Autor: JUAN RODRÍGUEZ MEDINA
FÉLIX MARTÍNEZ BONATI: Filósofo de la ficción, de lo humano
FÉLIX MARTÍNEZ BONATI: Filósofo de la ficción, de lo humano Félix Martínez Bonati fue profesor en Chile, EE.UU. y Alemania. Uno de sus libros clave es “La estructura de la obra literaria”. ZEÑÁ Y ROTCÉH En Memoria De tanto desmenuzar la literatura, la teoría puede terminar matando una obra. O incluso, como entomólogo, puede necesitar que sus especímenes ya estén muertos para recién intentar describirlos.
Salvo que la teoría misma sea literatura, vida en medio de la vida; “también esto que hago es contar una historia, la de la evolución de ciertas formas narrativas y sus condiciones intelectuales”, dijo sobre su labor Félix Martínez Bonati, filósofo y teórico literario chileno, nacido en 1929 y muerto la semana pasada.
Precursor de la teoría literaria en Chile y América Latina, la “importancia de la propuesta de Martínez Bonati radica en que logra reelaborar de forma novedosa los postulados fenomenológicos y aplicarlos a los fenómenos literarios”, dice Memoriachilena. cl. En 1946 comenzó sus estudios de Castellano y Filosofía en la U. de Chile, en 1952 se trasladó a Alemania, a la U. de Göttingen, para cursar un doctorado en Filosofía. Cinco años después obtuvo el grado y comenzó a hacer clases en el Departamento de Castellano de la U. de Chile, del que llegó a ser director, con 33 años. En 1962 fue nombrado rector de la U.
Austral, cuando ya había publicado una de sus obras fundamentales: “La estructura de la obra literaria” (1960). Mario Rodríguez, académico de la U. de Concepción, lo conoció en 1960, en el Instituto Pedagógico, al regreso de Martínez desde Alemania. “Yo era ayudante y él era profesor. Tuvimos una larga amistad, lo admiré por su inteligencia, su agudeza y su corrección”, recuerda. “La literatura y la filosofía eran su motivo de vida”. Detrás del sombrero A mediados de los 60, Martínez comenzó a hacer clases en Göttingen, y en 1971, en la U. de Iowa, Estados Unidos. Luego en Columbia. En 1986 fue nombrado miembro de la Academia de estudios literarios de EE.UU., y, en 1993, de la Academia Chilena de la Lengua. Desde 2001 era profesor emérito en Columbia. En dicha universidad lo conoció el escritor Arturo Fontaine, en los setenta, cuando estudiaba filosofía. “Recorríamos por horas las calles del barrio universitario conversando y riéndonos”, recuerda. “Tenía gran sentido del humor y una inteligencia muy fina. En el invierno iba de sombrero, estilo Fedora.
Fueron muchas las veces en que corrí disparado para atrapar el sombrero que una racha de viento había largado lejos”. “Félix se reía a carcajadas mirándome perseguir su travieso sombrero”. Rodríguez recuerda cuando su amigo lo invitó, el 2000, a Columbia, a un curso general sobre literatura: “Los alumnos eran numerosísimos y algunas clases terminaban con aplausos. Quedaban subyugados por la manera que tenía de explicar cosas difíciles, teóricas, se conectaba con los alumnos de una manera que no es frecuente”. En 1996, Rodríguez y Martínez compartieron en Madrid, en la U. Complutense, durante un simposio en el que había figuras como Julia Kristeva: “Ahí me di cuenta de que estaba en el mismo nivel que esos grandes teóricos franceses.
Aquí en Chile es poco citado, su repercusión fue muy fuerte en el pensamiento francés y alemán”. Según Fontaine, la pregunta que movía la reflexión de Martínez Bonati era ¿ en qué consiste la ficción literaria? “Explicaba que el novelista crea una situación comunicativa imaginaria construyendo un narrador imaginario, que cuenta hechos que hay que imaginar (sean verdaderos o falsos) a un lector imaginario.
Y ese narrador aunque sea una pluralidad de voces o sea no confiable tiene para el lector una cierta primacía en el mundo que configura la novela”. La verdad del Quijote Cristián Montes, doctor en Literatura y profesor de la U. de Chile, conoció a Martínez cuando lo invitó a dar unos seminarios abiertos a la U. Andrés Bello, cuyo departamento de Literatura dirigió Montes entre 1999 y 2004. Más allá de lo académico y de la admiración intelectual que le tiene, sus recuerdos son también emotivos: “Tuve el privilegio de salir con él a diversos lugares y poder conversar de diversos temas. Era una persona muy afable, educada, respetuosa, cercana y afectuosa”. En 1992, Martínez publicó, en inglés, “El Quijote y la poética de la novela”, y en castellano, en 1995. Es el título preferido de Fontaine: “Quizá lo mejor que yo haya leído nunca sobre el libro de Cervantes”. “Su espíritu lúdico, afirma Martínez Bonati, produce una estilización de la realidad propia de la comedia. Pero es un libro verdadero. Los valores del Quijote no se pueden llevar a cabo como lo intenta, pero en otro plano hay algo válido en ellos. Cervantes construye y reconstruye una complicidad única con el lector, mientras pone en duda no la realidad, sino las versiones de la realidad.
La novela es una afirmación a la vez melancólica y gozosa de la existencia”. Según Montes, ese libro es fundamental para leer la mutación del pensamiento de Martínez desde lo que hace en “La estructura de la obra literaria”, es decir, “el estudio de la formas intemporales, al estudio de las formas históricas que ha tenido el género novela, y su relación con las transformaciones del espíritu moderno”. Otra obra fundamental es “La agonía del pensamiento romántico” (2004), donde reflexiona, a partir de la literatura, sobre nuestra situación intelectual.
“En otras palabras”, explica Montes, “de lo que se trata es de determinar los procesos del espíritu moderno que existen bajo las transformaciones formales del género novelístico”. Mario Rodríguez cree que Martínez Bonati buscaba en la literatura la dimensión humana: “Cómo se encuentra el hombre a sí mismo en la lírica, cómo se encuentra con los otros a través del teatro, cómo se encuentra en una conexión narrativa con los otros hombres a través de la novela”. Este año se entregará el Premio Nacional de Humanidades, reconocimiento para el que Martínez Bonati sonó más de una vez. “Su relación con Chile era bastante cercana”, dice Montes, “no solo tenía parientes, como su hermano pintor Eduardo Martínez Bonati, sino también amigos con los cuales se visitaba siempre que venía.
Después de jubilarse en Alemania se compró un departamento aquí en Santiago, en Providencia, pues su idea era venir todos los años”. A pedazos “Quería muchísimo a Chile”, confirma Fontaine, “le gustaba su gente y le inquietaba su futuro. Y estaba muy por encima de temas como los premios nacionales. Sus preocupaciones eran otras. Se formó en Alemania, se casó con una alemana e hizo casi toda su carrera fuera de Chile.
Llegó a ser un intelectual respetadísimo e influyente en la academia anglo, la alemana y la iberoamericana”. En 2009, Félix Martínez Bonati dijo: “Sabemos que el país en que uno crece y se forma, el mundo de la niñez y juventud, está en la médula de la substancia personal. Fuera de él se vive a pedazos”. Buscaba en la literatura la dimensión humana. Cómo se encuentra el hombre a sí mismo y a los otros”... .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. . MARIO RODRÍGUEZ. Nacido en 1929, el intelectual chileno, pionero de la teoría literaria, con una obra reconocida en América y Europa, murió la semana pasada. Tres colegas y amigos lo recuerdan..