Autor: ROBERTO CAREAGA C.
FRANCISCO MOUAT: “Llevar una librería de barrio es un acto de resistencia, pero no es necesario ser superhéroe”
FRANCISCO MOUAT: “Llevar una librería de barrio es un acto de resistencia, pero no es necesario ser superhéroe” ESCRITOR Y LIBREROcrear una comunidad de lectores. Mouat (1962) es autor de una docena de libros de crónicas. ITESSIRSIULÉSOJpendiente y de barrio como la nuestra: lograr financiar toda la operación con el 35% promedio de utilidad que arroja la venta de libros, descontado el pago del IVA.
Cuando decimos toda la operación, hablamos del arriendo del local, sueldos, cotizaciones previsionales, contabilidad, sistema informático, página web, seguros, bodegas, servicios básicos, artículos de aseo, bolsas, stickers, diseño gráfico, manejo de redes sociales, comisión de las máquinas de pago y créditos con la banca ineludibles para seguir funcionando cuando los flujos de plata no alcanzan a pagar los gastos.
Entonces, cuando alguien está comprando libros y nos pide un descuento, le decimos que no, para evitar el chorizo que acabo de detallar: si ya es medio milagroso que todo esto se pueda pagar con el 35% de utilidad promedio de nuestras ventas, ¡cómo sería si la utilidad fuera de apenas el 25%, en caso de que decidiéramos dar un 10% de descuento! Nadie va a la panadería y pide rebaja. En las librerías no es tan infrecuente que alguien en la caja pida algún descuento antes de pagar.
Hasta que cortamos por lo sano y decidimos que no habría ningún tipo de descuento”. Fondos públicos y precio fijoEn un artículo en “El Mostrador”, Tomás Peters y Miguel Farías sostenían que existe un sistema de distribución que “perpetúa privilegios y ahonda desigualdades”, al ofrecer a las librerías de cadenas más beneficios en precios y sistemas de consignación que a las independientes. ¿Ve esa desigualdad?“Es un tema peludo, del que no se habla con certeza, sino con base en trascendidos.
La pregunta sería sana formulársela a aquellos distribuidores que estarían ofreciendo estos beneficios en los precios a las librerías de cadenas y a estas megabodegas de libros, y a los gerentes de estas librerías de cadenas y megabodegas. Si esto ocurre, se debería corregir de inmediato.
El problema es que ninguna de estas partes querrá hacerlo, porque a ellos lo que más les importa es la plata que cualquier libro vendido les aporta, antes que entender el libro como un objeto cultural.
Si en una reunión de directorio de estas empresas alguien se pone a parafrasear a Borges y a decir que el libro es una extensión de la memoria y la imaginación, celebrarán el chiste y volverán a los gráficos con números. No se me ocurre cómo podría cambiar. Otra cosa es que nos cambien a nosotros y nos hagan bailar esa música. Nadie nos puede obligar a hacerlo. ¿No nos gusta llamarnos independientes? Tomémosle el peso a la palabra. Ser independiente significa no estar bajo la voluntad de otro. Es lo contrario de la dependencia, del sometimiento”. Se ha planteado la necesidad de que el Estado entregue más apoyo a las librerías de barrio. ¿Es necesario?“Otro asunto peludo y de difícil respuesta.
A poco de iniciada la pandemia en 2020, el Ministerio de las Culturas abrió un fondo especial de apoyo a las librerías, y en medio de la desesperación por conseguir recursos para mantener al equipo, postulamos con un proyecto y nos ganamos un fondo, si la memoria no me falla, de 18 millones de pesos, que se utilizaron para pagar durante seis meses una parte del arriendo del local y un porcentaje de los sueldos. Fue un pulmón de oxígeno en un momento completamente anormal en todo el planeta.
Hoy, sin pandemia, sé que existen algunos fondos de apoyo a espacios culturales, entre ellos librerías, pero prefiero que Lolita se mantenga al margen y piense en otras formas de sustentación que no necesiten recurrir a fondos públicos, para que esos fondos se distribuyan en sitios donde haya menos dinero y ojalá bajo la responsabilidad de personas que hagan buen uso de ellos y pongan el valor del libro y la lectura en el centro de la conversación y los proyectos.
Veo mucho más claro el aporte de los fondos públicos a espacios como las bibliotecas o las editoriales independientes antes que a las librerías, que sí o sí, sean del carácter que sean, para ser viables, deben regirse según la lógica de cualquier comercio establecido. ¿Qué opina del precio único del libro?“Es un proyecto interesante que requeriría que muchos actores de la cadena del libro se pusieran de acuerdo en cómo implementarlo para no perjudicar a ninguna parte involucrada. Existe o ha existido, con variaciones, en Francia, España, Alemania y Argentina, para mencionar los casos más conocidos. Veo muy difícil que algo parecido a esto ocurra en Chile.
Lo más relevante de esta discusión es impedir lo que señalan Peters y Farías: que grandes distribuidores se coludan con grandes tiendas o megabodegas para vender el libro a precios y en condiciones más ventajosas que las de la librería pequeña”. ¿Qué es lo que hace distinta a una librería de barrio, pequeña o independiente, de una de cadena?“Ser independientes de verdad. Elegir soberanamente los libros que escoges para tu vitrina. Hacer que los distintos catálogos convivan en igualdad de condiciones. Ser diverso en tu propuesta. Y ocuparte de que el espacio de la librería sea grato. Hacerte necesario e importante en la vida de tus visitantes. No desestimar el valor de una buena página web. Propiciar una comunidad de lectores. Esto es fundamental. Que dentro de una librería se converse. En vivo y en directo, o en silencio con las autoras y los autores de los miles de libros que habitan tu espacio. Y por supuesto, no presumir de nada. Un buen libro importa lo mismo que un objeto de madera bella y noble confeccionado por un artesano dedicado. Vivir entre libros es la manera que nosotros escogimos, pero en sí misma no tiene por qué ser mejor que otras.
ITESSIRSIULÉSOJLa mayor dificultad de cualquier descontado el pago del IVA”. librería independiente y de barrio como la nuestra: lograr financiar toda la operación con el 35% promedio de utilidad que arroja la venta de libros, El credo de Lolita“Cuando uno entra a la librería, lo común es irse a los mesones a ver libros, hojear, mirar portadas, leer contraportadas, escoger. A veces ejercitamos el arte de la detención en los muros.
En el que está entrando a la derecha, conviven una foto clásica de Luis Poirot del grupo de teatro La Remolienda; un collage con imágenes de la poeta polaca Wislawa Szymborska; un grabado de Samy Benmayor hecho justamente a partir del poema de Szymborska Paisaje con grano de arena; un cuadro obsequiado por Aldea Pardo con su arte del lettering diciéndonos que no podemos vivir sin libros; un afiche de la revista France Magazine con la selección chilena del Mundial del 62; otro afiche de un cortometraje de Jairo Boisier y Javier Marticorena titulado Riña de gatos que contiene algunas escenas filmadas en la librería: una postal checa inspirada en La metamorfosis. de Kafka; una fotografía de Andrés Aylwin y Mónica Chiorrini, matrimonio del barrio amigo de Lolita, y el dibujo entrañable de Pancho Olea en el que un doctor veterano le pregunta a una paciente mientras la está auscultando: Señora Urmeneta, solo para descartar una taquicardia, ¿a usted le pasan cosas conmigo?. Mientras sigan viviendo en nosotros al mismo tiempo ese doctor auscultador y esa señora con el corazón latiendo fuerte, esta librería no desaparecerá”. Parte de un texto que Francisco Mouat escribió cuando Lolita reabrió después de la pandemia. nospreciar, pero sé de esos estudios apocalípticos que dicen que hoy la gente no entiende lo que lee. Pero tampoco eso en sí mismo es un drama que explica todos nuestros males. Yo mismo, si me pongo a leer el diario con dedicación, encuentro un montón de páginas en las que no entiendo nada o casi nada.
Para entender los chanchullos de Michael Clark y sus boys en Azul-Azul, por poner un ejemplo, he tenido que asesorarme con amigos que trabajan en el mundo financiero, y aun así estoy lejos de comprender el conjunto de piruetas que estos malabaristas del dinero ajeno ejecutan”, dice y sigue: “Me desvié, pero tiene todo que ver.
Lo relevante es advertir a tiempo que ellos están en la vereda del frente, y que no puedes pretender que amen a la U del mismo modo como uno no puede aspirar a que los grandes capitales que hoy sostienen al mundo editorial amen los libros. Aman, en primer lugar, el dinero. No le pidas peras al olmo, me enseñó mi viejo.
Diseña una forma de resistencia a escala humana”. En estos 10 años, ¿cuáles han sido las mayores dificultades que han experimentado?“La mayor dificultad de cualquier librería inde-Cuando en 2014 el escritor Francisco Mouat abrió la librería Lolita necesitaba probar el sistema informático y autocomprar un libro para evaluar si funcionaba. Optaron por “Balón dividido”, del mexicano Juan Villoro, un amigo de la casa: “Queríamos que su lucidez y su compromiso literario no dejaran de estar en el centro de nuestras decisiones fundamentales”, cuenta. Una década después, Villoro estuvo en la celebración a teatro lleno de los diez años de Lolita en el Colegio San Ignacio. Conversaron del valor y el sentido de las librerías de barrio y el amor a los libros. “Sin eso, nada de lo que me preguntes aquí tendría mucho sentido para mí. ¿Ridículo? Puede que sí. Pero ridículo en la forma descrita por Pessoa, donde al principio y al final lo más ridículo de todo es no escribir poemas de amor”, añade.
Cuando se habla de librería de barrio, nos referimos a un espacio integrado a la comunidad, al vecindario. ¿Cómo ha logrado eso Lolita?Imagino que sosteniendo en el tiempo una manera de ser que resulte importante y valiosa para quienes nos escogen como su librería o una de sus librerías amigas. Si ese vínculo no existe y no se cultiva, tal como ocurre con cualquier relación de amor y amistad, acabaremos separados. Recién celebramos nuestros primeros diez años de vida con unas cuantas actividades que no olvidaremos.
Arrancamos en invierno con un concierto en doble jornada de Ángel Gabriel (uno de nuestros libreros) y su banda Las Blancas Palomas, y lo cerramos en diciembre con un concierto de piano en la calle de Ewa Jasinska, una pianista polaca que asiste a mis talleres de lectura y a la que conocí un día en Lolita cuando le rendimos homenaje a Wislawa Szymborska.
Así ocurren muchas de las mejores cosas: lees en voz alta un poema de una poeta extraordinaria sobre una foto de Hitler cuando bebé o sobre aferrarse al no sé como a un oportuno pasamanos, y no sospechas que al interior de esos versos te aguarda una amiga que hará posible que la música de Chopin o de Debussy se interprete al aire libre un domingo frente a cuatrocientos vecinos, sin más propósito que disfrutar el momento y fortalecer el amor al arte y a la literatura, que al final del día será decisivo para empujar tu librería. Esto no se consigue con una planilla Excel. La planilla sirve para ordenar los números de unas ideas que si no existen y no nos seducen a nosotros en primer lugar, solo traerán estrés a nuestras vidas.
No van a describirlas. agregarle para quieras adjetivo que cadena o del barrio o de librerías de desaparecer las librerías por ser Desaparecerá una librería cuando el proyecto escogido deje de ser viable, rentable, y acabe doblegándote”. Hace unas semanas, la dueña de la librería Tripantu planteó en una carta al diario las dificultades de las librerías de barrio, advirtiendo que iban a desaparecer. ¿Van a desaparecer?“No van a desaparecer las librerías por ser librerías de barrio o de cadena o del adjetivo que quieras agregarle para describirlas. Desaparecerá una librería cuando el proyecto escogido deje de ser viable, rentable, y acabe doblegándote. No bastan la porfía y el deseo para mantener viva una librería en los tiempos que corren. No sé si hace sesenta o veinte años más fácil que hoy.
Tampoco entiendo mucho el sentido de esos estudios que celebran que hoy se lee un poco más que antes, algo así como un libro completo al año, porque con esas cifras lo sensato sería comenzar a vender carcazas de teléfonos celulares y no libros que festejamos que existan, como Léxico familiar, de Natalia Ginzburg, o un volumen de crónicas de Ota Pavel o Clara y confusa, de Cynthia Rimsky, una novela escrita sin un plan preconcebido, pero con convicción, jugando el partido de su vida, sin mezquinar pasión, lucidez, fragilidad, humor y amor a la palabra. Levantar una librería de barrio no es completamente diferente a lo que describe Rimsky. Y es también un acto de resistencia, pero no veo necesario ponerse capa de superhéroe para tratar de conseguir resultados y resistir con eficacia.
Lo primero es no poner en el centro de la conversación a los grandes consorcios, al comercio electrónico, a las megabodegas que hoy operan como librerías-depósitos”. Mouat, que respondió estas preguntas por e-mail, se extiende en la última respuesta para ampliar los tópicos de la conversación: “No se trata de ser díscolo e ignorar que la concentración de la riqueza existe y que probablemente a la mayoría de los grandes capitales que sostienen a la industria del libro les importa un pepino lo que la gente lea con tal de que les entre plata a sus bolsillos. Tampoco la idea es me-. En las últimas semanas se ha generado un debate sobre las complejidades de mantener a flote una librería independiente. Después de 10 años abierta en el barrio Pocuro, Lolita puede ilustrar de manera muy concreta las formas posibles para enfrentar esas dificultades.
Su dueño, el escritor Francisco Mouat, analiza en detalle todos los ángulos del tema: los financieros y los públicos, como también el trasfondo cultural que late en una tienda de barrio que necesariamente debe La librería Lolita está ubicada en la calle República de C Francisco