La causa de los pobres: una nota sobre Domingo de Soto
La causa de los pobres: una nota sobre Domingo de Soto It En el siglo XVly frente a la creciente persecución citadina de la mendicidad, el teóloga Dominga de Soto argurnenta a favor de la limosna yla tradicional concepción de la caridad cristiana. Su admonición resulta de suma actualidad para refutar los argumentos que se utilizan hoy contra la beneficencia. Com partimos aqu( la primera parte de este interesante art (culo; el texto completo y sus referencias estón publicados en Revista Humanitas nio y disponibles en www.humanitas.cI. POR EDUARDO VALENZUELA Alo largo del uigloXVl se desencadenó el llamado gran debate sobre los pobres que enfrentará a unos y otros en torno al problema de la limosnayla caridad cristiana.
Según parece, la mendicidad aumentó drásticamente en la mayor parre dolos ciudades europeas de aquel colon ces, yen algunas de las ciudades tnás prósperas no había brazos suficientes para trabajar, mientras una multitud se dedicaba a pedir limosnas. La persecución contra los mendigos provino de las autoridades y corporaciones municipales que representaban los intereses nacientes de una burguesía urbana interesada en el orden público, lahigieneyel trabajo.
Había que distinguir primeramente entro los mendigos propios y los mendigos ajenos: la mendicidad igualquo lainmigración contemporánea se desplazaba do ciudad enciudadyfluía hacia aquellas que eran más prósperas, donde había mejores oportunidades de obtener limosna, de manera que grandes ciudades se atestaban de mendigos extranjeros, los primeros en ser expulsados por las autoridades municipales, ¿Qué derecho tenían a pedir limosna en una ciudad aquellos que provenían de otra? Todo esto sucedía en un contexto en que el derecho de ciudadanía se definía por la ciudad de pertenencia, no todavía por la nación, Segón Geremek5, los desplazamientos desplazamientos databan de la Edad Media porque existía la costumbre de que un rey itinerante ofreciera grandes donacionesy, porconuiguiente, había que seguirlo, oque en determinadas fechas del calendario litúrgico se repartieran repartieran limosnas en gran escalado modo que los pobres se desplazaban de un lugar a Otro en fechas señaladas, sin contar con la muerte de un notable que era también una ocasión propicia para recibir ayuda. En aquella época la exigencia de la limosna pesaba gravemente sobre el rey, lalgleuia misma(enparticularlos monasrerios)ylos ricos, de modo que la distribución de misericordia estaba fuertemente concentrada en personajes y lugares.
Los pobres iban de un lugar a otroyse confundían a veces con los peregrinos, otra figura de la itinerancia y de la mendicidad que también fue severamente limitada enel albor de la época moderna (por ejemplo, los peregrinos comenzaron a viajar con un pasaporte emitido por su parroquia que los acreditaba como tales, para que no fueran conf ondídos ni con mendigos ni coes criminales). Un articulo concerniente a los peregrinos de Santiago de Compostela, ejemplifico Domingo de Solo, ordenaba que estos no se detuvieran ni apartasen del camino y se les obligaba a “caminar por senderos como ganado*, a pesar deque la mayor parte de ellos atravouaba el país por celo religioso.
La diferencia más importante para desmentir la caridad caridad aparte de la residencia y tal como sucede basta el día de hoy se hará entrelos verdaderos y los falsos mendigos, tos que podían y los que no podían suuten rarse por sí mismos, una diferencia nimia e irrelevante para la doctrina cristianado la caridad donde solamente interesa dura quien ostensiblemente no puede retribuir, Respecto dolos verdaderos mendigos, aquellos que no podían trabajar debido a alguna incapacidad evidente, se propusieron asilos u hospitales, originalmente lugares lugares de confinamiento y cuidado (sobre todo cuando oran atendidos por órdenes religiosas) sin propósitos curativos, sino justamente hospitalarios. Las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul formaron parte de este movimiento de organización de la caridad que se nutría indirectamente de la persecución citadina de la mendicidad.
Todavía San Vicente insistía en que los cuidados y la atención hospitalaria era de naturaleza eminentemente espiritual, sobre todo ayudar a los menesterosos menesterosos atener una buena muerte (como Teresa de Calcuta todavía en nuestros días), pero en el intertanto el cuidado corporatysu verdadero sentido originario, la rehabilitación para el trabajo, comenzaron a adquirirla importancia que conducirá ala formación del hospital y la salud pública modernas. Losroformadoresprotestantessepusieronrápidamente del lado de la ciudad.
Lutero detestaba la haraganería de los mendigos y la ociosidad de los monjes; pero también fueron reformadores católicos como Erasmo o Vives quienes apoyaron las leyes de persecución de la mendicidad y la asistencia social a los verdaderos pobres, generalmente en nombre de una revalorización del trabajo como fuente de dignidad religiosa y humana que terminará imponiéndose en el mundo modemo, El punto de vista tradicional lo expondrá Domingo de Soto (t494-tS6o), teólogo dominico del siglo XVI que escribe cuando arreciaba la legislación contra los pobres, * pobres, * Los pobres tienenderecho a pedir limosna donde quierany los cristianos no pueden perderla oportunidad de ejercer la caridad con el prójimo.
De Soto sabia bien de la existencia de falsos pobres que simulaban una incapacidad (tal como hoy día se hacen trampas en las fichas de calificación social), pero le parecían un despropósito despropósito los decretos do diferentes ciudades que obligaban a examinar escrupulosamente a cada pobre de la ciudad para acreditar su condición verdadera. Vale la pena mesa cionaruno a uno sus principales argumentos contra esta oxaminación, La mendicidad estuvo siempre asociada a La causa de los pobres: una nota sobre Domingo de Soto HUMAÑ ITAS.
La causa de los pobres: una nota sobre Domingo de Soto La causa de los pobres: una nota sobre Domingo de Soto personas enfermas (tullidosy ciegos), pero muchas otras causas pueden inhabilitar a una persona para trabajar adecuadamente, por de pronto la edad o el cuidado de la familia o la incapacidad profesional que afectaba sobre todo a los llamados pobres vergonzosos, nobles o gente de buen pasar que se habia arruinado por alguna causa. Es fácil equivocarse al juzgar la invalidez por la apariencia y la evidencia corporal, y mejor equivocarse con algunos que excluir a rodos, dice De Soto.
“Sería más dañino y cruel excluir a cuatro personas realmente pobres para excluir a veinte personas que simulan ser pobres, que permitir que haya veinte simuladores para nocausarinjutticia a cuatro personas realmente pobres*, BocIo demás, los pobres no tienen porto común una defensa adecuada ante cualquier acusación, carecen de abogados y recursos judiciales para apelar las sentencias que petan en su contrayquedanusualmenteenlaindefensión y el desamparo de un veredicto que puede costarles la libertad y la vida. Yrespectodelosfalsosmendigosy los que hacen trampas, dice De Soto, muéstrenmecuántosmiembrosde corporaciones, artesanos, oficiales públicos que viven del derecho hay que no se hayan apropiado de bienes muchomayoresquetcslaslaslimosnas repartidas indebidamente.
Otambién, muéstrenme a alguien que haya perdido perdido algún bien de consideración en manos de un falso mendigo, 1... ) La injustamente los bienes justamente para que haya misericordia, dice De Soto, cuyo afán no es naturaJizar la injusticia social, sino colocarla en el plan divino de la caridad, aquella que reconoce ampliamente la necesidad en la pobreza ylo superfluo en la riqueza”. miseriay las desgracias de los pobres deberían justificar, tanto como cipo der de los ricos, que ante la situación de unos se haga caso omiso delude los demás. * Todavía, alego De Soto, no se somete a examen para conferir a alguien un cargopú blico o para recibir un beneficio eclesiástico, pero para “autorizar a un hombre a pedir cuatro monedas en nombre de Dios»* solo mirado arriba abajo.
Es cierto que muchos pobres han caído cola pobreza por su debilidad debilidad y sus vicios (uno de los principales argumentos en contraes la mendicidadyla haraganería, a la vez consecuencia y nido de una vida viciosa), pero también existen “muchos hombres a quienes los ricos han hecho pobresa*, dice De Soto, aunque no abunda sobre las causas de esta pobreza.
Aunque acepta debuen grado (en realidad de la boca para afuera) que se pueda examinar la condición de pobreza de los mendicantes, le parece que “poner tantos ojos y personas paravelar por los pobres, sin otra ocupación que escudriñarlos y acusarlos, no parece provenirdel amoryde la misericordia hacia losverdaderamente pobres, sino de un cierto odio O cansancio hacia todo lo miserable”5, De Soto defiende la calidad moral del pobre que había sido objeto de duros reproches por los reformadores, no solo por haragán, sino por vicioso e impío. ¿Alguien ha visto alguna vez un mendigo entrando a una Iglesia? Se decía, ¿acaso no mal utilizan el dinero recaudado en la prostitución y en el alcohol? De Soto alega que si en ocasiones los mendigos deben engañar extremando o simulando su discapacidad es porque la gente esduradecorazónydemoraencompadecerse.
La degradación moral de la pobreza iba de la mano de su desvalorización religiosa, la que conferia al pobre la posesión de la gracia que le otorga el evangelio (en la escena del pobre Lázaro que recibe las migajas de la mesa del rico y es compensado con la vida eterna en Lucas 16:a931). El mendigo paga su limosna con una bendición (“que Dios se lo pague”) o con una oración (tal como hacen los monjes que oran por la salvación del mundo). La convicción católica de que Dios escucha a los pobres de una manera preferencial y se coloca desolado, es decir paga sus deudasyrecompensa a quienes los asisten, fue el fundamento de la limosna y de los actos de caridad cristianas, Lo que se arriesgabaconlapersecucióndelamendicidad era la motivación religiosa de la limosna, la exaltación del pordiosero (la gran figura arcaica de la gracia) y la acreditación de la fe en la caridad (y no en el trabajo) que ha constituido la esencia del catolicismo. De Soto no solo exculpa alfalso mendigo, sino que defiende sobre todo al mendigo extranjero, aquel que se desplazaba hacia cuidadesaledañasparapedtrlimosna. “Cada uno tienelibertadde andarpordondequisiere con tal que no sea enemigo ni haga mal”, dice en su Deliberación sobre lu russo de los pobres. Veamos ahora sus argumentos para hacerestadefeusa, cuyaactualidadesparente.
El derecho a emigrar debe reconocerse ampliamente ampliamente sobretodo en suelo cristianoyes tanto mayor cuanto enla ciudad de origen no exista la obligación (ola capacidad diríamos boyen día) de mantener satisfactoriamente ases pobres, como era el caso de las ciudadesde ciudadesde menor riqueza y desarrollo.
Además, “nunca una tierra se ha empobrecido por la abundancia de extranjeros pObres*, dice De Soto, enun símil del argumento que ofrecía para dar incluso aun falso mendigo: ¿ quién seha empobrecido pordar algunas monedas a quien no correspondía? Todavía existen Otras razones para afirmar el derecho de emigración de los pobres: existen ciudades (hoy diríamos paises) más generosos que otros, y resulta natural que los pobres se muevan hacia los lugares donde abunda la misericordia, Y, por último, ofrece una razón doctrinal: dar limosna a un extranjero vale más que hacerlo con un connatural porque la virtuddelahospitahidadprevaleceporencima de la limosna en mérito religioso, dar a un pobre y más encima extranjero tal como se reporta en la parábola del Buen Samaritano constituye doble mérito sola contabilidad del Juicio final.
El argumento definitivo de Domingo de Soto, sin embargo, es que las leyes de pobres sobre las cuales se construirá la asistencia social estabanbasadas en el odio y en el desprecio del pobre. ¿Qué otra cosa se puede pensar de leyes que prescriben que los pobres “no pueden pedir limosna sin ser examinados, sin haber sido autorizados, sin confesarte y solamente ensu propio país, y sin ir de puerta en puerta”, sino que tales leyes deben “atribuirse más al odio de esta condición que a la caridadymisericordia que se debe al pobre vergonzoso”5? (, ,,) * Referencia y texto completo en www.humanitao.cl.;1] HUMAN ¡ TAS;0] Veintiséis años sirviendo al encuentro de la fe y la cultura www.humanitas.cl “La diferAntia más importante para desmeñtrrla tarifad se hard catre los sardaderosy los falsos mendigos, los que podiaa y los que no podiaa sustentase por si mismos, una difaeentia ninfa e irrelevAnte para la doctrina CristianA de la carldd donde solamente interesa dar a quien ostensiblemente no puede retribuir”, En la imagea “Honf eless lesos” (lesús sin bogar) pat Tlmedhy utbmala, Piaran SantEgidio, Roma. “Dios ha distribuido.