este "privilegio", examinó el proyecto, analizó los detalles y en definitiva sugirió se le diese dos años de plazo para realizarlo y diez para su comercialización, si así ocurriere. La comisión informante estaba compuesta por Diego A. Torres, Alberto Obrecht, el Doctor Narciso Briones y Federico Chaigneau.
El submarino "Flach" Como el antecedente más remoto de lo que se comenta, está el episodio del alemán Karl Flach, avecindado en Valparaíso quien, en 1865 ideó y construyó un submarino al que llamó "Flach", con capacidad para unas quince personas, con el cual, en 1866 (y en plena guerra con España) realizó exitosas pruebas en la bahía porteña, haciendo inmersiones y volviendo a emerger con notable facilidad y expedición.
Tras varias exitosas muestras de la versatilidad de la nave, su constructor decidió hacer una prueba de inauguración, invitando al Presidente José Joaquín Pérez, la que se fijó para el 3 de mayo de 1866: subieron a la nave el dueño, Karl Flach y su hijo, invitó también a su hija, pero la madre de la joven se opuso. En total embarcaron 11 personas. Invitado el Mandatario, éste declinó aceptar diciendo: "¿ y si se chinga?". La nave se hundió y apareció en dos oportunidades, pero en la tercera no volvió a salir. Fue ubicada días después, pero no pudo ser sacada a flote pese a los esfuerzos de varios buques, incluido uno inglés. Este episodio hacía reticente a las autoridades para apoyar naves de este tipo. Siguen los esfuerzos Pero Domingo Urzúa mantenía su porfía.
En sus escritos a las esferas de gobierno, expresaba: "Mi modo de proceder en cada caso particular ha sido siempre el mismo, he construido primero la teoría científica y he buscaUno de los escasos, y tal vez único, retrato de Domingo Urzua Cruzat, publicado en la Revista Cómica de diciembre de 1896 con el modelo de su nunca logrado submarino.. El desconocido maulino precursor del submarino do en seguida en el campo de mis conocimientos el hecho práctico que la confirmaba.
Es por esto que mi invento no es una colección de teorías más o menos aceptables, sino una serie de hechos comprobables en la experiencia diaria". En opinión del historiador naval Pedro Sapunar Peric, Urzúa fue en esos años el inventor de submarinos más publicitado en la prensa chilena.
El diario "El Ferrocarril" del 8 de diciembre de 1896, dio cuenta de un banquete ofrecido por un centenar de personas de la capital, al "inventor de un buque submarino". Días después, el Diario Oficial publicó el decreto donde se autorizaba un privilegio exclusivo por diez años para construir y explotar el submarino. Alentado por este éxito gubernamental, Urzúa solicitó al Senado una subvención para los estudios experimentales del proyecto a ser efectuados en Europa. Fue votada el 2 de febrero de 1897, siendo rechazada por 11 votos contra 6. Hubo protestas en diversas ciudades por la "incomprensible" decisión de los congresales. En Iquique se abrió una colecta destinada a recibir aportes para financiar la iniciativa de Urzúa. El 7 de febrero de 1897 se hizo una multitudinaria manifestación en ese puerto. El submarino del creador maulino era tema de debate de primeras planas. Se reunieron cinco mil pesos, cantidad más que considerable para la época, los que luego ascenderían a cerca de seis mil pesos. El joven inventor recorrió varias ciudades dando conferencias sobre su proyecto. El 27 de junio de 1897, en Coquimbo, ofreció una charla a bordo del acorazado Prat para oficiales y marinos, siendo muy elogiado. Desde luego, nadie entendía el "egoísmo" del gobierno para apoyarlo. El 19 de febrero de 1898 zarpó de Valparaíso rumbo a Europa el transporte Angamos de la Armada. En este viaje iba la tripulación que traería a Chile al poderoso crucero "O'Higgins" desde Inglaterra. En Talcahuano se embarcó Domingo Urzúa para intentar en el Reino Unido buscar recursos y apoyo. En Inglaterra, fue recibido por los ingenieros de los astilleros Armstrong e incluso el consultor técnico del gobierno de Chile, sir Edwards J. Reed. Se elogió su proyecto y diseño con amables palabras, pero nada más. Sin embargo, por consejo de uno de sus acompañantes, inscribió la patente de invención en Inglaterra, conforme a las leyes de ese país. Pero la prensa nacional cubrió de alabanzas y calificó como "extraordinaria" su estancia en el Reino Unido. Sin embargo, Urzúa retornó a Chile en El Angamos, prácticamente con las manos vacías, sin haber logrado ni una maqueta del submarino. No se desanimó el valeroso inventor. Tampoco quienes lo apoyaron.
Es así como en los diarios de Santiago y Valparaíso del 1 de noviembre de 1898, se publicó una comunicación firmada por "respetables" caballeros, quienes se auto convocaban para reunir la cantidad necesaria "destinada a la construcción de la nave". En ello, se decía que los inversionistas tendrían un negocio de innegables utilidades, por cuanto el submarino tenía óptimas posibilidades, además de estar cubierto por las leyes inglesas. Se planteó, de este modo, emitir acciones de cien pesos cada una. Pero pese a la difusión en los principales diarios del país, con amplias portadas, a la valorización de rentabilidad que dio la bolsa de comercio, no se logró reunir a los socios necesarios. Precursor de la fotocopiadora No se desanimó Domingo Urzúa en su febril capacidad creadora. En el Diario Oficial del 21 de noviembre de 1898, publicó una solicitud de patente para "una prensa de copiar de bajo precio", la cual según descripción, equivalía a la bisabuela de la actual fotopiadora. A ello agregó otra patente, del 20 de febrero de 1904, donde solicitaba privilegio para construir una nueva prensa, esta vez para copiar cartas.
Pero Domingo Urzúa era tenaz: reunió antecedentes, conversó con altos personeros del gobierno de Errázuriz Echaurren y el de Riesco que le sucedió en 1901 y el 28 de julio de 1904 presentó otra solicitud al Congreso Nacional a fin que se autorizara al ejecutivo para invertir cinco mil pesos para construir el submarino. El silencio de la prensa de los días posteriores, permite deducir que la petición no tuvo suerte.
Tal vez en la última de sus tentativas, Urzúa pidió una información sobre la certeza técnica de su proyecto al contralmirante Federico Chaigneau, quien, según dijo "El Ferrocarril" del 4 de octubre de 1905, publicaría un folleto con las razones que avalaban la fabricación de la nave. Sin embargo, hemos examinado la bibliografía de este oficial, que es numerosa, y no consta que haya efectuado este trabajo. Ahora bien, en el 2000 revisamos exhaustivamente en el Archivo Nacional el Fondo de Marina, los oficios y comunicaciones intercambiados entre Urzúa, la Armada y el Ministerio. En varios de ellos se dice que "se adjuntan los planos del proyecto", pero este material, que hoy habría sido de gran provecho, no está entre esos papeles. Finalmente, el sueño de Domingo Urzúa Cruzat, su incansable afán de colocar a Chile a la cabeza de los creadores de submarinos, se hundió, valga la expresión, en el olvido. Parte de un editorial de El Nacional de Iquique, reproducido por el diario La Ley de Santiago del 24 de abril de 1897. Dibujo del modelo aproximado del submarino de Urzúa Cruzat. Vista del submarino Flach, hundido en el puerto de Valparaíso en 1866. Plano y detalles del malogrado submarino Flach, hundido en la bahía de Valparaíso el 3 de mayo de 1866..