Autor: MIGUEL NIÑO
Por temor a golpes y denuncias, los docentes evitan intervenir en peleas entre escolares
Por temor a golpes y denuncias, los docentes evitan intervenir en peleas entre escolares MARÍA FLORENCIA POLANCO PROFESOR GRAVEMENTE AGREDIDO POR UN ESCOLAR EN 2023 CONSTANZA FLORES DOCENTE COLEGIO DIVINA ESPERANZA PRESIDENTE ASEDUCH Hace algunas semanas, se que una estudiante de un viralizó un video en el liceo en Talcahuano golpea agresivamente a una compañera diagnosticada con trastorno del espectro autista (TEA). Más allá del alto nivel de violencia, lo que también llama la atención es que, pese a haber dos adultos presentes, ninguno intenta detener la pelea.
Solo se ve a una mujer que llama, sin éxito, a la “calma”. Se trata de una escena que puede tener muchas interpretaciones, pero que según do cent es tiene una explicación: dada la creciente ola de violencia que se vive dentro de los establecimientos y la seguidilla de noticias en las que un educador es víctima de agresión, l o s p r o f e s o r e s prefieren no intervenir por mied o a r e s u l t a r agredidos o denunciados.
Además del temor, advierten una sobrecarga normativa, falta de respaldo institucional y la ausencia de herram i e n t a s p a r a prevenir y enfrentar estas situaciones, lo que estaría debilitando la capacidad de resguardo, la autoridad del sistema educativo y también la vocación docente.
“El profesor se inhibe, porque nadie lo respalda”, afirma Miguel Niño, docente que en 2023 fue v i o l e n t a m e n t e agredido por un estudiante en un colegio en San Ramón y terminó hospitalizado. En otra ocasión, dice, “tuve que separar una pelea y me llegó un golpe. Por otro lado, si uno empuja o toma del brazo a un alumno, puede terminar con una demanda. Entonces, uno se protege. Es una forma de sobrevivir”. Su testimonio no es aislado. Constanza Flores, profesora del colegio especial Divina Esperanza, en la Región de OHiggins, relata su experiencia: “Un alumno con total descontrol conductual no solo nos golpeaba a profesores, asistentes y compañeros.
Luego de poner todas las alertas gubernamentales, el sostenedor del colegio fue amenazado con ser denunciado al Ministerio Público si el estudiante no era reintegrado de forma inmediata al aula por vulnerar su derecho a la educación”. Otra docente de un colegio de Lo Barnechea, que prefiere resguardar su identidad, cuenta que ha presenciado episodios de violencia “más de una vez.
En esos casos, uno interviene usando la voz alta pidiendo que se tranquilicen y llamando a los encargados de convivencia escolar, pero sin tomarlos ni tocarlos (a los alumnos), ya que podría llegarte un golpe o también mal interpretarse”. Y suma: “He sentido angustia al ser testigo de planificaciones de peleas.
Como adulto protector, uno intenta persuadirlos y alertar a convivencia, pero a veces se sale de las manos”. Vínculos rotos Para José Luis Velasco, presidente de la Asociación de Educadores de Chile (Aseduch), varios factores explican el problema.
Uno de ellos es “el deterioro de la autoridad pedagógica, tanto por parte de los estudiantes como de los padres”; pero también un exceso de normativa: “Un profesor fue denunciado por apretar el brazo de un alumno al separar una pelea. Una profesora fue llevada a tribunales por pedirle a un estudiante que se sacara el gorro, donde se aludió que era un acto discriminatorio.
En ese contexto, muchos prefieren no actuar”. “Hemos transformado la relación humana, que es propia de la educación, en una jurídica, normativa, donde la coerción por medio de la norma está por sobre la educación”, agrega Velasco. Por lo mismo, considera que la ley de convivencia escolar que se está discutiendo en el Senado “es un contrasentido. Aumenta las prerrogativas de la Superintendencia de Educación y los protocolos. Y la protocolización de la relación educativa no va a mejorar la comunidad”. A esto también se sumaría una falta de capacitación. “Los profesores hacen lo que pueden, pero no están preparados para enfrentar situaciones extremas, como microtráfico o violencia con armas. Y el sistema no entrega apoyos suficientes. La Ley TEA, por ejemplo, se aprobó sin financiamiento”, advierte el presidente de Aseduch. La consecuencia más grave, coinciden los entrevistados, es la pérdida del clima para el aprendizaje. “En un ambiente violento no se puede educar”, sentencia Flores. “No hay aprendizaje que valga la pena si no se construye sobre un piso ético-valórico común. Si comenzamos a aceptar la violencia como parte de nuestra sociedad, porque la violencia escolar solo es reflejo de esto, entonces, creo que hemos fracasado todos”, plantea Francisca Elgueta, profesora de Historia. Otra alerta que se enciende y está relacionada es la falta de involucramiento e incluso la actitud confrontacional de las familias. “He visto casos de estudiantes que agreden a profesores o compañeros, y las familias no solo no intervienen, sino que los respaldan”, cuenta Niño. El fenómeno, agrega, tiene raíces profundas: abandono, desestructuración familiar, normalización de la ley del más fuerte. “Muchos estudiantes traen esa violencia desde la casa. Nosotros podemos enseñar, pero no reformar.
La formación parte en el hogar”. Esa autoridad legítima del adulto que sabe educar, que es reconocido por los estudiantes y sus familias, se ha ido perdiendo y la norma ha contribuido a ello”.. .......................................................... JOSÉ LUIS VELASCO La desprotección y falta de apoyo que sienten los docentes también está afectando su vocación. Muchos se plantean si continuar en el sistema o abandonarlo. Hoy los profesores debemos actuar con un manejo prácticamente jurídico para poder desarrollar nuestra labor.
Se nos quitó el derecho a educar”.. .......................................................... Grave crisis de la autoridad pedagógica se vive en los colegios: Me atrevo a decir que los que tienen el control hoy en el aula son los estudiantes.
Hay cursos a los que no quieres ir, da dolor de estómago, da miedo”.. ........................................................... Actores alertan sobre la necesidad de fortalecer su rol, revisar la excesiva normativa y brindar capacitación para restaurar un clima seguro en las aulas que favorezca los aprendizajes. Grave crisis de la autoridad pedagógica se vive en los colegios: