EDITORIAL: Fin de la era Marcel
EDITORIAL: Fin de la era Marcel I nevitables aires de ceremonia del adiós rodearon el ajuste de gabinete realizado ayer por el Presidente Boric.
La partida de Mario Marcel, el ministro más importante de esta administración, imprime sobre este cambio una marca de fin de ciclo, el inicio de una cuenta regresiva que transcurrirá en paralelo con la pérdida de protagonismo de La Moneda. La nominación del hasta ayer titular de Economía, Nicolás Grau, en reemplazo de Marcel no logra disipar aquello.
Y, a su vez, la destitución del ministro de Agricultura, una suerte de sanción a su partido --la Federación Regionalista Verde Social, que levantó lista parlamentaria aparte para las elecciones de noviembre--, da cuenta de dónde está hoy puesta la atención presidencial y cuáles son sus prioridades. En este contexto, la sorpresiva renuncia de Mario Marcel igualmente abre una importante interrogante sobre el devenir del Gobierno en sus últimos meses. Esto, considerando los relevantes debates legislativos --entre ellos, la discusión del Presupuesto para 2026-y las presiones de gasto que deberá enfrentar el Ejecutivo, ahora ya sin quien era su mayor ancla. En efecto, el principal aporte de Marcel al Gobierno fue justamente su decisión de participar en él.
La inexperiencia y --no cabe omitirlo-la irresponsabilidad con que esta administración enfrentó su mandato hasta, al menos, la derrota en el plebiscito de septiembre de 2022 fueron parcialmente compensadas por la presencia en Teatinos 120 de un ministro experimentado, serio y con credibilidad en el sector privado.
Ni aun su indefendible apoyo al proyecto constitucional de la Convención --un texto que, de haberse aprobado, habría imposibilitado cualquier atisbo de esa "normalización" económica que hoy Hacienda exhibe como logro-impidió que el referido rol de ancla fuera nítido. Es probable, además, que con el paso del tiempo puedan conocerse más detalles que permitan dimensionar su papel en evitar desbordes mayores, como los que el programa presidencial hacía anticipar. Precisamente ello explica las dudas que ahora suscita el nombramiento de Grau, dada su pertenencia al corazón ideológico del frenteamplismo. Reconociendo, pues, el aporte estabilizador del ahora exministro, la gestión fiscal del Gobierno dista, sin embargo, de poder celebrarse. Aunque las presiones de gasto han sido numerosas, y el ministro Marcel contribuyó a acallar muchas de ellas, el incumplimiento de las metas fiscales ha sido una derrota evidente.
Este año, los desafíos para alcanzar los objetivos de balance estructural definidos por el propio Ejecutivo se presentan cuesta arriba, y solo un proyecto presupuestario muy apretado para 2026 podría ser presentado como una forma de cumplimiento --parcial-de las metas. Ello, aun considerando que para esta administración --que difícilmente se reelegirá-la presentación de un presupuesto con un muy bajo crecimiento del gasto tiene un costo político menor, pues serán otros quienes deberán ejecutarlo.
Sí se debe destacar en la labor de Marcel el hecho de que los significativos desbalances macroeconómicos que generó la pandemia --y las respuestas a ella, tanto por los retiros previsionales como por los IFE-hayan sido adecuadamente corregidos sin causar una recesión.
Esto obedece a varios factores, que incluyen su destacable cumplimiento de la Ley de Presupuesto 2022 (aprobada en la administración Piñera), que incorporaba una fuerte caída del gasto fiscal, pero también una sobresaliente labor del Banco Central. Finalmente, otra cara menos satisfactoria de la gestión Marcel dice relación con su influencia en los debates de políticas públicas.
Discusiones como la de la estrategia nacional del litio, el agresivo aumento del salario mínimo o el mismo FES, por nombrar algunos, dan cuenta de que las consideraciones sobre el empleo o respecto de los incentivos de los proyectos presentados no han estado presentes en la agenda del Gobierno. Podrá decirse que el ministro logró aplacar las pulsiones más extremas del oficialismo, pero ello no es necesariamente sinónimo de un buen resultado. Tampoco han existido medidas que permitan acelerar el crecimiento de manera sostenida, un área en que las cifras del período --más allá de las variaciones puntuales de cada trimestre-no pueden sino estimarse pobres.
En este contexto, tal vez sea la reforma de pensiones, con sus luces, pero también con sus sombras, su principal logro, como él mismo destacó en su última presentación pública, en la Universidad de los Andes. Probablemente, el ahora exministro logró aplacar las pulsiones más extremas del oficialismo pero ello no es necesariamente sinónimo de un buen resultado. Fin de la era Marcel.