Autor: Romy Hecht Arquitecta e investigadora UC
COLUMNAS DE OPINIÓN: La necesidad de ruinas
COLUMNAS DE OPINIÓN: La necesidad de ruinas A ceptar ser columnista en medio del aislamiento pandémico fue mi posibilidad de llegar a un público distinto al académico para nutrir, diseminar y arraigar una cultura de paisaje en Chile. El esfuerzo es de largo aliento, pero estoy convencida de la importancia de transmitir que el paisaje es un ámbito ideado, manipulado y que aspira a entregar un sentido de identidad colectiva. En esta afirmación radica la dificultad de su estudio pues, en el fondo, el paisaje supone un ejercicio de construcción de memoria, que suele ser subjetivo e individual. A diez años de su estreno, pude ver por primera vez La contadora de películas, basada en la novela de Hernán Rivera Letelier. La obra de la compañía Teatrocinema es narrada por la hija del obrero de una salitrera, elegida por su familia para ir al cine de la oficina con la única entrada que pueden comprar. De vuelta a casa actúa, canta e interpreta las aventuras vistas en pantalla, a su familia primero, y a todo el campamento minero después. El texto y la puesta en escena son envolventes y desgarradores.
El fin de la inocencia infantil de María Margarita se palpa desde el comienzo, con el ocre del desierto nortino como un telón de fondo que, polvoriento y oxidado, se traga y ahuyenta la idea de una vida posible. En el ensayo que da título a su libro La necesidad de ruinas (1980), John B. Jackson establece que las ruinas "proporcionan el incentivo para la restauración y para el retorno a los orígenes.
Tiene que haber (... ) un interinato de muerte o rechazo antes de que pueda haber renovación o reforma (... ) Muchos de nosotros conocemos el goce y la emoción no tanto de crear algo nuevo como de redimir lo que ha sido descuidado, y esta excitación es particularmente fuerte cuando la condición original es vista como sagrada o hermosa". Y ofrece un ejemplo claro al respecto: "El paisaje tiene que ser saqueado y estropeado antes de que podamos restaurar el ecosistema natural". Que el público lector no me malinterprete: respeto a Jackson, a quien traduje. Sin embargo, he visto el delirio que afirmaciones como las suyas, combinadas con nuestra enorme capacidad de olvido, pueden provocar. Pienso en las discusiones teóricas en torno a la estética de la destrucción en Plaza Baquedano o en la Iglesia de la Veracruz. Pienso en los esfuerzos del proyecto del Espacio La Compañía en Valparaíso.
Pienso en Tomás Domínguez, el arquitecto cuya gesta por salvar al Cementerio General merece en sí misma un monumento. ¿Cuánta decadencia puede seguir soportando el Panteón de Santiago hasta extinguir su rostro republicano? Quizás sirva parafrasear a la Mistral, para que nos paremos frágiles como María Margarita ante estas ruinas, hasta que "nos halle el día con sus árboles mudos y ceñidos en un montón de duelo". La necesidad de ruinas Romy Hecht Arquitecta e investigadora UC FRANCISCO JAVIER OLEA En esta afirmación radica la dificultad de su estudio pues, en el fondo, el paisaje supone un ejercicio de construcción de memoria, que suele ser subjetivo e individual. PAISAJES IDEADOS.