El triunfal regreso de CÉZANNE A - AIX-EN-PROVENCE
El triunfal regreso de CÉZANNE A AIX-EN-PROVENCE L a musa de Paul Cézanne tenía hombros amplios, rostro enigmático y una majestuosa belleza que se cernía sobre el trabajo de su vida. El objeto de esa obsesión no era, por cierto, una mujer. Seducido por el camaleónico efecto del sol sobre sus crestas calizas, el artista pintó más de 80 versiones de la Montagne Ste. -Victoire, un macizo granítico ubicado cerca de Aix-en-Provence, en el sur de Francia. Aix es donde nació Cézanne (1839-1906) y donde pintó por primera vez. Es donde creó muchas de sus obras maestras y también donde murió.
Este año, de junio a octubre, la ciudad honra ese legado con una serie de eventos relacionados con la reapertura, el 28 de junio, de la renovada Bastide du Jas de Bouffan, la mansión familiar del siglo XVIII del artista, y del Atelier des Lauves, su último taller.
Esta celebración, Cézanne 2025, convirtió a Aix en uno de los 52 lugares para visitar del New York Times en 2025 y atraerá hasta 400.000 visitantes más a una ciudad que ya es un concurrido destino de verano. Los lugares clave estarán abiertos solo para visitas guiadas, así que reserve con antelación. Este estallido de admiración jamás habría ocurrido hace un siglo. Los residentes, en general, ridiculizaron al pintor durante su vida: los impresionistas buscaban complacer con su bella paleta.
El postimpresionista Cézanne impactó con sus colores intensos y formas geométricas. "Lleva tiempo apreciar a Cézanne porque es más complejo de lo que uno cree", declaró Bruno Ely, director del Museo Granet, que presentará la mayor colección de obras del artista hasta la fecha en el marco de Cézanne 2025. Yo podría decir lo mismo de mi relación con Aix. Comparada con su bulliciosa vecina Marsella, mi ciudad natal, el destino perfecto para una postal siempre me pareció un cliché. Pero una visita a principios de primavera me inspiró para profundizar en ella y descubrí una nueva forma de apreciar tanto a Cézanne como a la ciudad. Sopa de ajo y una acera de cristal El casco antiguo de Aix-en-Provence es uno de los más bellos de Francia, con calles adoquinadas, elegantes fachadas y soleadas terrazas, perfectas para disfrutar de un rosé. Los cientos de fuentes recuerdan su fundación como colonia romana, llamada Aquae Sextiae, por sus aguas termales. Muchos de los edificios, exquisitamente conservados, datan de la Edad Media y del reinado de Aix como capital de la Provenza. La ciudad medieval floreció, convirtiéndose en un centro de arte, justicia y educación, con la fundación de su universidad --aún en funcionamiento-en 1409. La historia de Cézanne se entrelaza con las calles peatonales del casco antiguo.
Para explorarla, descargué Sur les Pas de Cézanne ("Tras las huellas de Cézanne"), un recorrido a pie autoguiado que pasaba por la majestuosa Catedral de Saint-Sauveur, una mezcla ecléctica de estilos barroco, gótico y románico que tardó siete siglos en construirse, y donde Cézanne solía asistir a la misa dominical.
Unas pocas cuadras al sureste de la iglesia, el último departamento de Cézanne se encuentra a pasos del recién inaugurado Las Galinas, que ofrece menús de tres platos que incluyen una exquisitez local, su aïgo boulido o sopa de ajo. Es uno de las más de dos docenas de restaurantes provenzales, incluyendo el Bastide Bourrelly, galardonado con una estrella Michelin, que se suman al fervor en torno al artista con cartas inspiradas en él.
En la cercana Place Richelme, di un vistazo a los productos locales en uno de los numerosos mercados agrícolas que hay en la ciudad y luego me acerqué al Palais de Justice para contemplar las ruinas del Palais Comtal, del siglo XIII, bajo una acera de cristal. Y al otro lado de la Place des Prêcheurs vi la iglesia de la Madeleine, donde fue bautizado Cézanne.
Al sur del Palais de Justice, seguí el estrecho Passage Agard, que atravesaba los claustros de un antiguo convento y conducía al Cours Mirabeau, un majestuoso bulevar arbolado cuyos elegantes cafés frecuentaba el pintor: casi podía ver los carruajes de caballos pasando junto al café Le Grillon, de estilo belle époque. El cercano Barrio Mazarino era un bastión burgués en el siglo XVII. Las piedras color miel de sus suntuosas mansiones provenían de canteras cercanas, cuyos pigmentos inspiraron a Cézanne. Una mansión alberga ahora el espacio de arte contemporáneo Gallifet, cuya exposición Echos de Cézanne reunirá a artistas --emergentes y reconocidos-inspirados por Cézanne a partir del 1 de julio. Otra alberga la casa de huéspedes Maison du Collectionneur, frente a la escuela convertida en museo donde el francés usó el pincel por primera vez.
Una obra perdida revelada "Durante mi vida, ningún Cézanne entrará", proclamó Henri Pontier, conservador del actual Musée Granet, en 1900, haciéndose eco del sentimiento ambivalente que Aix tenía hacia quien se convertiría en su hijo más famoso. Pontier cumplió: falleció en 1926 y el museo no adquirió un Cézanne hasta 1984. Décadas más tarde, este recinto se encuentra en el epicentro de las actividades de Cézanne 2025. En Cézanne au Jas de Bouffan (desde el 28 de junio), el Granet exhibirá la impresionante cifra de 133 pinturas, dibujos y acuarelas cedidas por 75 instituciones de todo el mundo. El hilo conductor de la exposición es la estancia Jas de Bouffan, justo al oeste del casco antiguo, adquirida por el padre banquero de Cézanne en 1859 como bucólico refugio. Este lugar fue el centro de gravedad del artista.
Usó las paredes de su sala de estar como lienzos durante 40 años, y fue allí donde encontró a los trabajadores agrícolas que le sirvieron de modelos para Los jugadores de cartas e inició su obsesivo estudio de la forma humana, que dio lugar a más de 200 obras. Las pinturas en los paneles de los muros fueron retiradas meticulosamente, con bisturí, tras la venta de la propiedad en 1899, pero Cézanne 2025 las recuperará proyectándolas en las paredes.
Los visitantes también podrán contemplar una obra que nunca se fue: la hasta entonces desconocida y minuciosamente restaurada L'Entrée du Port (las visitas a la finca de Jas de Bouffan se realizarán, únicamente mediante circuitos guiados para 18 personas, hasta 2026). El estudio final El recién renovado Atelier des Lauves justifica caminar 20 minutos cuesta arriba, desde el pueblo, por la avenida que ahora lleva el nombre del artista.
Cézanne construyó la villa en 1901 para albergar su estudio, y falleció allí en 1906 (reserve una visita guiada al recinto y su frondoso jardín). Durante mi paseo por su lugar de trabajo, de casi 50 metros cuadrados, la luz se filtraba por una pared de ventanales hacia la última paleta que usó. Los estantes estaban llenos de la vajilla que había registrado en sus famosos bodegones. Cézanne creó alrededor de 50 pinturas en Lauves, incluyendo Le Jardinier Vallier, justo antes de su muerte.
Eligió la ubicación de su estudio por su proximidad (10 minutos a pie) con uno de sus lugares favoritos para pintar, el Jardin des Peintres, un jardín con terrazas donde, durante mi visita, ocho caballetes exhibían reproducciones de sus obras sobre la Montagne Ste. -Victoire. Mis ojos iban y venían de los cuadros a la montaña que veía a lo lejos.
Casi podía sentir el pincel de Cézanne en mi mano (entrada gratuita). Sube a las pinturas Las canteras de Bibemus --un mosaico de pinos fragantes, cielo azul provenzal y rocas de ocres infinitos, unos 6,5 kilómetros al este del casco antiguo-ofrecen un lugar privilegiado para admirar la destreza de Cézanne con los pigmentos. "La luz es algo irreproducible, que debe representarse con algo más: con color", dijo mi guía, Cécile Corellou, 59 años, citando al pintor mientras caminábamos por los imponentes acantilados de cobre que tanto lo sedujeron.
Podría haberme subido a la foto de Carrière de Bibemus que me enseñó (solo se puede acceder a la cantera mediante visitas guiadas organizadas por la oficina de turismo). Para acercarse a la musa-montaña de Cézanne, recorra la Ruta Cézanne, que serpentea por la ladera sur de esta cumbre y es de una belleza deslumbrante al atardecer. Puede unirse a un recorrido de tres horas en bicicleta eléctrica con Secrets d'Ici, o hacer senderismo. La popular ruta de Sentier Imoucha parte en la cara norte, cerca del fabuloso Château de Vauvenargues, última morada de Pablo Picasso, quien se jactaba de haber comprado la montaña de Cézanne. La ruta de senderismo a Imoucha comienza detrás de la presa de Bimont, cuyas aguas, de un turquesa cegador, vienen desde las Gargantas del Verdon, ricas en algas.
Una trepidante subida por piedra caliza salpicada de romero y tomillo conduce a la Croix de Provence, de 18 metros de alto, erigida cerca de la cima por un vicario local para ahuyentar el mal (tres horas y media de ida y vuelta). Justo debajo, el Priorato de Santa Victoria, del siglo XVII, coronado por una singular Virgen María embarazada, es un lugar encantador para un pícnic con vistas.
Admirando el paisaje desde los 945 metros de altura en Ste. -Victoire, me di cuenta de que había cambiado de perspectiva: ya no veía la montaña como Cézanne, sino que miraba desde la montaña hacia donde el artista habría estado con su pincel, paleta y caballete.
Eso me recordó una famosa frase de La Prisonnière, de Marcel Proust: "El verdadero viaje de descubrimiento no consiste en buscar nuevos paisajes, sino en tener nuevos ojos". D El triunfal regreso de CÉZANNE A AIX-EN-PROVENCE En el sur de Francia, esta ciudad de ensueño tuvo una relación compleja con el --hoy-reconocido pintor mientras este vivió.
Desde fines de este mes y hasta el 2026, cuando se cumplan 120 años de su muerte, habrá mil panoramas para redescubrir sus calles y edificios, y el amor que muestran por su hijo más famoso. POR Alexis Steinman. COURS MIRABEAU. El arbolado bulevar lleno de puestecitos y cafés. NYT MAZARIN. Es uno de los distritos emblemáticos de la ciudad. NYT JARDIN DES PEINTRES. Este lugar está cerca del último estudio del pintor. NYT BIBEMUS. Los pigmentos en estas canteras inspiraron el trabajo de Cèzanne. NYT STE. -VICTOIRE. Esta montaña protagoniza muchas obras de Cezanne. NYT © The New York Times JAS DE BOUFFAN. En esta propiedad, el pintor trabajó más de 40 años. NYT.