COLUMNAS DE OPINIÓN: Between a rock and a hard place
COLUMNAS DE OPINIÓN: Between a rock and a hard place ASÍ ESTÁ CHILE HACE RATO: ATRAPADO ENTRE UN CRECIMIENTO MEDIOCRE, que esta semana el FMI incluso proyectó a la baja, y la incapacidad de impulsar sin complejos el desarrollo de las industrias exportadoras donde tiene ventajas comparativas: la minería, los alimentos, el sector forestal y las industrias intensivas en energía.
Pensé en la expresión between a rock and a hard place esta semana en Expomin, la mayor feria minera de la región, donde miles de personas que trabajan con rocas conversaron sobre el futuro del sector. Ha sido difícil navegar esta tensión entre seguir en nuestra dura y mediocre realidad económica y aprovechar nuestras ventajas. Para muchos, la explotación de minerales, la producción de salmones o de fibras vegetales siguen siendo sinónimo de daño ambiental y baja sofisticación. Picar piedras, como dicen --con desdén-quienes probablemente nunca han visitado una faena minera moderna. Pero la transformación en curso de la economía global, gatillada en parte por el calentamiento global, convirtió esta tensión en un falso dilema. Porque hoy, si se hacen las cosas bien, hacer minería, producir alimentos sostenibles o generar energía limpia no dañan el medio ambiente: es la llave para cuidarlo. Y es también la llave para salir del estancamiento económico.
Chile tiene las mejores condiciones solares y eólicas del planeta --eso no es retórica, lo dicen los datos-y sus reservas de cobre y litio son las más grandes del mundo: 21% del cobre, 36% del litio. Dos minerales imprescindibles para electrificar el mundo: el cobre para transmitir electricidad, el litio para almacenarla. De ahí la ironía: oponerse a la minería en nombre del medio ambiente es una torpeza. Lo mismo aplica para las plantas renovables y las líneas de transmisión. O para las plantaciones forestales --que capturan carbono y ofrecen alternativas al plástico, el acero y el cemento, grandes generadores de emisiones-o la producción de salmones --una de las proteínas con menor huella de carbono. Pero no, mientras los noruegos --no digamos que los nórdicos son depredadores ambientales-multiplican su producción acuícola, en Chile a la industria le hacemos la vida imposible. Para no hablar de las trabas a las forestales. En cobre tuvimos 36% de mercado hace no tanto. Hoy tenemos 24%. En litio tuvimos más de 50%, hoy menos del 30%. Algunos ambientalistas que impulsan el decrecimiento (no hay que olvidarse de la Convención Constitucional) estarán contentos con esos números. Pero dejar de crecer no es, desde luego, solución. Más del 90% de la reducción de pobreza en Chile después de 1990 se explica por crecimiento económico. Y a nivel mundial, casi la mitad de la población vive aún con menos de 7 dólares al día.
Además, el decrecimiento no detiene el cambio climático: en el peor año de la pandemia, las emisiones globales cayeron apenas 4%. De otro lado, algunos dirán --sottovoce y con cierta satisfacción-que con Trump la agenda climática quedó atrás, pasó de moda. Pero me temo que por mucho que el Presidente americano firme órdenes ejecutivas, no podrá frenar los incendios, las inundaciones ni las olas de calor. La tierra se está calentando, moleste a quien moleste. Por eso, desplegar estas industrias es quizás la mayor oportunidad de desarrollo de Chile en generaciones.
Y es importante que, junto con modernizar la mirada de los ambientalistas, el mundo empresarial abrace esta agenda con convicción, aunque a ratos parezca para algunos como una suerte de capitulación frente a una agenda --la ambiental-que ha sido por décadas monopolizada por la izquierda e instrumentalizada por sectores extremos. Pero crea uno o no en el cambio climático y su origen humano, la oportunidad de negocios para las empresas y el desarrollo de Chile están ahí. La inversión global en energías limpias superó en 2024 los dos millones de millones de dólares, el doble que en fósiles, porque son más eficientes y competitivas. El transporte, por ejemplo, duplicará su demanda hacia 2050, pero su consumo de energía caerá 40%, gracias a motores eléctricos mucho más eficientes. Los minerales necesarios para la batería de un auto (unos 160 kilos, de los cuales 70% se puede reciclar al final de su vida útil) permiten ahorrar la quema de 17 mil litros de gasolina. Los paneles solares que caben en un gran buque portacontenedores pueden generar tanta electricidad como la quema del gas equivalente a 50 buques o el carbón de 100.
Para salir de la mediocridad económica en que estamos atrapados, para salir de ese lugar difícil, duro, debemos optar con convicción por nuestros recursos naturales: la roca de la minería, la fibra vegetal de los bosques, las proteínas de los salmones, los nutrientes de nuestra agricultura. Chile puede ser un ejemplo de cómo progresar dando solución a algunos de los problemas globales más apremiantes. Este año de elecciones presidenciales es una buena oportunidad para tener esta conversación.
Between a rock and a hard place Para salir de la mediocridad económica en que estamos atrapados, para salir de ese lugar difícil, duro, debemos optar con convicción por nuestros recursos naturales: la roca de la minería, la fibra vegetal de los bosques, las proteínas de los salmones, los nutrientes de nuestra agricultura". ANÁLISIS Juan Carlos Jobet.