¡Maduren!
¡ Maduren! Confieso que el domingo pasado tuve por un rato (algunas horas) la esperanza de que comenzaría en Venezuela una transición ordenada y pacífica (a la chilena), después de que el régimen chavista reconociera su derrota en las urnas. Pero a la medianoche, cuando los funcionarios del gobierno proclamaron vencedor de las elecciones a Maduro, exhibiendo unos números truchos que ni siquiera cuadraban, me sentí ingenuo.
Era obvio que un dictador como Maduro, formado en el modelo cubano, no iba a entregar jamás el poder, como lo hizo su maestro Fidel, que nunca soltó, y se fue a la tumba ejerciendo como tirano. "Me hicieron niño", pensé, recordando la frase que se usaba en mi pueblo de la infancia cuando a alguien lo engañaban aprovechándose de su candidez. Es que la niñez se asocia con la inocencia o la ingenuidad. Y se supone que cuando uno va creciendo y madurando se vuelve más cauto, más perspicaz y más lúcido, incluso.
En el caso específico de la situación venezolana, operaría de este modo: mientras más madura una persona, menos le gusta Maduro. "Si maduro, no quiero a Maduro". Básicamente, porque está demostrado que no se puede creer nada de lo que hace o dice, y es muy probable que todas sus acciones estén orientadas a mantener y aumentar su poder a cualquier costo. Por eso la reacción que tuvo el Presidente Boric respecto de la situación electoral venezolana ha sido tan celebrada. Porque el mandatario no solo hizo lo correcto al exigir evidencia antes de reconocer el triunfo de Maduro, y además fue de los primeros gobernantes en el mundo en ponerle condiciones al chavista. Lo más importante es que el Presidente Boric, al descreer de Maduro, se vio más maduro. ¿No les parece? Yo, por lo menos, lo vi con más convicción y aplomo. Más adulto, más sabio. La política es para adultos, por eso es tan importante lo que ha mostrado el Presidente Boric estos días. Porque, en cambio, sus compañeros y socios comunistas decidieron defender a Maduro. Pero en el caso de ellos el problema es distinto. Ellos no son maduristas por inmaduros. No. No hay ingenuidad, candor, puerilidad, inocencia en su actuar. Todo lo contrario. Ellos ya vienen de vuelta en la vida, tienen sus buenos años y camino recorrido. Entienden perfectamente la diferencia entre el bien y el mal, entre democracia y dictadura. Si ellos son maduristas, no es porque estén verdes, sino por las razones antónimas: les gusta Maduro porque se quedaron en el pasado, y ya están rancios. Por eso, hay que saludar y celebrar lo que ha hecho el Presidente Boric. Para él es el fin de la inocencia y la entrada a la adultez plena en política.
Y para los comunistas chilenos, en cambio, ha sido la "salida del clóset" político más estridente que se haya visto. ¡Qué semana nos tocó presenciar! ¡Maduren! En el caso específico de la situación venezolana, operaría de este modo: mientras más madura una persona, menos le gusta Maduro. "Si maduro, no quiero a Maduro". LA COLUMNA DE JOE BLACK.