COLUMNAS DE OPINIÓN: Lula y Petro, propuesta inaceptable
COLUMNAS DE OPINIÓN: Lula y Petro, propuesta inaceptable D ecepcionantes son los resultados que arrojan hasta ahora las gestiones frente a la crisis de Venezuela por parte de los tres principales líderes de izquierda en la región, Lula da Silva, Gustavo Petro y Andrés Manuel López Obrador.
A casi tres semanas de perpetrado el fraude electoral por parte de Nicolás Maduro, cuando el régimen está abocado a perseguir y reprimir a sus opositores, y el dictador lanza delirantes diatribas contra una cada vez mayor lista de enemigos --desde la ONU hasta las redes sociales--, el Presidente brasileño y su par colombiano plantean como gran salida la repetición de los comicios. Ello supone ignorar la voluntad de los millones de venezolanos que --según todas las evidencias-dieron el 28 de julio un amplio triunfo al opositor Edmundo González.
Por su parte, el Presidente mexicano adopta una actitud aún más cuestionable y se refugia cínicamente en el no injerencismo --"no debemos inmiscuirnos en asuntos de otros pueblos"--, como si las amañadas instituciones chavistas expresaran representatividad alguna.
La posición de Lula y Petro había trascendido desde hacía días, pero ayer, en una entrevista, el brasileño avanzó algo más en la idea, junto con plantear también la posibilidad de un gobierno de coalición como salida a la crisis. Petro fue más claro y habló de "un gobierno de cohabitación transitorio" que llame a nuevas elecciones, dentro de un plan que también contemple el levantamiento de las sanciones internacionales y una amnistía general.
Con razón, la líder opositora María Corina Machado rechazó de plano estas propuestas, "una falta de respeto a los venezolanos, que han dado todo y que expresaron la soberanía popular". Estados Unidos, en tanto, luego de una confusa frase del Presidente Biden --quien pareció no haber entendido la pregunta--, reiteró, mediante una declaración, su posición de reconocimiento del triunfo de González.
Inaceptable, la propuesta de Lula y Petro implica ofrecerle a Maduro una suerte de "blanqueo", en que el grosero fraude cometido --constatado por todos los pocos observadores independientes que dejó entrar al país-pasa a ser abordado como una discrepancia política que se resolvería mediante un ilusorio gobierno de unidad.
Especialmente curioso es que Lula, quien con dureza ha arremetido contra su antecesor, Jair Bolsonaro, por haber intentado desconocer el resultado de la elección de 2022, se muestre tan dispuesto a condonar los atropellos de Maduro. Confirma así un doble estándar que antes lo llevó a calificar como una mera "narrativa" las documentadas violaciones a los derechos humanos por el régimen venezolano.
Pero, además de cuestionable desde una perspectiva de principios democráticos, la propuesta parece desconocer el hecho de que el dictador chavista ha usado una y otra vez en su beneficio todas las instancias de negociación, para terminar incumpliendo cada acuerdo que ha suscrito. Suponer que es posible convenir con él nuevas elecciones cuyo resultado ahora sí respetará parece una ingenuidad enorme, cuando no un despropósito.
Por ello es que, más que abrir espacios de salida a la crisis, los planteamientos que han formulado los gobernantes brasileño y colombiano --y más aún los de AMLO-son reveladores del sector político al que pertenecen: una izquierda latinoamericana que proclama su adhesión a los principios democráticos, pero que está dispuesta a relativizarlos y a encontrar excusas cuando son figuras de su propia tendencia quienes los atropellan. El Presidente Boric ha marcado una valiosa diferencia respecto de tal izquierda y debiera perseverar en ello. El paso lógico en esa línea es reconocer prontamente la victoria de Edmundo González, redoblar la presión internacional sobre Maduro y apoyar con fuerza las justas demandas de la oposición venezolana. Suponer que se puede convenir con Maduro elecciones cuyo resultado ahora sí respetará es una ingenuidad enorme y un despropósito. Lula y Petro, propuesta inaceptable.