Sergio Gaytán, cuando han pasado 5 años.. .
Bunker. oy recordé a Sergio Hs: n, Fue algo casi absurdo: entré a mi estudio, vi mis libreros cercanos al escritorio y su voz amarga, profunda y bien matizada vino aquí, al espacio vacío, para decir que siempre hay queestar lo más cerca posible de los libros, queentre más pequeño el espacio donde trabajas, mejor. Esa cercanía entre escritorio y libreros es necesaria para intrusear, sacar, mover, estirar las manos y dar con el libro exacto. Eso me lo dijo cuando lo conoci en su casa de la calle José Santos Ossa. Fue Mónica, 3u ex mujer, quien me invitó allá, cuando apenas era un poeta joven, recién llegado de haber concluido mis estudios en la ciudad sabalera de Santa Fe, Argentina. La primera imagen, entonces, que guardé de Sergio fue sentado en su estudio, con los estantes de libros casi cayendo encima de su cuerpo moreno y delgado. Apenas entré, saludándolo a mi paso, vi un libro de Benedetti que no tenía. Lo tomé por curiosidad y me lo obsequió. Esa sería una constante, en cada visita a su casa siempre me regaló libros.
En la parte inferior de uno de mis anaqueles conservo lo que compiló, antologó, los estudios y prólogos que dejó impreso en una treintena de libros, todos firmados y dedicados al joven poeta Bunker, como me llamaba. Siempre me dijo gustaba mi curiosidad porla literatura, de aprender y leer toda loque encontraraa mi paso.
Decierta manera fue un profesor para mi, me enseñó de literatura nortina y mirar prisma a aquellos autores viejos ? Poeta Sabella, Bahamonde, Serge? que en mi afán de escritor novel venía a criticar como próceres de Antofagasta. La consigna de que hay que matar alos dioses, Gaytán me la corrigió. Hombre sabio, polémico y consecuente con sus ideas. Nos escribíamos mails sobre teorías literarias y escritores. Me aconsejaba sobre el camino a seguir y estuve ahí cuando un infarto dio el gran susto. Luego me fui, muy lejos, pero cada vez que regresabaa Antofagasta, lo visitaba. Tuve la suerte incluso de presentar ensucompañía y con Osvaldo Maya el libro del Pope Julio. Qué honor estar junto a esos dos cracks, nuestros Borges y Bioy nortinos.
Todo fue graciasa Don Gabriel Amengual y conservo ese recuerdo con mucho cariño, el estaren el estrado junto a ellos y la cena que vino después en casa de Sergio, sin saber que esa seria la última vez que compartiríamos de esa manera. “Hoy falleció Gaytán, hay querecordarlo con vino tinto y poesía”, me escribió Carlos Massardo, quien un año después, en plena pandemia, lo secundaría. Hoy estánambos bey hablando de literatura en un lugar al que todos llegaremos a golpearle la puertaal Negro, para que nos reciba igual como siempre lo hizo en su casa de la avenida Ossa.
Por qué hoy recordé a Gaytán, en este día frío, lloviznado en la Patagonia, horas antesdeira hacer clasesenla ruralidad del Claro, mientras sueña el pito de las doce y mi mente la tierra de mi infancia, a la de mis muertos, Antofagasta; de conocer a Sergio Gaytán Marambio. Linterna de Papel