La hazaña de Julio Soto: subió a la cumbre más alta del continente con una pierna y bastones
La hazaña de Julio Soto: subió a la cumbre más alta del continente con una pierna y bastones Julio Soto llevaba más de una semana de caminata y aclimatación en el monte Aconcagua.
Eran las cuatro y media de la mañana y tras discutir y analizar las condiciones meteorológicas, el grupo liderado por Alejandro Calvo decidió atacar la cumbre más alta de América (6.962 metros). En ese momento, el deportista paralímpico, que sufrió la amputación de la parte baja de la pierna izquierda a los nueve años producto de un cáncer, tenía dos palabras en la mente: "Decidido e inquebrantable". "Nunca dudé en llegar a la cumbre. Sabía que todo lo planificado y entrenado iba a dar fruto. También sabía que iba a ser difícil y así fueron las diez horas de ascenso. Pero cuando estuve arriba sentí un tremendo orgullo por mí y también por representar al país y llevar su bandera a lo más alto del continente. Fue una emoción tremenda sentir que el proyecto estaba finalizado y mi labor estaba cumplida", relata Soto. En el camino, hubo momentos difíciles. "En el amanecer hay mucho frío, a veces entre -25 y -30. Pero más que pensar en que no se va a poder, ahí aparece la paciencia de la montaña y sigues lento, sin agotarte y guardando reservas. Lo repito: nunca dudé", cuenta.
Pero antes de pensar siquiera en la idea de convertirse en la primera persona en subir el Aconcagua con una sola pierna, Soto ya conocía la montaña. "Cuando tenía nueve años me derivaron a Santiago para hacer quimioterapia y la cirugía de amputación. Después me rehabilité en Teletón y en la Fundación Niño y Cáncer. Con ellos aprendí a esquiar y di mis primeros giros en el Centro de Esquí Antillanca. Fue mi primer acercamiento a la montaña. Después de estudiar Medicina, entrené y me metí al equipo de esquí adaptado de Chile y logramos clasificar a los Juegos Paralímpicos de 2018, representando al país en Corea del Sur. Al año siguiente me retiré y me especialicé en traumatología", recuerda. Tras el retiro, Soto volvió a Puerto Montt. Estaba alejado del deporte adaptado de alto rendimiento, cuando en 2023 llegó el llamado de Calvo y de la Fundación Niño y Cáncer. La propuesta: un proyecto ambicioso que concluía con el ascenso al monte Aconcagua. "Yo les dije que era esquiador y no tenía por dónde, pero ellos me dijeron que esto se entrenaba y planificaba bien. En 2024 comenzamos la preparación. Lo primero fue la base cardiovascular, yo tenía que ampliar mi capacidad aeróbica y comencé subiendo cerros chicos todos los meses. Mis manos quedaban heridas, con ampollas y maltratadas, pero con el tiempo se fueron acostumbrando.
Luego dimos el salto a los volcanes y a la alta montaña", cuenta. --El montañismo es una disciplina peligrosa y, a veces, hasta fatal, ¿en algún momento pensó abandonar el proyecto? "En la etapa de los volcanes empecé a pensar si valía la pena asumir el riesgo y me pregunté por qué hacía todo esto.
Llegué a dos respuestas: que era un desafío personal, pero también una motivación para todas las personas a las que puedo representar, con o sin discapacidad". ALEJANDRO CALVO Julio Soto subió a la cumbre del Aconcagua junto a cuatro avezados montañistas..