Tiempos y platas negras
Fernando Claro V. 'os vemos azotados por el crimen organizado y las autoridades encargadas de perseguirlo andan tomando pisco sour en los días más complicados, como si estuvieran de vacaciones en Tunquén.
Qué decir de la pataleta del Presidente contra el Senado, y de su delirante conferencia de prensa, improvisando cincuenta minutos por el escándalo desatado pisco sour, leyendo chats de Whats App y regañando en público a su 'sora comunicacional.
Nunca me gustó criticar a quienes nos gobiernan porque eran «muy jóvenes» —no lo eran—, porque «nunca habían trabajado» —llevaban más de diez años en política— o porque «no habían logrado terminar la universidad». La verdad, esas señales decían mucho. Faltaban capacidades, competencia, conocimientos, seriedad.
Me molestaban, sin embargo, sus ideas, muy malas —aunque se han arrepentido de varias, por suerte, pero para de ellos y de quienes los defendían—; sus formas —histéricas, soberbias y desleales con las que se creyesen buenos —falso, ya que no donaban plata sino que para ellos mismos—; que se creyesen probos —falso, ya que robaban y se prestaban a robar infinitamente, a través de los convenios—; y tanto más. Incluso que se creyesen feministas, otra falsedad, ahora consagrada. Vemos hoy— quedarán para siempre en el recuerdo. Una banda de crimen organizado, en la práctica, es una empresa ilegal, que comercia bienes ilegales, como el tusi, o legales, pero en negro, como madera, cobre o salmones. Donde exista la oportunidad, llegan. A EE.UU. Llegaron los italianos y acá ya llegaron los carteles brasileros y venezolanos.
Y este Gobierno, que yano Uno no sabe qué “¿ Queremos traer — sabe de dónde más sapensar de tanta ternura y también a las car fondos, además de buena onda que impostomar pisco sour, abre taron.
No queda otra que mafias chechenas O otra ventana para blanrecurrir a la simple creChinas?”. Quear platas desde afueencia de que en verdad no les importa la gente, ni los alerces ni los huemules, solo quieren poder. O hacen reformas para aumentarlo o instrumentalizan cualquier causa de moda.
De ahí el proyecto del CAE, que destruye a las universidades docentes, politizándolas, y amenaza a las universidades «complejas» —un paralelo a la destrucción y segregación que fraguaron para el sistema escolar—. Si no frenamos el crimen do, las historias del capo Cabro Carrera —un oso de peluche al lado de lo que ra.
Una oportunidad para el crimen organizado: blanquear millones de dólares y consolidarse acá. ¿Queremos traer también a las mafias chechenas o chinas? Ojalá nuestras autoridades estén atentas, porque parece que nadie les advirtió mucho de esto. Nolesimportó, sin embargo, queles hayan dicho una y otra vez que no lo hicieran, porque andar repatriando constantemente platas con ofertones iba a generar incentivos perversos, de otro tipo, en Chile. No importa, siguieron adelante, todo sea por el poder y dinero.