EDITORIAL: LA SEMANA POLÍTICA
EDITORIAL: LA SEMANA POLÍTICA Nuestra convivencia cívica ha experimentado un notorio retroceso durante la última década y el punto más bajo lo representa, sin duda, el estallido de octubre de 2019, pero hoy no es claro que estemos en medio de un ambiente político ni de un proceso electoral altamente polarizados. Por de pronto, el escenario dista de la campaña virulenta de 2021, cuando el entonces candidato Gabriel Boric amenazaba en televisión a Piñera con perseguirlo "nacional e internacionalmente", imputándole violaciones a los derechos humanos. O cuando el precandidato del PC hablaba de pedir un estatuto de garantías al PDC y a las FF.AA. en caso de ganar las elecciones.
El rápido reconocimiento de José Antonio Kast al triunfo de Gabriel Boric y la comunicación pública del Presidente Piñera para felicitar al ganador y facilitar el traspaso del mando fueron señales de espíritu republicano que la opinión pública valoró, aunque nunca fueron correspondidas en su justa medida por el actual oficialismo.
Pero más allá del tono, lo que resulta revelador de cuán lejos estamos de ese ambiente de fricción y odiosidad es el intento de los actuales candidatos por interpretar el sentido común, en muchos casos la moderación, y resaltar sus aptitudes para dar gobernabilidad.
El hecho de que la candidata del PC, para perplejidad de muchos, se identifique como parte de la "centroizquierda" y reivindique su capacidad de diálogo y de alcanzar acuerdos como atributos --junto a sus raíces populares-para encabezar la candidatura oficialista habla por sí solo. Otra cosa es la fidelidad que pueda guardar a esas palabras estando en el poder.
A nadie se le ocurre decir que quiere introducirle "inestabilidad al sistema". En rigor, las expresiones más radicales y "refundacionales" provienen de la dirigencia del PC encabezado por Carmona, que insólitamente parece desear boicotear a su candidata, y de Winter, que representa al Frente Amplio. Pero el papel de este último es más bien testimonial, ya que las encuestas lo posicionan lejos de las favoritas del oficialismo, Tohá y Jara. Es probable que la preferencia que parecen suscitar en estos momentos Jara y Kast sea la que muchos interpretan como señal de radicalización.
Sería ingenuo desconocer que también hay algo de cierto en ello, habida cuenta de las heridas y desconfianzas del estallido de 2019 que todavía siguen vigentes, y del mayoritario rechazo a la gestión del actual gobierno, el que en muchos aspectos se muestra indolente o incapaz de enfrentar los principales problemas ciudadanos. Pero, hasta aquí, más que por su actual discurso público, la aprensión surge sobre todo respecto de las dinámicas que podrían desencadenarse en un gobierno encabezado por cualquiera de ellos.
Y es que, por ejemplo, para un amplio sector del país (que excede con creces a la derecha), el que una candidata comunista pueda liderar el gobierno resulta incomprensible y, con razón, enciende las alarmas sobre el futuro de nuestra democracia y convivencia. Aunque en menor medida, un gobierno conservador de Kast genera natural resquemor en algunos sectores de centro y sobre todo en la izquierda.
Con todo, no es descartable que esas preferencias por Kast y Jara reflejen en muchos casos, simplemente, la búsqueda de nuevas formas para resolver problemas que se arrastran por largo tiempo o se han agudizado durante este gobierno.
Ese es el talento que esgrime Jara, basada en haber sacado adelante una controvertida reforma previsional, y también Kast, al encarnar una voluntad decidida para enfrentar la delincuencia que angustia a los habitantes de nuestro país. Por el contrario, Tohá y Matthei ambas con extensas trayectorias como parlamentarias, alcaldesas y ministras pueden parecer fórmulas ya probadas, con todo lo bueno y malo que ello comporta. LA SEMANA POLÍTICA Descifrando el escenario electoral El panorama político dista de la campaña virulenta de 2021, cuando el entonces candidato Gabriel Boric amenazaba con perseguir a Piñera, imputándole violaciones a los derechos humanos. O cuando el precandidato del PC hablaba de pedir un estatuto de garantías al PDC y a las FF.AA. en caso de ganar las elecciones. La última declaración de Lautaro Carmona muestra con claridad el camino que persigue el partido que le da sustento a la candidatura de Jara.
Nadie puede llamarse a engaño Si bien la exministra Jeannette Jara ha desarrollado una exitosa estrategia sustentada en un discurso en general moderado, especialmente considerando su militancia comunista, fundado en el despliegue de sus innegables atributos personales y en lo que fue su desempeño en el Gobierno, su filiación política es imposible de soslayar.
No solo ha tenido recientemente algunas expresiones preocupantes, como sus declaraciones defendiendo a Cuba y enfatizando que "tiene un sistema democrático distinto del nuestro" (después deslizaría leves críticas sobre "vulneraciones a los derechos humanos" en la isla, contradichas por la dirigencia del PC); o que "la guerra de Israel y Palestina amerita soluciones más radicales", afirmando que estaría disponible para suspender relaciones diplomáticas con Israel; o su adhesión a ideas económicas añejas y fracasadas que proponen "superar el neoliberalismo", entre otras, sino que el presidente de su partido una y otra vez ha salido a reafirmar las doctrinas comunistas más ortodoxas.
La última declaración de Lautaro Carmona en que manifiesta su disposición para impulsar un nuevo proceso constituyente durante un eventual gobierno de Jara muestra con claridad el camino que persigue el partido que le da sustento a su candidatura. De ahí que nadie podría llamarse a engaño por el derrotero que podría seguir una administración encabezaba por Jara en el futuro..