"Esta es una época demasiado segura de sí misma"
"Esta es una época demasiado segura de sí misma" Paz López es académica de la U. de Chile. L o golpearon, lo quemaron, lo atropellaron, lo mataron el 2 de noviembre de 1975.
Cuarenta años después del cruel asesinato de Pasolini, el escritor y cineasta italiano, en un muro de Roma se descubrió una versión de la Pietà de Miguel Ángel, salvo que no mostraba a María con el cuerpo de su hijo, Jesús, era Pasolini quien se sostenía a sí mismo, moribundo.
Lo recuerda Paz López (Santiago, 1981) en su ensayo "Pánico y ternura" (Lumen). Doctora en Estética y Teoría del arte y académica de la U. de Chile, López dedicó su libro anterior, "Velar la imagen" (2021), a la Pietà, a su representación durante la dictadura.
En su nueva obra tantea la ternura, emoción, quizás afecto: "No sé si es un afecto, una relación, un espacio, pero me interesaba la ternura justamente por esa cuestión esquiva". Esquiva y ajena a dos pasiones contemporáneas: la empatía y la crueldad. "La empatía, una palabra de alta en la bolsa de la historia, tiene algo de.. . Soy empático con otro en la medida en que lo anulo o lo vuelvo demasiado parecido a mí mismo". ¿Y la crueldad? "Es la contracara de la ternura", contesta López, "también es una forma de relación con el otro que consiste en sacárselo de encima.
Entonces, me parecía que la ternura tenía que ver con pensar una relación con el otro que no sea ni desde la empatía ni desde la crueldad, que son dos formas de aniquilación del otro". Entre piedad y ternura, hay algo en común, cree la autora: "Un cierto saber sobre la fragilidad que nos constituye, sobre nuestra finitud, nuestra vocación de tierra, de mortales. Porque, claro, a veces vivimos en una suerte de ficción de inmortalidad.
Incluso muchos de los avances de la ciencia trabajan para pensarnos inmortales, con un montón de prótesis que hacen que el cuerpo desaparezca, el cuerpo en su cansancio, en su deterioro, en su finitud". En "Pánico y ternura", López postula una "ética débil": "Tiene que ver con cierto, no sé si cansancio es la palabra, pero con la idea de que vivimos, yo creo, en un momento donde la filosofía, no toda, pero cierta filosofía, incluso cierta teoría del arte, se ha vuelto súper representacional, con textos muy apegados a ciertas agendas; a veces pareciera que todas las obras, la literatura, la escritura, tuvieran que responder a asuntos que están en el horizonte moral de la época". "Hay cuestiones que son del orden de la política, por ejemplo la ecología, el feminismo, que por supuesto tienen que estar allí como un asunto de reflexión, pero cuando pensaba en una ética débil o en una mirada tierna, pensaba en algo mucho más mínimo, despojado de grandes ideas, de grandes certezas.
A veces", cree López, "esta es una época demasiado segura de sí misma, con escrituras y teorías demasiado seguras de sí mismas; a mí hay una frase de Barthes que me gusta mucho, que dice que en el mismo lugar donde respiramos libertad crecen los automatismos". En el libro ronda la madre, "como imagen del enigma, de lo indescifrable", también la madre piadosa que, frente al cadáver del hijo, "inclina su rostro hacia el hijo recién nacido". López se pregunta si nuestro tiempo elude esas imágenes. ¿Será que queremos evitar el estereotipo de la mujer madre? "Absolutamente", confirma, "la madre como destino biológico de la mujer. Por supuesto que la reivindicación de eso no me interesa.
Sí me interesa... Perdón por la digresión, pero una vez conversaba con un médico sobre los embarazos asistidos, y me hablaba del útero: cuando hay un trasplante de cualquier otro órgano se necesita tomar medicamentos toda la vida para que el cuerpo no lo rechace; en cambio, el útero, en las implantaciones de óvulos, es el único órgano que no rechaza la diferencia, que acoge. El órgano más hospitalario es el útero.
Pero es una hospitalidad que acoge algo completamente distinto a sí mismo, no es una figura empática... No expulsa ni integra completamente". La madre también es el lugar de dónde venimos: "Somos animales arrojados a las mareas de la vida, o sea, somos dos y luego uno. ¿Y qué hacemos con esa pérdida? ¿ Cómo nos las arreglamos para vivir en un mundo que tiene sus crueldades, sus durezas? Es la idea de que necesitamos siempre la mano, el abrazo, el cuerpo del otro, digamos, contra esta suerte de narcisismo social profundo, esta idea de que nos hacemos a nosotros mismos, el individualismo, la carrera por hacerse uno mismo, por pisotear a los otros. Contra esa idea, también la madre.
O sea, una figura de la hospitalidad que no rechaza ni absorbe, y al mismo tiempo, una figura de los momentos que nos salvan, que nos dejan del lado de la vida", resume la autora. "La madre puede ser muchas cosas, un libro, una canción, la escritura, la amistad". No todo es ternura, sin embargo. En el título del libro está el pánico. López lo explica así: "La mayoría de los ensayos tienen escenas, yo diría, dolorosas, ¿no? Hay padres que pierden hijos, hijos que pierden madres, hijos que nacen con enfermedades, desesperaciones, angustias, miedos. No es plácido.
Yo creo que la ternura son pequeños destellos en medio del difícil oficio de vivir". ENTREVISTA Paz López, ensayista: "Esta es una época demasiado segura de sí misma" JUAN RODRÍGUEZ MEDINA PÁNICO Y TERNURA Paz López Lumen, $16.000. ENSAYO LORENA PALAVECINO / PENGUIN RANDOM HOUSE.