Y ahora que se fueron los chinos, ¿qué?
Y ahora que se fueron los chinos, ¿qué? Por Sebastián Edwards Y ahora que se fueron los chinos, ¿qué? Y ahora que se fueron los chinos, ¿qué? sucedió lo que muchos temíamos. Los chinos decidieron que no era conveniente fabricar baterías de litio en nuestro angosto y alargado país. Cuando, hace tiempo, dijimos que esto iba a suceder, nos acusaron de todo.
Desde neoliberal (en modo insulto) hasta poco patriota (en modo lastimero). Pero la realidad es más fuerte que la retórica y que los improperios, y los ejecutivos chinos son más pragmáticos que los funcionarios de la Corfo que sueñan con "mayor valor agregado" sin pensar cuáles son las maneras inteligentes para lograrlo. ¿Por qué BYD y Tsingsham decidieron que no valía la pena invertir cientos de millones de dólares en nuestro país? Los observadores locales han dicho que la razón es la caída del precio del litio en el mercado internacional. Nos dicen que con un precio como el actual -menos de 10 mil dólares la tonelada no valdría la pena entrar en ese negocio. Pero esa es una mala explicación. Los proyectos cancelados no eran para explotar yacimientos del mineral. Se trataba de usar el carbonato para la manufactura de baterías en el norte chileno.
Un menor precio de la materia prima es, de hecho, positivo para cualquier fabricante de esas baterías. ¿Por qué se fueron, entonces? La respuesta, aunque dolorosa, es sumamente simple y todos los políticos chilenos debieran entenderla. Se fueron porque Chile no proporciona una plataforma competitiva ni predecible para fabricar baterías y luego exportarlas. Chile se ha transformado en un país riesgoso para muchos inversionistas extranjeros. No se trata de "riesgo de expropiación", sino que de "riesgo regulatorio" y, simplemente, falta de infraestructura y capacidad competitiva.
Nuestra falta de competitividad tiene varios componentes: (1) los puertos chilenos son poco eficientes; (2) hay una terrible escasez de agua; (3) falta mano de obra calificada para estos menesteres; (4) hay incertidumbre sobre las tasas impositivas, y (5) tenemos un sistema de permisos y regulaciones completamente desbocado y fuera de control.
Se trata del cóctel perfecto para espantar hasta al inversionista más entusiasta en proyectos tecnológicos. (Es verdad que el gobierno ha ingresado un proyecto de reforma a los permisos, pero se trata de una iniciativa tímida e incompleta). El Banco Mundial y la firma Standard Poor's hacen un estudio anual sobre la eficiencia de los puertos de contenedores en el mundo entero. El más eficiente de los puertos chilenos es Coronel, en el lugar 91. San Antonio está en la posición 116, y Valparaíso, en el nio está en la posición 116, y Valparaíso, en el puesto 154. Seamos claros, estas son pésimas ubicaciones, especialmente para un país que se ha jugado por una estrategia exportadora. Los mejores puertos chilenos debieran estar, a lo menos, entre los 20 más eficientes del globo. El tema no es solamente un problema de maquinarias y equipamiento. También hay deficiencias serias en la legislación laboral y logística que afecta a los puertos. Pero el problema más serio, indudablemente, es la impredecibilidad en los permisos.
Si usted fuera un ejecutivo chino, ¿apostaría por un país donde una entidad llamada Consejo de Monumentos Nacionales puede detener sus inversiones por meses y más meses, tal vez por años? ¿ Se comprometería a haceruna megainversión en un país donde los permisos toman cuatro o cinco años? Uno de los riesgos más serios es que cuando se aprueben los permisos las tecnologías de punta ya hayan cambiado y haya que empezar de nuevo. Mi respuesta, entonces, es que lo pensaría varias veces antes de invertir en dicho país. Si queremos atraer inversiones --y, especialmente, inversiones en sectores tecnológicamente sofisticados tenemos que hacer cirugía mayor en varias áreas.
He aquí un catastro de metas y políticas que debieran estar en los programas de todos los candidatos y candidatas a la Presidencia: (1) lograr que a lo menos dos puertos chilenos se ubiquen en los primeros 20 lugares en un plazo de una década. (2) Fomentar un programa agresivo de desalinización y embalses; sin agua, Chile no es un país viable. (3) Derogar una gran cantidad de leyes y reglamentos, y reemplazarlas por legislación moderna y eficiente que simultáneamente aliente la inversión y proteja el medioambiente. (4) Lanzar una gran iniciativa de educación politécnica que forme ingenieros aplicados y otros especialistas que puedan laborar en los nuevos sectores de punta. Hay una cierta ironía en el hecho de que dos grandes compañías chinas desistan en sus proyectos de inversión justo cuando nuestro Presidente se dirige al gigante país asiático en visita oficial. En las redes sociales se ha dicho que uno delos objetivos del viaje sería discutir la posible integración de Chile al grupo de los BRICs. No sé si esa información es correcta o si se trata de un invento. Pero lo que sí sé es que en relaciones comerciales no hay que apresurarse ni tomar compromisos a tontas y a locas. Abrir nuevos mercados está muy bien, pero al hacerlo no debemos descartar lo que ya tenemos. Es altamente probable que en unos meses las tarifas de Trump queden en nada, que se desvanezcan con rapidez, y que antes de fin de año volvamos a la normalidad en nuestras relaciones con EE.UU. Sumemos nuevos socios sin descartar los que ya tenemos..