El alma del verdor de Santiago
El alma del verdor de Santiago E l año 2009 recorrí el Parque Quinta Normal junto con el equipo a cargo de su restauración, tras años de abandono.
Mientras caminaba por senderos polvorientos esquivando ramas, alambradas y roedores, me pregunté con algo de rabia y estupor qué había sido del esplendor de este paseo santiaguino, escenario de acontecimientos históricos tan únicos como la Exposición Internacional de 1875.
Sorprendida por la envergadura de algunos de sus árboles, me atreví a dudar de la historia repetida de Claudio Gay como su creador, lisa y llanamente porque las fechas no me calzaban, si consideramos que el francés dejó Chile en 1842, año "oficial" de la apertura de la Quinta.
Y por supuesto que me asombré de nuestra enorme capacidad de olvido de este y otros espacios públicos que fueron piezas clave del desarrollo de la capital de Chile, como la Alameda de las Delicias y los parques Cousiño, Forestal y el que hoy llamamos Metropolitano.
Fue así como me dediqué a indagar en la naturaleza del paisaje de Santiago, examinando sus orígenes hasta revelar la formación de una cultura arbórea en la capital chilena entre 1830 y 1930, e identificando a los actores responsables de la gestión de los cientos de especies exóticas y de implementar geometrías de plantación donde no había ninguna.
Quince años después, mi obsesión acaba de materializarse en El Alma del Verdor de Santiago, el libro publicado por Orjikh Editores (www.orjikheditores.com). No sé si el tiempo transcurrido hable bien de mi capacidad de escribir, pero al menos sé que me permitió dar forma a un relato convincente sobre el modo en que Santiago incorporó nuevas formas de naturaleza urbana.
También me reconforta que los años me dieron la oportunidad de ser testigo del regreso de interesantes discusiones en torno a nuestros paisajes, demostrando que la ciudadanía está cada vez más inclinada a reconocerlos no como algo casual, sino como ideaciones sobre la base de una necesidad, que luego se construyen.
Ustedes, lectores, han sido testigos de historias de personajes, árboles y sitios con las que he buscado propagar la idea de que el verdor no es una mera condición estética, sino que el pulso latente y visible que mantiene vivos a nuestros paisajes.
Les invito a que se animen a compartir mi búsqueda de esa alma, a mirar con otros ojos a un siglo clave en la historia urbana de Santiago, uno que posicionó al proyecto de paisaje como una manifestación del poder económico, de aspiraciones nacionalistas y de cambios sociales; uno donde emergió una cultura arbórea cuyo desarrollo y cultivo plasmó la imagen de una nación independiente caracterizada por su verdor. Que disfruten.
FRANCISCO JAVIER OLEA Fue así como me dediqué a indagar en la naturaleza del paisaje de Santiago, examinando sus orígenes hasta revelar la formación de una cultura arbórea en la capital chilena entre 1830 y 1930. Romy Hecht Arquitecta e investigadora UC PAISAJES IDEADOS El alma del verdor de Santiago.