EL GRAN AMOR Y DOLOR DE FERNANDA
EL GRAN AMOR Y DOLOR DE FERNANDA Habla la viuda del ciudadano francés asesinado en Chicureo Hace casi dos meses, Dimitri Weiler fue acuchillado en su casa cuando intentó defender a su familia de un grupo de delincuentes que entraron a robar.
Aquí su señora, Fernanda Cáceres, cuenta su historia, desde que se conocieron en una discoteca en París, la vida en Chile, donde luego él se convirtió en el presidente de la Unión de los Franceses y en la que dejó tres hijos tras el trágico asalto que hoy suma cinco formalizados. “El valor de la vida para esta gente es cero, y para la sociedad también”, dice Fernanda. POR ANTONIA DOMEYKO FOTO CARLA PINILLA Cuatro de los formalizados son menores de edad, incluso uno tiene 15 años. “Pueden salir quizás a los tres años. Entonces, tú dices, el valor de la vida para esta gente es cero, y para la sociedad también, porque las leyes están hechas por nosotros”, dice Fernanda hoy. ese momento, ya habían ido tres veces. Compraban ropa, alojaban siempre en el mismo hostal y por las noches a veces salían. Es un sector como si fuera Patronato, donde venden al por mayor, y nosotras comprábamos en las liquidaciones. Y acá se vendía todo altiro. El último viaje fue en febrero de 2003, cuando Fernanda tenía 29 años. Hicieron sus compras en el mismo barrio, alojaron en el mismo hostal, y el 14 de febrero fueron a una discoteca en el barrio latino. Ahí, recuerda, estaba bailando junto a su hermana cuando un joven francés, que ella pensaba que tendría apenas 18 años, se le acercó. Era Dimitri Weiler. Me hizo un gesto como para que yo sonriera, pero no entendí lo que me había dicho. Después lo entendí cuenta. Ella le pidió el carnet para ver qué edad tenía. Era un poco mayor que ella, accedió a bailar con él. Luego la hermana le dio a Weiler el teléfono de Fernanda. Cuando él contaba esta historia era así como: estaba yo con mi hermana y todo París bailando al lado de nosotras, como las latinas recuerda sonriendo. Al día siguiente él la llamó y le propuso que se juntaran en una estación de metro. Fernanda recuerda que lo esperó por media hora hasta que lo vio aparecer montado sobre unos patines. Se saludaron, pero ella no sabía francés y él no sabía español. No sé cómo hablábamos, con señas casi, porque yo tampoco sabía hablar inglés. No sé cómo, pero yo entendí todo. Él me contó de su familia y yo le conté de la mía. Me acuerdo que fuimos a un cementerio famoso que hay allá y me dijo que me amaba. Y yo le digo así como que no recuerda. Yo pensaba, este hombre quizás nunca se ha enamorado, era como súper honesto, como súper inocente. Después de esa cita, Fernanda no regresó a Chile. Se quedó dos meses con Weiler en París. Dimitri Weiler, cuenta Fernanda, era el hermano del medio de tres. De niño había vivido cerca de los Alpes, de ahí había nacido su pasión por el esquí. Su hermano mayor vive aún allá, el menor es pintor y vive en París. Cuando Fernanda lo conoció, sus padres vivían en Bélgica; el papá, ingeniero, trabajaba en una empresa internacional y le tocaba viajar bastante. Y Weiler acababa de egresar como abogado, vivía en un departamento que sus papás habían dispuesto para él mientras estudiaba y buscaba su primer trabajo. En esos dos meses SERECÁCADNANREFAZELITNEG Fernanda Cáceres llega a un café en Vitacura y saca su computador. Tengo que hacer unas transferencias. Tengo que transferirle a mi hija para el almuerzo dice Fernanda, de pelo largo y castaño, chasquilla y anteojos de sol. Viene llegando de Linares, donde se crió y donde tiene una tienda y una tetería. Acaba de dejar a su hijo menor, de siete años, en su casa en Chicureo. Se sentía mal. Más temprano llevó a la del medio, de 15, al colegio. Fernanda cierra el computador, pone los anteojos sobre su cabeza. Hace una pausa. Aprieta los labios. Y dice: No entiendo cómo me he levantado todos los días, pero tienes que hacerlo por los niños. Hace otra pausa. Tratar, a pesar de este tremendo golpe, de hacerles la vida lo más normal, entre comillas.
Hace casi dos meses, la madrugada del 28 de febrero, mientras dormían, un grupo de delincuentes entró a su casa en el sector de Chicureo y asesinaron a puñaladas a su marido, el francés y entonces presidente de la Unión de los Franceses, Dimitri Weiler. Luego escaparon con parte de su ropa, joyas, celulares, computadores y sus dos autos.
Este dolor es porque también ves a tus hijos sufrir, entonces no es solamente tu dolor dice su viuda tratando de explicar lo que siente, pero luego agrega y al principio, también sufría por él, porque yo pienso que debe estar muerto de pena de no poder seguir siendo papá. Fernanda Cáceres, de 50 años, se crió en Linares junto a su hermana y sus abuelos maternos. Su madre trabajaba en Santiago como vendedora de una AFP y los fines de semana regresaba a esa ciudad del Maule donde sus hijas. Pero durante su adolescencia su abuela materna se enfermó de cáncer y la mandaron a vivir con unos tíos al campo. Al poco tiempo su abuela falleció y vivió su último año de colegio sola con su abuelo. Apenas se graduó, Fernanda se fue a Santiago con su mamá y su hermana, y entró a estudiar secretariado. Comenzó trabajando como recepcionista en una firma de abogados y más tarde fue secretaria de gerencia en algunas empresas. También se casó. Tenía 24 años. Como que uno necesitaba casarse para salir de la casa, pero con él éramos demasiado iguales. Nos separamos a los dos años cuenta Fernanda. En ese tiempo, con la idea de tener más ingresos, había comenzado a viajar con su hermana a París para comprar ropa y hacer luego ventas en la casa de su madre en Providencia. En “Fue demasiado rápido y violento. Todas las noches lo recuerdas, piensas si quizá hubiera sido un día antes o días antes, que no había nadie en la casa.
Las imágenes llegan aunque uno no lo quiera, porque ya la oscuridad es como De repente duermo con la cortina abierta, para ver luz un poco”.. Con Dimitri éramos muy diferentes, “Estábamos corriendo todo el día (en París) y ahí Dimitri me dijo: ‘Yo me iría a Chile’. Él nunca quiso vivir en Francia, no le gustaba, yo creo que porque er EL GRAN AMOR Y DOLOR DE FERNANDA “No entiendo cómo me he levantado todos los días, pero tienes que hacerlo por los niños”, dice Fernanda. En la imagen, con su marido y sus tres hijos. Después, cuenta Fernanda, Weiler les dio regalos que les había traído del viaje y luego cada uno se fue por su lado. Al regresar en la tarde, estuvieron con unos amigos hasta temprano y ella con su hija se quedaron marcando los útiles para el año escolar que estaba por comenzar. Dimitri Weiler en ese momento se fue acostar. Dice Fernanda que estaba muy cansado y que ni siquiera alcanzó a ordenar la maleta. De hecho, aún sigue en su habitación la maleta sin desarmar. Estaba agotado, de hecho, la Emma fue como a despedirse en la noche, pero Dimitri ya estaba durmiendo dice Fernanda.
Según la Fiscalía Regional Centro Norte, la madrugada del 28 de febrero, (cerca de las tres de la mañana), un grupo de jóvenes habría llegado caminando por el cerro colindante al condominio, al que daba también la casa. Según declaró uno de los imputados en la audiencia de formalización, habrían definido la casa a la que entrarían mirando en la aplicación Google Maps, algo que por el momento se investiga. Una vez dentro, según la fiscalía, uno de los formalizados habría golpeado con la cacha de una pistola a Dimitri Weiler y otro lo habría apuñalado. Esto habría ocurrido al momento en que Weiler habría intentado defender a su familia. Luego habrían tomado joyas, teléfonos y autos y habrían salido por la entrada principal del condominio, pasando desapercibidos, según lo mostraron las cámaras de seguridad. Horas después, y en parte gracias a la búsqueda del GPS de los teléfonos que hizo la hija del matrimonio, ubicaron los autos robados. El primero fue localizado en La Cisterna, donde se tomaron a los primeros detenidos. El segundo fue ubicado en Puente Alto, donde detuvieron a los demás formalizados. Yo soy la víctima y tengo que pagar abogado. Ellos ya tienen abogado y no el del Estado, ellos tienen abogado particular dice Fernanda. Explica que para no afectar la investigación, no quiere referirse a lo que pasó durante esa noche. La causa actualmente se encuentra reservada. Fue demasiado rápido y violento dice ella, a quien esa noche le fracturaron la nariz. Todas las noches lo recuerdas, piensas si quizá hubiera sido un día antes o días antes, que no había nadie en la casa. Las imágenes llegan aunque uno no lo quiera, porque ya la oscuridad es como De repente duermo con la cortina abierta para ver luz un poco. Fernanda y sus tres hijos, cuenta, hoy están en terapia psicológica. Sin embargo, no han querido tomar medicamentos psiquiátricos. Hasta ese día, la inseguridad no era algo que los preocupara, ya que el condominio donde viven siempre había sido un lugar tranquilo. Nosotros no teníamos alarma por lo mismo, porque es como la última casa antes de llegar al cerro. Llegar para allá era absurdo. Estos dos meses, dice, ha intentado estar ahí para sus hijos, continuar con su rutina y ayudarlos a elaborar de alguna manera lo que pasó. También está aprovechando de estar con su hijo mayor que estudiaba en Australia y regresó luego de la tragedia.
SERECÁCADNANREFAZELITNEG sino la familia, su papá, su mamá, como de una situación económica mucho más estable que la mía y teníamos maneras de pensar completamente diferentes, incluso en la manera de educar a los hijos, pero te das cuenta ahora que realmente el amor es una energía que lo puede todo. Éramos un buen complemento, y cuesta educar a los hijos sin la persona que planificaste todo tu vida”. por qué llegó. Para mi hija de 15 y para el de 19, todo este duelo es tremendo. Pero el menor es un niño, tiene siete, entonces todavía es pura alegría y es más fácil vivir este duelo con él al lado.
Hace solo unos meses, el pasado 13 de noviembre, Weiler le regaló, entre otras cosas, una tarjeta para su aniversario, en la que escribió en uno de los párrafos una descripción de cada uno de sus hijos: “Me siento tan orgulloso de lo que hemos construido en estos 20 años, partiendo por nuestros hijos: nuestro querido Gabriel, que ya vuela con sus propias alas, demuestra una gran madurez y es una fuente de alegría y felicidad cada vez que bromea o sonríe. Luego nuestra Emma, la princesa, responsable y deportista, que despierta nuestra admiración por su fuerza de carácter, y finalmente nuestro Baptiste, de una ternura sin límites, que aporta tanta alegría y frescura.
Yo soy la que más beneficios tuvo de Dimitri, porque lo conocí por 21 años, disfruté de su amor, de su ternura, de su seguridad, del compañero, el amante, todo. ¿Pero mis hijos?, ¿por qué mis hijos tienen que quedarse sin su papá? dice Fernanda mientras caen lágrimas por su cara. El pasado jueves 27 de febrero, Fernanda madrugó para ir a buscar a su marido al aeropuerto, que venía de regreso luego de unas semanas en Francia. La idea, cuenta, era llegar con él de sorpresa a su casa en Chicureo para el cumpleaños número siete de su hijo menor. Despertaron al niño y lo festejaron junto a su hija del medio. El mayor hace un año que estudia en Australia, por lo que no estaba.
Con Dimitri éramos muy diferentes, no solamente la cultura, sino la familia, su papá, su mamá, como de una situación económica mucho más estable que la mía y teníamos maneras de pensar completamente diferentes, incluso en la manera de educar a los hijos, pero te das cuenta ahora que realmente el amor es una energía que lo puede todo dice Fernanda y luego agrega. Éramos un buen complemento, y cuesta educar a los hijos sin la persona que planificaste toda tu vida. Hace un tiempo, explica, junto a su marido venían hablando con su hijo mayor sobre el hecho de que las acciones tienen consecuencias. Pueden ser consecuencias buenas o consecuencias malas. Pero ahora cómo les explicas eso a tus hijos, si algo tan grave como lo que pasó puede que no tenga una consecuencia explica Fernanda. En el robo con homicidio las penas van de 15 años y un día hasta el presidio perpetuo calificado. Sin embargo, cuatro de los formalizados son menores de edad, incluso uno tiene 15 años. En sus casos las penas son diferentes. “En adolescentes de 16 y 17 años puede llegar a diez años, y de 14 y 15 años puede llegar a cinco años”, explican desde la fiscalía. También las medidas cautelares son diferentes, los menores se encuentran en internación provisoria y el mayor de edad en prisión preventiva, durante los 120 días de investigación. A Fernanda esto le genera impotencia. Pueden salir quizás a los tres años. Entonces, tú dices, el valor de la vida para esta gente es cero, y para la sociedad también, porque las leyes están hechas por nosotros. Por lo mismo, dice que quiere juntarse con algunas autoridades para poder ver la manera de hacer algún cambio en la ley.
En mi caso, si sale una ley no me serviría, pero por último que a la próxima que le toque tenga un poco de justicia o que la piensen antes de llegar y hacer una cosa así dice. Como en muchas instancias de la entrevista, Fernanda aprieta sus labios y hace una pausa. Finalmente dice: Yo tengo pena todavía no tengo rabia, porque tengo tanto amor que no me da para tener rabia. Si hoy día estoy fuerte, si hoy día me levanto, es por ese amor que él me entregó estos 21 años, un amor que se traduce en mis hijos. SERECÁCADNANREFAZELITNEG que Fernanda estuvo allá, él la llevó a conocer a su familia. Mi suegro como que se acostumbró ahora un poco más a dar abrazos. Pero mi suegra hasta el día de hoy, o sea, nada. Al principio te saludaban de la mano, pero Dimitria era un gallo súper de piel. A mediados de abril de 2003, Fernanda volvió a Chile. Un mes después ella fue nuevamente a visitarlo para su cumpleaños y, en agosto, Weiler vino a Santiago a conocer a la familia de Fernanda. Ahí dieron la noticia de que a finales de ese año se irían a vivir juntos a París. El 13 diciembre llegaron a la capital francesa a vivir en un departamento de 15 metros cuadrados. Weiler trabajaba en el Banco Transatlántico, donde comenzó su carrera viendo las finanzas de expatriados. Y Fernanda, mientras tramitaba la opción de una visa, cuidaba niños por las tardes. Un año después se casaron. El evento lo hicieron en un restaurante chileno en París. Asistió toda la familia de Weiler y de Chile viajaron la mamá y una tía de Fernanda. Un mes después ya esperaban a su primer hijo. Fernanda prende un cigarrillo en el café en Vitacura. Pide a la mesera un brunch, pronunciado en un fluido acento francés. El otro día les decía a mis amigos franceses que necesito que les hablen en francés a los niños.
Como que uno necesita ese ruido, si en la casa Dimitri siempre habló en francés, y si los niños le respondían en español, les decía “no entiendo”. Yo de repente hablaba en francés, pero ya en las tardes en español cuenta. Explica que estuvo varios meses en clases del idioma en París y luego de sacar los papeles consiguió un trabajo haciendo encuestas telefónicas. Dimitri Weiler se había cambiado a un nuevo trabajo en el banco HSBC y, con un hijo pequeño y sin mucha red de apoyo, la logística se les empezó a complicar.
Estábamos corriendo todo el día y ahí Dimitri me dijo: “Yo me iría a Chile”. Él nunca quiso vivir en Francia, no le gustaba, yo creo que porque era de otra personalidad, como más de amigos. Allá son todos más individuales, por ejemplo, te invitan a un aperitivo de siete a ocho y media, y listo, aunque fuéramos muy amigos.
Por unos apoderados del jardín donde iba su hijo, que eran franceses y que habían vivido en Chile, Weiler consiguió contactos para buscar trabajo en el país justamente a lo que se dedicaba, viendo las finanzas de expatriados. En 2007 llegaron a vivir a la casa de la madre de Fernanda en Providencia.
A los pocos meses compraron una casa en La Reina y Weiler comenzó a trabajar en Groupe Equance, una consultora de gestión de patrimonio privado, donde se desempeñó hasta su último día, llegando a ser asociado y responsable de la empresa en Perú, Chile y Uruguay. Paralelamente Weiler se acercó a la Santiago Accueil, una asociación de franceses y francófonos de Santiago, que busca facilitar la integración a Chile con diversas actividades. Allí llegó a ser presidente y luego pasó a ser presidente de la Unión de Franceses en Chile y de La Maison de France. Nosotros salíamos por lo menos dos veces a la semana a eventos franceses cuenta Fernanda. Como que la cultura suya era súper importante para él. Unos años luego de instalarse en Chile tuvieron a su segunda hija. La casa, dice, empezó a quedarles chica, y Weiler encontró un terreno en un condominio en Chicureo, considerando que el colegio al que iban sus hijos abriría una sede allá. En 2016 compraron el sitio y comenzaron a construir el proyecto de su casa. Sin embargo, al año de iniciar los trabajos se dieron cuenta de que la constructora los había estafado. El gallo nos pidió el 25 por ciento de la casa, se lo pagamos y, bueno, no hizo nada. Se suponía que la parte eléctrica estaba lista, pero tirabas los cables y era un pedazo de cable suelto. Durante dos años vivieron donde la madre de Fernanda, y ella se dedicó a tiempo completo a retomar la construcción de su casa. Finalmente en 2016 se cambiaron. Dos años después nació su tercer hijo.
Habíamos decidido que nos quedábamos con dos, y yo hice hasta un luto, porque realmente yo sentía que había un alma, y que era hombre (... ). Hasta que me dijo: “Yo creo que vamos a tener el tercero” dice Fernanda.
Y ahora entiendo “Yo soy la que más beneficios tuvo de Dimitri, porque lo conocí por 21 años, disfruté de su amor, de su ternura, de su seguridad, del compañero, el amante, todo. ¿Pero mis hijos?, ¿por qué mis hijos tienen que quedarse sin su papá?”..