25 años
25 años Un cuarto de siglo XXI ha pasado ya, cuando fue solo ayer que uno se dio el abrazo del amor eterno que simbolizaba el cambio de milenio. Ha pasado tanto y a la vez tan poco. No vamos a enumerar lo tanto que ha pasado si basta con ejemplificar que aún no había redes sociales. Pensándolo bien, quizás es ese mismo punto el que nos lleva a concluir qué tan poco ha pasado. Se aceleró el mundo, las comunicaciones crecieron exponencialmente, nos globalizamos realmente. Qué bueno. Sin embargo, el "eterno retorno" de Nietzsche se hace más patente. Mirando las discusiones públicas, en general, no solo en Chile, es como que no hubiéramos aprendido nada. Tenemos a la mano hechos, fechas, cifras. A un solo click están la historia, sus interpretaciones, las distintas visiones, incluso las enseñanzas. Pero como que no lo incorporamos.
La calidad del juicio parece empeorar cada vez más, perdimos la noción de la complejidad de las cosas, la modestia en la opinión es un bien escaso y la certeza de mi visión transita por un complicado paso al fanatismo. Se están cambiando los adversarios por enemigos y se venera a genios como si fueran ídolos, cuando también son seres humanos. Con luces y sombras.
El aprendizaje debiera ser esforzarse por ver lo que es, más que lo que uno quisiera que fuera; respetar, más que ganar, y entender que tener una mente firme no es lo mismo que cultivar una rígida. Vamos por 25 años más. D Í A A D Í A 25 años ANASTASIA.