Veraneantes argentinos en Viña
"Junto a humeantes platos de sopa marina, en campings levantados en bosquecillos, tendidos en las playas Las Salinas o Reñaca, o junto a la saltarina bolita de la ruleta, encontramos a los turistas argentinos que año a año no pueden sustraerse al encanto de Viña del Mar”, consignaba "El Mercurio” el 12 de enero de 1975. En efecto, para la temporada veraniega de ese año se esperaba la llegada de miles de visitantes desde el otro lado de la cordillera. La mayoría vendría desde Mendoza, por lo cual en esa fecha se trabajaba aceleradamente en terminar la nueva aduana chilena en el sector La Calavera, a unos 2 kilómetros de Portillo.
Si bien las autoridades locales aún no daban cifras oficiales del número de turistas argentinos, "en cada estacionamiento es fácil advertir la presencia de modernos Fiat 128, Fiat 600 y Torino” con las patentes de color negro y números blancos. Reporteros del diario recorrieron algunos balnearios, entrevistando desde parejas en luna de miel hasta universitarios que habían llegado a dedo. Detectaron que la mayoría de las familias contemplaba vacacionar durante 15 días. Algunos se alojaban en los entonces principales hoteles de Viña Miramar y San Martín), moteles o residenciales. Los que llegaban en grupos grandes, en tanto, arrendaban viviendas y podían quedarse un mes.
Se calificaba al turista trasandino como "muy medido en sus gastos” (desembolsaba diariamente entre 30 y 40 mil escudos). Incluso "viaja en un automóvil cargado de alimentos en conserva y depósitos extra de bencina”. Ello, porque comer en Chile les resultaba caro, y en ese momento el cambio de moneda no les favorecía.
Según datos del departamento de turismo de la Municipalidad de Viña del Mar, los sitios más visitados eran la Quinta Vergara, Palacio Rioja, Casino Municipal, el Valparaíso Sporting Club, el Palacio Presidencial de Cerro Castillo, la laguna Sausalito y el Jardín Botánico. Asimismo, un gran número viajaba para asistir al Festival de la Canción. EL MERCURIO 70