Autor: Rodrigo Longa Teran
Cuando los bomberos Cuando los bomberos marcharon a la guerra marcharon a la guerra
Cuando los bomberos Cuando los bomberos marcharon a la guerra marcharon a la guerra Cada 21 de mayo, Iquique se detiene. Las campanas repican con solemnidad y las calles se tiñen de tricolor.
La ciudad puerto honra la memoria de la Esmeralda y sus héroes, pero pocos recuerdan la historia que se oculta entre los muros de una centenaria institución: la Sexta Compañía de Bomberos “Sargento 2º Juan de Dios Aldea Fonseca”. Su legado va más allá del combate al fuego. Fue esta misma compañía la que, con valor y compromiso, formó parte activa en la Guerra del Pacífico y en la recuperación de uno de sus mártires: el sargento Aldea. La historia se remonta al 9 de mayo de 1877. Iquique, entonces ciudad peruana, acababa de ser azotada por un devastador terremoto y tsunami. En medio del caos, surgió una chispa de esperanza: un grupo de chilenos, liderados por el cónsul Antonio Solari Millas, fundó la Compañía Chilena de Bomberos de Hachas, Ganchos y Escaleras N6. En poco tiempo, más de 160 hombres entre bomberos y auxiliares se unieron bajo un mismo ideal: servir a la comunidad. Pero la paz duraría poco. El 16 de abril de 1879, con la Guerra del Pacífico ya desatada, el cuartel fue allanado por tropas peruanas. Se sospechaba que los bomberos chilenos colaboraban con la inteligencia de su país, utilizando métodos cifrados como los discos de Vigenère para enviar información estratégica. En cuestión de horas, recibieron una orden terminante: abandonar la ciudad en menos de dos horas. Gracias a la intervención de marinos británicos y estadounidenses, los voluntarios fueron escoltados hasta el puerto y evacuados a Huanillos. Desde allí, emprendieron a pie una agotadora travesía por el desierto, cruzando el río Loa hasta encontrarse con las fuerzas chilenas. A bordo del vapor Amazonas, algunos decidieron alistarse en el Ejército. Entre ellos, el teniente 2º Máximo Urízar, quien se uniría como secretario del general José Ramón Vidaurre. Urízar participó en una de las misiones más emotivas de la campaña: la búsqueda y recuperación de los restos de los caídos en la Batalla de Tarapacá.
El 25 de enero de 1880, junto al doctor Mes del Mar y de las Glorias Navales:. La desconocida historia de la Sexta Compañía Chilena de Bomberos de Iquique y su heroico vínculo con la Guerra del Pacífico Mes del Mar y de las Glorias Navales: Cuando los bomberos Cuando los bomberos marcharon a la guerra marcharon a la guerra David Tagle Arrate y otros oficiales, partió desde el campamento de Quillaguasa.
En el pueblo de Tarapacá, removiendo escombros, dieron con el cuerpo del comandante Eleuterio Ramírez, reconocido por su barba, sus colleras de oro con las iniciales “ER” y una sortija de matrimonio con la inscripción “Recuerdo 1874”. Sus restos reposan hoy en el Regimiento Maipo, en Playa Ancha. Con Iquique ya bajo control chileno, los voluntarios regresaron a la ciudad y reactivaron la Sexta Compañía el 9 de abril de 1880, aunque solo con 21 hombres. Entre ellos, nuevamente, estaban Antonio Solari como director y Máximo Urízar como teniente segundo. Pero una deuda histórica seguía pendiente: el paradero del sargento Juan de Dios Aldea. Gravemente herido tras el combate naval del 21 de mayo de 1879, fue socorrido por ciudadanos italianos y españoles, internado en el Hospital de Sangre y falleció tres días después. Sin reconocimiento oficial, sus restos fueron arrojados a una fosa común del Cementerio General. En 1881, la Sexta Compañía decidió actuar.
Guiados por el testimonio de Feliciano Arego, testigo de la sepultura, y liderados por Urízar, Adolfo Gariazzo y el capitán Mardones, comenzaron las excavaciones el 8 de mayo, entre las tres y las siete de la madrugada.
Luego de remover más de 110 cuerpos, el 1 de junio dieron con una mortaja que presentaba todas las señales: la amputación del brazo izquierdo, heridas en la pierna derecha, una marca en el cuello, el escapulario de la Esmeralda y la medalla de la Purísima.
Gariazzo exclamó con voz firme: “Señores, hemos encontrado al Sargento Juan de Dios Aldea”. Los voluntarios tallaron con sus propias manos un féretro de fino roble y mandaron a fundir una placa de bronce con la inscripción “Sarjento Aldea”, rodeada de laureles.
En una solemne procesión, escoltados por la Armada y acompañados por toda la ciudad, los restos fueron llevados a la capilla ardiente levantada en su propio cuartel, en la esquina de Vigil con 2 de Noviembre hoy Esmeralda con Luis Uribe, donde el pueblo acudió a rendirle homenaje por años.
La devoción de la comunidad fue tal, que la Sexta Compañía decidió renombrarse en honor al mártir, adoptando oficialmente el nombre de “Compañía Chilena de Bomberos Sargento 2º Juan de Dios Aldea Fonseca N 6”. Desde entonces, el apodo “La Compañía del Sargento Aldea” se grabó en la memoria popular. El 13 de mayo de 1888, la compañía organizó la repatriación de los restos de Prat, Serrano y Aldea. Levantaron un arco de triunfo con sus propias escaleras y construyeron una réplica de la Esmeralda. Vestidos de gala, con niños simulando grumetes y estandartes enlutados, acompañaron el féretro de Aldea adelante, seguido por Serrano y finalmente Prat, el último en embarcar. Subieron los restos al monitor Huáscar, donde fueron recibidos con honores. El féretro original de Aldea, convertido en gabinete con una vértebra incrustada, permanece hoy en el Museo Marítimo Nacional de Valparaíso. Como símbolo de gratitud, la compañía entregó al comandante del Huáscar, Leoncio Señoret, un retrato del sargento. Agradecido, el marino respondió con una misiva que aún se conserva, y el cuadro del sargento adorna hoy una de las salas principales del legendario monitor. Actualmente, la Sexta Compañía de Bomberos se ubica en Barros Arana N 1050.
En su entrada principal, una pintura de Juan de Dios Aldea recuerda a todos que, en tiempos de guerra o paz, hubo una vez un puñado de bomberos que no dudaron en dejarlo todo por su patria..